A través de un nuevo estudio, se reveló que la ingesta elevada de pescado magro y graso puede retrasar la progresión de la discapacidad en personas con esclerosis múltiple (EM). La investigación comparativa poblacional fue publicada por expertos del Instituto Karolinska en Suecia y los resultados se difundieron en Journal of Neurology Neurosurgery & Psychiatry.
El estudio
Según detallaron los expertos, las propiedades antiinflamatorias y neuroprotectoras de los nutrientes que se encuentran en el pescado pueden ser clave, por lo que subrayan la importancia potencial de la dieta en el manejo de la enfermedad.
A partir de este estudio, nuevas evidencias indican que la dieta puede tener un papel en el desarrollo de enfermedades inflamatorias, incluyendo la EM. Si bien ya se había adelantado esta cuestión en otros estudios, no se había analizado si podía retrasar o disminuir la progresión de la discapacidad.
Para arribar a sus conclusiones, utilizaron datos de 2.719 participantes recientemente diagnosticados con EM, con una edad promedio de 38 años. Los pacientes forman parte del estudio de Investigación Epidemiológica de Esclerosis Múltiple (EIMS), un estudio de casos y controles basados en la población sueca a nivel nacional.
Los participantes se reclutaron entre abril de 2005 y junio de 2015, en donde proporcionaron información respecto de exposiciones ambientales, hábitos de estilo de vida, incluyendo así el consumo de pescado magro y graso categorizado en "nunca o rara vez; 1 a 3 veces al mes; semanalmente", puntuándose de 2 a 6 según si comían pescado magro o graso, o ambos.
Asimismo, la progresión de la enfermedad medida en la Escala Ampliada del Estado de Discapacidad (EDSS) se siguió por 15 años a través del Registro Sueco de EM. El empeoramiento confirmado de discapacidad se definió como un aumento en la puntuación EDSS de al menos 1 punto desde el inicio, sostenido entre dos controles adicionales con al menos 6 meses de diferencia.
El mayor consumo de pescado en el momento del diagnóstico se asoció a un riesgo 44% menor de empeoramiento de la discapacidad confirmada, así como un riesgo 45% menor de progresar a EDSS 3 y un riesgo 43% menor de progresar a EDSS 4 en comparación a quienes no comían nada o muy poco. A más pescado magro y aceitoso, menos empeoramiento de la discapacidad confirmada y progresión.
En 2021, 1.719 participantes completaron un cuestionario de seguimiento que evaluaba los cambio en la ingesta de pescado a lo largo del tiempo. El 24% modificó su consumo y, quienes aumentaron su puntuación de 2-3 a 5-6 en los 5 años posteriores al diagnóstico, tuvieron un riesgo 20% menor de empeoramiento de la discapacidad confirmada en comparación a quienes continuaron comiendo poco o nada de pescado.
Los resultados se mantuvieron incluso frente a factores potencialmente influyentes como actividad física, peso, tabaquismo, consumo de alcohol y exposición al sol, así como cuando se realizó un ajuste adicional para el nivel de vitamina D.
Al tratarse de un estudio meramente observacional, es necesario investigar más para validar estos hallazgos e investigar mecanismos biológicos subyacentes. "Si bien los ácidos grasos omega-3 que se encuentran predominantemente en el pescado azul pueden contribuir a reducir la progresión de la discapacidad, los efectos beneficiosos observados en el consumo de pescado magro sugieren que otros factores puedan desempeñar un papel importante. Uno de esos factores es la taurina, un aminoácido que se encuentra en grandes cantidades en el pescado y mariscos", explicaron.
Y añadieron: "La taurina es el aminoácido libre más abundante en el cerebro y, aunque existen mecanismos endógenos para su producción, es necesario un aporte exógeno para cubrir las necesidades fisiológicas. La taurina tiene diversas funciones celulares, incluidas acciones citoprotectoras a través de efectos antioxidantes y antiinflamatorios, lo que la convierte en un agente terapéutico potencial para trastornos neurológicos".
En tal sentido, los resultados subrayan el rol potencial de la dieta, en particular el consumo del pescado, como un factor modificable que podría complementar las estrategias terapéuticas existentes para la Esclerosis Múltiple.
Fuente: Europa Press.