En la actualidad, la sobreinformación inunda las redes sociales y demás fuentes de consulta en pos de brindar recetas sobre cómo generar una buena crianza. La teoría parecería saberse a la perfección, sin embargo, muchos padres y madres no logran conectar con sus hijos imposibilitando el vínculo seguro.

En tal sentido, la psicóloga y psicoterapeuta española Beatriz Cazurro trabaja al respecto tanto en su consultorio como en sus libros, haciendo foco en la importancia de una conexión real por parte de los progenitores para con sus hijos.

La excesiva información de "expertos en crianza"

"No existe un listado específico de trucos para conectar con nuestros hijos. Y el problema está en que creo que los padres estamos muy perdidos hoy en día. Hay mucha información a la que accedemos y sin embargo esto no supone una garantía", expresó la profesional. Lo complejo de las relaciones, justamente, es que no existe un listado único de tips sobre cómo llevarlas adelante ni de la certeza de que se está haciendo bien.

En este aspecto, resulta clave hacer foco en la relación entre esas personas en particular. La desconexión genera una falta de vínculo seguro y esto repercute directamente en el desarrollo y futuro de los más pequeños: "Si su sistema nervioso está regulado, el bienestar emocional está más protegido; así como la salud mental y física, las funciones ejecutivas están seguras y se pueden desarrollar de manera óptima, es muy importante a todos los niveles".

Ir hacia un vínculo seguro

Al ahondar en torno a un vínculo seguro, la profesional indicó que se trata de "una relación en la que nos sentimos protegidos, escuchados, podemos ser nosotros mismos, y nos ven más allá de las conductas, nos aprecian por quienes somos, saben lo que nos ocurre, nos ponen límites firmes y nos ayudan a ponerle nombre a lo que nos pasa".

A su vez, existe una parte de seguridad que se ofrece "cuerpo a cuerpo". En este aspecto, muchos padres y madres intentan seguir pautas de crianza de expertos pero lo hacen en forma desconectada de sí mismos, por lo que no surte efecto.

"Hay una parte del ser humano que percibe la seguridad del ambiente. El sistema nervioso 'escanea' esta seguridad y los niños pequeños perciben el tono de las palabras en vez de las palabras por sí mismas, si hay dilatación de las pupilas, la postura de los progenitores, es ahí donde perciben cuánta seguridad hay por parte de estos. Hay padres que están siempre o muy alertas o muy estresados, muy enojados, y esto genera una confusión para los pequeños en torno a los mensajes. Es clave buscar una coherencia", especificó.

Para la experta, tanta información resulta por generar más inseguridad en los padres, los cuales terminan aferrándose a las pautas desconectándose de quiénes son, lo que genera menos seguridad tanto a sí mismos como a los niños.

"No hay trucos, eso es lo frustrante. Cada persona se encuentra en una situación diferente. Sí es clave encontrar espacios para acercarse al cuerpo, a las sensaciones, emociones, aprender poco a poco qué nos pasa. La terapia es una buena opción para uno mismo, complementando con otras prácticas como el yoga", concluyó.

Todo ello, a su vez, también responde a la propia infancia de los padres y cómo éstos aprendieron a gestionar sus propias emociones por medio de sus crianzas. Es por ello que, en este aspecto, la terapia resulta clave para sanar aquello que deba aprender a gestionarse en pos de brindar otro tipo de seguridad a la generación siguiente.

Fuente: Infosalus.