Tal como estaba previsto, el pasado miércoles los alumnos de nivel secundario de toda la provincia de Santa Fe volvieron a las aulas. Para quienes en 2025 transitan su último año, este regreso tiene un significado especial: el cierre de una etapa inolvidable, marcada por amistades, aprendizajes y desafíos, y, al mismo tiempo, el comienzo de un camino lleno de decisiones importantes sobre su futuro. No es solo el fin de la etapa escolar y el primer paso hacia la vida adulta; para algunos, representa una continuidad académica en estudios superiores, mientras que para otros, el ingreso al mundo laboral.
De manera simultánea, miles de niños dan el salto de la escuela primaria a la educación secundaria, un cambio que no solo supone nuevas materias y profesores, sino también una transformación personal y social trascendental, que sentará las bases tanto para el desarrollo de su personalidad como para su futuro profesional. En este proceso, la escuela se convierte en un espacio donde los adolescentes comienzan a explorar sus intereses, despertando vocaciones que tal vez los acompañen a lo largo de su vida.

En este nuevo ciclo, la tecnología juega un rol fundamental. Y aunque es verdad que, a esta edad, casi todos llevan un celular en el bolsillo, este dispositivo, por más práctico que sea, de ninguna manera ofrece el nivel de versatilidad que brinda una computadora. Con un teléfono, los chicos pueden buscar información, consultar dudas en herramientas como ChatGPT o acceder a plataformas educativas.
Sin embargo, una computadora es incomparablemente más cómoda y flexible a la hora de sentarse a redactar un trabajo extenso, crear presentaciones llenas de creatividad, o incluso utilizar programas específicos que alguna materia podría necesitar. Sumado a eso, la capacidad de abrir varias ventanas al mismo tiempo -ya sean documentos, vídeos explicativos o una web con datos adicionales- hace que trabajar en distintos proyectos sea más fácil y ordenado. Intentar lo mismo en la pequeña pantalla de un celular, con sus letras diminutas y su teclado apretado, termina siendo una tarea tan incómoda que se vuelve muy difícil de disfrutar.

Elegir el equipo adecuado puede marcar la diferencia a lo largo de toda la secundaria, ofreciendo el equilibrio ideal entre rendimiento, durabilidad y comodidad que un estudiante necesita, sin que el presupuesto se dispare. Sin embargo, es importante aclarar que tener una computadora no es un requisito obligatorio para cursar el secundario, pero en un mundo donde la tecnología está cada vez más presente, contar con una se vuelve casi imprescindible para aprovechar al máximo esta etapa.
No se trata solo de hacer las tareas más rápido o con menos esfuerzo, sino de abrir un abanico de posibilidades que van desde explorar recursos educativos hasta practicar habilidades que serán clave en la universidad o el trabajo. Una computadora no reemplaza los libros, el aula ni al docente, pero los complementa de una manera que un celular, por más útil que sea, no puede igualar.

“En el secundario, cada docente aborda las estrategias con libertad dentro de lo que marca el currículum, no hay una exigencia formal de utilizar estos dispositivos, especialmente en las escuelas públicas, donde las realidades son muy diversas”, explica José Goity, Ministro de Educación de Santa Fe, en diálogo con Rosario3. “La mayoría de las escuelas cuentan con un laboratorio de informática para trabajos prácticos o para algunas actividades de formación que requieren específicamente ese recurso. La computadora se utiliza, y se usaría mucho más si hubiera mayor disponibilidad, pero no hay una normativa unificada que regule su uso en el secundario”, agrega.
Dicho esto, para quienes deciden sumar una computadora portátil a su día a día educativo, la buena noticia es que no hace falta un costoso equipo de última generación ni con una potencia descomunal, como los que se usan para modelado 3D, entrenar modelos de inteligencia artificial o jugar los últimos juegos AAA mientras se hace streaming, todas actividades que demandan gran poder de cómputo y tarjetas gráficas dedicadas. Las necesidades de un estudiante son más simples, y por lo tanto, más accesibles: navegar por internet, escribir en aplicaciones de texto en la nube, preparar presentaciones en Canva o sumarse ocasionalmente a un Zoom con sus compañeros para algún trabajo en grupo. Para esto, una portátil con un rendimiento básico pero confiable es más que suficiente.

En este caso, lo que realmente cuenta es poder abrir varias pestañas del navegador sin ponerse lenta, que tenga una batería que dure algunas horas sin depender de un enchufe, que sea cómoda de transportar y que aguante el uso diario de los años de cursado sin desarmarse. Con estas prioridades en mente, hay muchas opciones al alcance del bolsillo que cuestan igual o menos que un celular de gama media, y que ofrecen todo lo necesario que un estudiante puede llegar a necesitar.
Por ejemplo, procesadores básicos como el Intel Core i3 o el AMD Ryzen 3 tienen la potencia justa para manejar estas tareas sin inconvenientes, y con 8 GB de RAM permiten trabajar cómodamente con varias pestañas y programas básicos sin que el equipo pierda fluidez. Un disco SSD de 256 GB no solo proporciona espacio suficiente para el sistema operativo, aplicaciones, documentos y algún que otro video, sino que también permite que la computadora encienda rápido y esté lista para usar en cuestión de segundos. Una pantalla de 15,6 pulgadas con resolución Full HD (1920x1080) es ideal para trabajar con comodidad y buena calidad visual, aunque si el presupuesto aprieta, una de 14 pulgadas con resolución HD (1366x768) sigue siendo una opción aceptable y más portátil.

A la hora de elegir, vale la pena apostar por computadoras de marca, sobre todo en equipos de gama baja, donde la diferencia en la calidad de los componentes puede ser decisiva para asegurar la longevidad del equipo. A diferencia de las opciones genéricas o ensambladas por fabricantes que buscan abaratar costos a cualquier precio, marcas reconocidas como Lenovo, HP, Dell o Acer ofrecen portátiles que, incluso en sus versiones más económicas, están diseñadas y construidas con estándares de calidad que prometen mayor durabilidad y resistencia. Esto se logra a partir de un ensamblaje más cuidado, mejores materiales y, sobre todo, soporte técnico oficial en Argentina. Frente a una portátil genérica, donde una pequeña falla puede complicarlo todo -desde encontrar repuestos hasta arreglarla- la leve diferencia de precio entre una opción y otra se traduce en una inversión que brinda mayor tranquilidad ante cualquier imprevisto.
Para las familias que quieran equipar a sus hijos sin que el bolsillo sufra demasiado, la buena noticia es que estas computadoras están al alcance con un poco de planificación. En Argentina, por ejemplo, una Lenovo Ideapad de 15,6 pulgadas Full HD, con procesador Intel i3 de 12ª generación, 8 GB de RAM, SSD de 256 GB y Windows 11 Home se puede conseguir por $ 570.000 en un solo pago o en 12 cuotas de $ 64.116, un valor acorde al rendimiento y que se adapta fácilmente a un presupuesto mensual.

Otra opción es buscar afuera en plataformas como Amazon, que ofrece una variedad enorme y precios muy atractivos, aunque implican un pago único al que hay que sumar costos de transporte e impuestos, salvo en algunos casos puntuales donde el envío sale gratis. Así, ya sea localmente en cuotas o mediante una compra bien pensada desde el exterior, estas portátiles no solo acompañarán a los estudiantes durante toda la secundaria, sino que también podrán servirles en los primeros pasos universitarios o laborales, haciendo que cada peso invertido rinda al máximo. En un mundo cada vez más digital, darles acceso a la tecnología adecuada es, sin duda, una de las mejores decisiones que las familias pueden tomar para impulsar la educación de sus hijos.