En 2020, un alemán de 36 años en tratamiento en el Centro Wyss para la Bio y Neuroingeniería en Ginebra, Suiza, logró decir "Quiero una cerveza". Una frase que no llamaría demasiado la atención si no fuera porque fue expresada por un hombre completamente paralizado y sin capacidad de hablar debido a la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). El paciente recuperó la capacidad de expresarse gracias a un implante craneal colocado en la corteza motora, la región del cerebro que controla el movimiento. De esta manera, podía seleccionar letras en una pantalla, permitiéndole escribir mensajes y comunicarse con su familia y cuidadores.

Este logro fue posible gracias a una interfaz cerebro-computadora (BCI, por sus siglas en inglés), una tecnología que permite la comunicación directa entre el cerebro y un dispositivo externo, y que en los últimos años ha logrado unos avances impresionantes combinando neurociencia, ingeniería e inteligencia artificial. Los BCI registran la actividad neuronal y la traducen en comandos que pueden controlar una computadora, un cursor en una pantalla o incluso dispositivos como prótesis robóticas.

"Quiero una cerveza", el pensamiento que rompió el silencio de un hombre paralizado por ELA

Si bien el paciente alemán del Centro Wyss no es el primer caso de éxito de una interfaz cerebro-computadora -un campo cuyas primeras investigaciones se remontan al comienzo de la década de 1970-, sí es de uno de los primeros en los que el paciente sufre un enclaustramiento total, sin posibilidad de mover ningún músculo, ni siquiera los ojos. Desde entonces, en menos de cinco años, esta tecnología avanzó en todos los aspectos: métodos de implantación, algoritmos para la interpretación de las señales cerebrales y mayor precisión en la decodificación de los pensamientos.

El sistema del paciente alemán utilizaba dos conjuntos de 64 electrodos cada uno (128 en total), que captaban las señales neuronales asociadas a intentos de movimiento del brazo derecho. En comparación, el moderno implante “Telepathy”, desarrollado por Neuralink, la empresa fundada por Elon Musk y probado en humanos desde enero de 2024, cuenta con 1024 electrodos distribuidos en 64 hilos ultrafinos, cuyo diámetro es más pequeño que el de un cabello. Cada uno de estos hilos se inserta en el cerebro con un robot quirúrgico de precisión, permitiendo una conexión más directa y menos invasiva, lo que se traduce en una mejor interpretación y traducción de las intenciones mentales.

Así es Telepathy, el implante intracortical de Neuralink

Este implante se conecta de manera inalámbrica a un pequeño dispositivo del tamaño de un teléfono, que procesa las señales cerebrales y las traduce en comandos para controlar equipos electrónicos, prótesis e incluso, en un futuro cercano, vehículos. El primer paciente humano en usar el chip de Neuralink, Noland Arbaugh, un estadounidense de 30 años que quedó tetrapléjico hace 9 en un accidente de buceo, asegura que este implante cambió su vida, permitiéndole volver a usar su computadora y jugar videojuegos utilizando solo su mente. “Es alucinante, es como usar La Fuerza (de Star Wars)”, comentó en más de una ocasión. En el último año, Neuralink implantó su dispositivo en 3 pacientes y espera poder hacerlo en 20 o 30 voluntarios más a lo largo de 2025.

Más allá de los habituales alardes de logros que Elon Musk acostumbra a hacer cada vez que tiene oportunidad, otras empresas se encuentran trabajando en proyectos igual de revolucionarios, aunque con enfoques distintos. Una de ellas es Synchron, una compañía con sede en Nueva York que optó por un método menos invasivo para conectar el cerebro con el mundo exterior.

Noland Arbaugh, el primer paciente con el implante cerebral de Neuralink

Su dispositivo, bautizado Stentrode, se aplica a través de la vena yugular y se posiciona en un vaso sanguíneo cercano a la corteza motora, evitando la necesidad de abrir el cráneo, a diferencia de lo que hace Neuralink y otros desarrollos similares. Este implante tiene forma de stent (una malla tubular) y está equipado con pequeños electrodos capaces de detectar y registrar la actividad eléctrica del cerebro.

Las señales cerebrales captadas por el Stentrode son transmitidas de forma inalámbrica a un receptor externo, donde algoritmos de IA las convierten en señales útiles, como mover un cursor en una pantalla o enviar mensajes. Uno de los pacientes, un hombre de 64 años, logró encender luces y hacer videollamadas tan solo con sus pensamientos. Synchron ya ha implantado su tecnología en 10 personas, y con el respaldo de inversionistas de peso como Bill Gates y Jeff Bezos, esperan obtener la aprobación comercial en los próximos años.

Stentrode, la interfaz cerebro-computadora de Synchron que no necesita perforar el cráneo.

El método de Synchron es mucho menos invasivo que la trepanación, ya que no requiere de intervenciones directas en el cerebro, alineándose con una tendencia en aumento en el campo de las interfaces cerebro-computadora (BCI), donde se intenta minimizar los riesgos y maximizar la accesibilidad. Y mientras Synchron avanza en esa dirección, Meta, la empresa detrás de Facebook, Instagram y WhatsApp, está explorando desde hace años tecnologías no quirúrgicas capaces de interpretar señales cerebrales, traduciendo pensamientos en texto sin necesidad de implantes de ningún tipo. Solo con escáneres cerebrales y el poder de la inteligencia artificial.

El Stentrode se ubica estratégicamente cerca de la corteza motora

En febrero de 2025, el equipo de Meta de Investigación Fundamental sobre Inteligencia Artificial (FAIR, por sus siglas en inglés) en colaboración con el Basque Center on Cognition, Brain and Language, de España, presentó un sorprendente sistema que materializa oraciones completas directamente de las señales cerebrales. Mediante magnetoencefalografía (MEG), una máquina que mide los campos magnéticos producidos por la actividad neuronal con una precisión de 1.000 imágenes por segundo, lograron captar lo que pasa en el cerebro cuando alguien piensa en escribir algo.

En el estudio, 35 voluntarios teclearon frases predefinidas mientras el MEG escaneaba sus cerebros, detectando cómo las ideas se transforman en letras, sílabas y palabras en fracciones de segundo. Detrás de esta hazaña tecnológica se encuentra un modelo de IA llamado Brain2Qwerty, entrenado con miles de horas de datos cerebrales para relacionar patrones neuronales con caracteres específicos, logrando predecir el texto hasta con un 80% de precisión. En palabras de Jean-Rémi King, líder del proyecto, "es como si el cerebro tuviera un teclado invisible”.

Meta está explorando tecnologías no quirúrgicas para interpretar señales cerebrales

Por el momento, esta tecnología no está lista para salir del laboratorio. Un magnetoencefalógrafo es un equipo grande, costoso y complejo, de tamaño similar a un escáner de resonancia magnética, que requiere una sala especialmente diseñada para aislarlo de interferencias magnéticas externas. Aunque la estrategia de Meta elimina los riesgos quirúrgicos de Neuralink y Synchron, su velocidad no iguala a los implantes y cualquier movimiento interrumpe las señales. Sin embargo, su potencial es enorme. No solo para personas con discapacidades, sino que algún día podría permitirnos a todos escribir o comunicarnos solo con el pensamiento. Cuando eso suceda, nuestra relación con la tecnología cambiará para siempre.

Por el momento, la tecnología de Meta no está lista para salir del laboratorio