El fenómeno de las “compras de paja” de armamento (straw purchase), muy extendido en Estados Unidos, tuvo una investigación local que en su etapa preparatoria arrojó resultados significativos, al poner en descubierto que usuarios legales adquieren armas de fuego para luego hacer negocios en el mercado ilegal. Este lunes, doce personas poseedoras de un universo de 210 armas fueron imputadas con relación a este delito bajo la calificación de provisión ilegal con habitualidad en calidad de autores. Está comprobado, según la Fiscalía, que en al menos tres episodios esas pistolas se utilizaron o estaban en posesión de personas ligadas al hampa, sin autorización de uso.

El caso de Lucas Adrián P. es paradigmático. La Fiscalía indicó que tiene registradas a su nombre 43 armas, la gran mayoría pistolas calibre 9 milímetros, que fueron adquiridas desde el año 2020. Un armamento valuado en casi 30 mil dólares. Al momento de ser allanado, semejante arsenal no estaba en su vivienda. Y para la Fiscalía no hay dudas de que los “fierros” terminaron en manos de personas que no revisten la calidad de legítimos usuarios.

Flavio P. –hermano de Lucas– posee registradas 24 pistolas de distintos calibres. Ninguna apareció cuando fue allanado.

Pero según los investigadores hubo un incidente que prefiguró su accionar. El 23 de noviembre de 2023 personal de la ex Agencia de Investigación Criminal allanó un domicilio de la villa Las Chapitas de Villa Constitución por un caso de balaceras y secuestró una Bersa Thunder .380 que era de su propiedad y estaba en manos de un joven rosarino ligado a la narcocriminalidad. Ello pudo establecerse gracias a que el número de serie de la pistola aún no había sido suprimido.

Federico Daniel P., por su parte, tiene registradas 35 pistolas, 23 adquiridas en la armería Bordoni recientemente. De esas armas, 19 fueron compradas entre mayo y noviembre de 2023, y las 16 restantes en el transcurso de 2024. Ninguna estaba en su poder cuando fue allanado. El caso de Alexis Damián M., usuario de 34 pistolas, es idéntico. Y también con Pablo Daniel S., que tiene registradas a su nombre 21 armas.

Hay otro episodio detectado de derivación de armas legales al submundo del hampa. Es el caso de una pistola 9 milímetros marca Bersa adquirida por Jorgelina Ayelén B., una clienta de la armería Bordoni, que tiene registradas pistolas compradas en 2023.

La Bersa a su nombre, que ya tenía la numeración parcialmente eliminada, fue secuestrada el pasado 12 de agosto a un convicto por homicidio llamado Jorge “Tachuela” Anguilante, que fue aprehendido por la intervención policial a raíz de un robo en Cullen y Ugarte al 2700.

Luego un peritaje arrojó que la misma arma había sido utilizada para cometer una balacera el 30 de noviembre de 2023 en Baigorria al 3900 (zona rural) y otra posterior en Sarratea al 1200 bis.

Por su parte, Claudio Sancanela, un usuario de seis pistolas y una escopeta domiciliado en Villa Moreno terminó acusado además de ser el partícipe necesario de un doble crimen cometido el 20 de mayo en barrio Alvear, porque los homicidas utilizaron una de sus pistolas, que fue recuperada por la Policía. Horas después del ataque denunció la sustracción de cinco de sus armas, pero para la Fiscalía no hay dudas de que se trató de una denuncia falsa.

El fenómeno no es nuevo. En Estados Unidos representa un verdadero dolor de cabeza para las autoridades, donde una y otra vez investigaciones revelan que los atacantes armados no obtuvieron su arma de fuego legalmente en una tienda o feria de armas, sino a partir de un usuario que sí lo hizo.

Según publica la agencia Associated Press, un informe federal hecho público en febrero de 2023 mostró que el 54 por ciento de las armas que la policía recuperó en las escenas de los crímenes en 2021 se habían comprado en los últimos tres años, lo que significó un aumento de dos dígitos desde 2019. El cambio más rápido puede indicar tráfico ilegal de armas o una compra a través de un intermediario, la llamada compra de paja o straw purchase. El aumento se debió en gran medida a las armas compradas menos de un año antes, dice el informe.

El reporte del Departamento de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos también hizo hincapié en un aumento de dispositivos de conversión que hacen que un arma semiautomática dispare como una ametralladora, junto con la creciente incautación de las llamadas armas fantasma, que son de fabricación privada y difíciles de rastrear.