“No, porque esto no es que el cuarto árbitro lo va a reemplazar. Esto no tiene nada que ver, no es por una lesión, es por una agresión. Entonces, no hay posibilidades de seguir. No vamos a permitir que ninguno de nosotros salga lastimado de un evento deportivo. No tiene que pasar, estamos en 2025, no nos puede pasar esto. Si nosotros no actuamos, no hacemos las cosas como corresponde y seguimos jugando, esto va a seguir pasando y vamos a dar todos el okey. No es así, tenemos que hacer las cosas como corresponden. Sé que no es culpa de los jugadores de Godoy Cruz y Talleres, es de gente incivilizada”.
La explicación de Yael Falcón Pérez a Ernesto Pedernera, el entrenador de Godoy Cruz, es toda una declaración de principios que no necesita ni una palabra más. El desconocimiento del entrenador del reglamento y su insensibilidad con la situación son preocupantes.
La violencia siempre está a flor de piel en el fútbol argentino y volvió a hacer erupción en Mendoza, donde las barras de Godoy Cruz disputan territorio desde hace tiempo.
Pero el hecho del martes en la cancha de Gimnasia y Esgrima de Mendoza tiene poco que ver con un problema de barras.
La agresión con una varilla al árbitro asistente antes de comenzar el segundo tiempo fue un acto de incivilidad. A un desquiciado se le ocurrió arrojar un proyectil, hirió en la frente a Diego Martínez y Falcón Pérez suspendió el partido.
En la AFA hay dirigentes que ya piensan durísimas sanciones para el Tomba mientras esperan el descargo de la institución.
De alguna manera hay que arrancar la violencia de cuajo porque en el fútbol argentino este tipo de agresiones siempre está latente y de tanto en tanto se repite.
Sucedió en la cancha de Central en aquel partido de Copa Libertadores frente a Peñarol y al club le salió muy caro a pesar de que el agresor fue identificado casi inmediatamente.
Hoy pasa en un escenario, mañana en otro... Nada justifica un acto de este tipo, eso es tan cierto como que cuando la violencia derrama de arriba hacia abajo es bastante difícil organizar a una sociedad que está rota por todas partes y hasta se autoflagela con algunas decisiones que toma.
En la otra punta de Falcón Pérez, Cristian Tarragona, suplente de Talleres, le pidió al árbitro que le otorgue los puntos a Talleres en un acto total de insensibilidad. Por supuesto, no pasó ni cerca de Martínez para ver cómo estaba.
Hay protagonistas del juego, una minoría, a los que solo les interesa sacar ventaja en cualquier circunstancia prescindiendo del contexto. También tienen responsabilidad. La conducta de los protagonistas del juego siempre representa una señal. Para bien o para mal.
Godoy Cruz recibirá una durísima sanción que afectará sus ingresos drásticamente. El próximo partido de local será ante River y estaba programado para disputarse en el estadio mundialista con público neutral, o sea con hinchas de River.
El encuentro será, muy probablemente, a puertas cerradas, y el Tomba perderá una fortuna.
Quizás sufra quita de puntos, multa económica y le den por perdido el partido.
De todas maneras, el jueves se supo que el agresor habría sido un menor de 13 años, lo que podría, no debería, morigerar la pena.
Pero, como quedó escrito, esto no pasa solamente en Mendoza, sucede en cualquier lugar en el que alguien se lo proponga. Y las consecuencias las pagan los clubes, que a veces son parte del problema y otras no.
Es una coyuntura que el fútbol argentino no puede manejar. No es de ahora, es de siempre. Ahora se difunde más, se conoce más, se ve más.