A partir de un nuevo estudio del NYU Langone Health (Estados Unidos), se demostró que la relación entre el estado de salud de la madre durante el embarazo y el riesgo de autismo en el hijo no tienen vínculo directo. Sí hay factores influyentes como la genética, la exposición a la contaminación y el mal acceso a atención sanitaria. Los resultados se publicaron en Nature Medicine.

Además, de las pocas afecciones realmente asociadas al autismo, todas eran complicaciones con el feto. En tal sentido, esos síntomas podían interpretarse como signos tempranos de autismo en el niño, no la causa del mismo.

"Nuestro estudio demuestra que no hay pruebas convincentes de que cualquiera de estos otros diagnósticos en la madre puedan causar autismo", afirmaron.

El estudio

Con un análisis de historiales médicos de más de 1,1 millones de embarazos (entre 600.000 madres) de un registro nacional de Dinamarca, se comprobaron más de 1.700 diagnósticos distintos según estándares internacionales, conocidos como códigos CIE-10.

A partir de los mismos, se centraron los análisis en los resultados de pruebas de embarazos, con diagnósticos en al menos el 0,1% de embarazos.

Los investigadores corrigieron aquellos factores que podían confundir u ofrecer una explicación alternativa de la relación entre el diagnóstico recibido por la mujer y el diagnóstico de autismo en el hijo. Allí se incluyeron estatus sociodemográfico, edad de la madre en el embarazo (se supone que, a mayor edad en la madre, más probabilidades de diagnósticos de autismo en los hijos). Luego de tener en cuenta estos factores así como diagnósticos concurrentes, 30 continuaban estando estadísticamente vinculados al autismo en niños.

Para determinar si coincidían con el autismo en vez de causarlo, se incluyeron en el análisis a hermanos de niños autistas. Entonces, si a una madre se le diagnosticaba una misma enfermedad durante otros embarazos además de aquel del niño diagnosticado con autismo, eso sugería que había otros factores que influían. Esto permitió separar las afecciones que podrían atribuirse a factores familiares como la genética y la exposición ambiental a la contaminación, de las que podrían estar causado autismo.

El rol de la genética

Para los investigadores, la genética es un importante factor de confusión familiar de autismo (explicación plausible). Ciertos genes que aumentan el riesgo de sufrir depresión, también están estrechamente vinculados al autismo.

En tal sentido, si una mujer sufre un episodio de depresión durante el embarazo y su hijo tiene autismo, es más probable que madre e hijo compartan genes causantes de ambas afecciones y no que los efectos químicos de la depresión afecten al feto causándole posteriormente autismo.

Además, se analizaron los historiales médicos de los padres. Lo más probable es que cualquier relación entre un diagnóstico paterno y autismo se deba a factores familiares, puesto que los efectos directos del padre sobre el feto tras la concepción son muy limitados. De hecho, los investigadores observaron que muchos diagnósticos paternos están tan relacionados al autismo infantil como los maternos.

Al visualizar los factores familiares, el único diagnóstico materno que continuaba estando estrechamente vinculado al autismo desde el punto de vista estadístico, eran las complicaciones en el embarazo vinculadas al feto.

"Muchas madres de niños con autismo se sienten culpables por ello. Piensan que hicieron algo mal durante el embarazo y es desgarrador. Demostrar que estas cosas no van a causar autismo es clave y puede conducir a formas más eficaces de apoyar a niños autistas y sus familias", señalaron.

Fuente: Europa Press.