Recientemente, una investigación española dio cuenta de que el 77% de jóvenes de entre 15 y 29 años juegan a videojuegos y que, más de la mitad, lo hacen a diario. Si bien se trata de una estadística española, la vida cotidiana en distintas partes del mundo dan cuenta de que este hábito, que rápidamente podría convertirse en una adicción, se extiende prácticamente en todo el planeta.

Desde la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) de España, alertaron que a raíz de que muchos no acceden a espacios de terapia para abordar estas problemáticas, no hay un número preciso pero sí se pueden predecir rápidos incrementos.

La adicción a los videojuegos

Historizando en la presencia de las pantallas en los adolescentes actuales, que ya son nativos digitales, los expertos españoles entienden que desde la niñez las personas toman contacto con las pantallas, comenzando por la televisión, el smartphone de los padres y las famosas tablets que ya están publicitadas para el consumo de los más pequeños incluso para fechas claves como el Día de la Niñez, Navidad o Día de Reyes.

“Si tuviera que decir una edad a la que suelen empezar a jugar los menores a videojuegos establecería los ocho años, pues es cuando suelen tener acceso a su propio teléfono u ordenador”, explicaron.

Si bien no es cuestión de demonizar a los videojuegos, puesto que son un medio para divertirse e incluso desarrollar ciertas habilidades, es clave comprender la temática y el contenido de cada uno para elegir qué tipo de videojuegos jugará la persona. A su vez, determinar el tiempo de uso de los mismos.

Esto último hace alusión a las consecuencias potencialmente negativas para la salud mental de los menores, las cuales pueden ser:

-La posibilidad de generar problemas de adicción.

-Ansiedad.

-Dificultad para dormir.

-Problemas en la concentración.

"Si un niño está sobreestimulado con las pantallas y los videojuegos, sobre todo en la noche, esto influye en el sueño y también puede afectar a la capacidad de concentración”, señalaron.

El aislamiento

En caso de jugar durante muchas horas crea una descompensación de otros tipos de actividades de las que las personas empiezan a carecer como, por ejemplo, salir a la calle o jugar con otros niños.

"Además, hay videojuegos que son online y permiten jugar con otras personas, lo que puede provocar que algunos jugadores se metan en su mundo manteniendo solo relaciones virtuales y acaben sin tener conexiones reales en el mundo real", subrayaron.

Los cambios en el cerebro

La adicción a videojuegos tiene varios efectos a nivel cerebral. Una de las regiones del cerebro más afectada es la parte frontal, viéndose alterada en personas que tienen un uso adictivo problemático de los videojuegos. "Se activan menos estas áreas que sirven normalmente para controlar nuestra conducta e impulsos”, explicaron.

Por otra parte, son muy activas ciertas áreas cerebrales implicadas en la gratificación, sobre todo en el contexto de juegos, ya que el cerebro de la persona está particularmente gratificado por esta actividad: “Esto puede ser problemático porque realmente la persona luego puede abandonar otras actividades relevantes para dedicarse exclusivamente a los juegos que producen esa gratificación”.

De esta forma, las alteraciones en las áreas cerebrales son:

-La gratificación.

-La capacidad de control y de planificación.

-La toma de decisiones.

-Las señales de alerta.

Los síntomas que pueden demostrar el comienzo de una adicción

En tal sentido, los expertos recomiendan atender a ciertos síntomas que pueden traducirse como un desarrollo de adicción:

-La frecuencia con la que hace esta actividad. Si es algo diario que hace varias horas al día, por ejemplo.

-Si se observa una dificultad para dejar de jugar, sobre todo, cuando tiene otras cosas importantes que hacer, como realizar sus tareas u otras actividades, salir con amigos, o si renuncia a otros planes solo para jugar.

-Si deja de hacer cosas que antes le gustaban, como por ejemplo jugar al fútbol y ahora solo juega a videojuegos.

-Síndrome de abstinencia: Si lleva tiempo sin jugar y es más irritable, nervioso, tiene mucha ansiedad por jugar, trata de esconderse cuando juega, miente sobre cuánto tiempo ha jugado realmente, etc.

Cómo actuar desde casa

-Para los expertos, es importante dictaminar desde un comienzo el tiempo de permiso para utilizar pantallas. En adolescencia, lo recomendable es no exceder las dos horas y, en lo posible, que tampoco sea una actividad diaria. Una forma de establecerlo es por medio de un contrato escrito para recordar y respetar en caso de que alguna situación lo requiera.

-Fomentar otro tipo de actividades fuera de casa y crear alternativas al uso de pantallas para que el menor pueda desarrollar otras habilidades adecuadas a su edad.

-En caso de detectar que hay una conducta adictiva, consultar en un espacio profesional adecuado como la psicoterapia. 

Fuente: EFE.