Por la mañana los rayos del sol penetran la enorme caja de vidrio que es el Heca y recrean en su interior una atmósfera brillante. La transparencia de sus costados, sin embargo, no deja ver del todo lo que sucede adentro, allí donde la vida y la muerte se enfrentan una y otra vez. Si entrara un espiritista, quizás vería como en las películas, un tránsito fluido de almas, quedándose o yéndose.
El Hospital de Emergencias Clemente Álvarez, así su nombre completo, está emplazado desde hace 15 años en avenida Pellegrini al 3200 y ocupa la manzana entera (antes funcionó en inmediaciones de Mitre y Virasoro). Es un gigante, una mole de vidrio, en donde se atienden las urgencias más graves que ocurren en Rosario y por eso, siempre ha sido su reflejo. Actualmente, es la manifestación de la crisis de violencia que soporta la urbe: la mayoría de sus víctimas y victimarios van a parar a su guardia.
Rosario3 visitó el centro médico, el corazón del sistema sanitario municipal, el hospital de mayor complejidad de la red de salud, para conocer el pulso acelerado de la ciudad y advertir que la escena, con ribetes terroríficos, montada por el avance de la narcocriminalidad sería, simplemente atroz, sin la intervención de los médicos y trabajadores de la salud de este nosocomio.
Unas 1.200 personas trabajan en el Heca que recibe 3.000 ingresos de pacientes mensuales. Su director, Jorge Ignacio Bitar, ubica al hospital en el centro de la atención médica local, el principal receptor del “trauma”.
“Recibimos la patología clínico quirúrgica aguda, los pacientes complejos de los hospitales de segundo nivel, de los centros de salud o de su domicilio, quienes acceden a cirugías complejas. También, se aborda la patología de mediana complejidad”, explicó y advirtió: “El 10% de los ingresos es por siniestralidad vial. De ellos, el mayor número de víctimas son motociclistas que son los más lesionados. Y del total, el trauma penetrante donde están implicadas armas de fuego es el 2%”.
Es decir, unas 60 personas ingresan al Heca por balazos al mes; un promedio de dos por día.
Más baleados que nunca
La intesidad en los enfrentamientos y la accesibilidad a las armas de fuego componen un combo peligroso. Las diferencias que, históricamente, se han disputado con el cuerpo y a los tiros o facazos, se ven multiplicadas en el marco del narcocrimen, donde el ejercicio de la violencia, que forma parte de un negocio económico, es cada vez más virulenta.
El Heca como un reflejo de la calle, el lugar a donde van a parar los caídos de este embate. El vice director, Germán Camiletti, dio cuenta de esto cuando aseguró: “Los heridos de arma de fuego de hace 10 o 15 años tenían menos lesiones, hoy ingresan pacientes con más heridas, o sea, con lesiones más graves”. Bitar coincidió con el hecho de que los pacientes “llegan más complejos, más graves y requieren múltiples cirugías de alto costo”.
Luego, observó en ese sentido: “Lo que uno puede deducir es que parece que hay heridas que se producen por un arma que tira repetidamente. Antes llegaba un paciente con una herida, ahora con once”, indicó. “Nosotros no sabemos qué pasa afuera, pero probablemente sea que hay armas más complejas”, consideró a lo que el vice sumó: “O situaciones más violentas”.
Los profesionales revelaron una disminución, en tanto, de heridos por armas blancas. Según precisó Bitar, el Dispositivo de Intervención en Situaciones de Violencia Armada (Disva), que funciona de forma integral en la Municipalidad de Rosario, indica que las apuñalados son más bien ejecutados en riñas intrafamiliares o entre amigos. “Diferente a la herida de arma de fuego que es más por cuestiones de narcomenudeo y esto que estamos viviendo, esta crisis”, completó.
Además de pacientes con más cantidad de impactos, se amplió el espectro etario, una postal que también está atravesada por los ribetes violentos del comercio de estupefacientes. “Hemos recibido personas de 60 años y más, y a veces la gente como ve una estructura de un hospital entra también con el paciente pediátrico, aunque solo recibamos adultos”, describió y resaltó en ese sentido: “Lo que se ve en el último tiempo es un aumento en mujeres heridas”.
Y Camiletti, agregó al respecto: “En las crónicas policiales aparece el aumento de la mortalidad por balaceras o mujeres que están mucho más involucradas en cuestiones relacionadas al narcotráfico que antes”.
La guardia del Heca
La rampa permite el acceso rápido de la persona herida en camilla. Aunque acá, en la guardia del Heca, todo debe ser hecho velozmente. Cada segundo cuenta porque, en general, quienes entran necesitan ser salvados. La médica de guardia Clara Cerutti conoce la adrenalina de ese momento exacto.
“El paciente ingresa, ya sea en ambulancia o por sus propios medios acompañado por familiares. El equipo de salud está ubicado al lado de la rampa, y lo acompañamos hacia el shock room. Se hace la evaluación inicial de las lesiones, de su parte hemodinámica, de la presión, se lo evalúa completo”, explicó sobre el funcionamiento de la guardia. En esta instancia, intervienen ocho profesionales.
“Tenemos todos los servicios dentro del hospital que acuden rápidamente a este área de atención inicial. Tenemos para hacer las imágenes necesarias ahí mismo o si el paciente está estable y lo requiere, podemos realizar tomografías en el caso de un politrauma o una herida de arma de fuego o blanca. Y, si es urgente, y tiene que ir a quirófano, se lo traslada rápidamente, está todo en la planta”, profundizó sobre la atención que abarca a unos 30 trabajadores de la salud.
Aunque la guardia es una zona dinámica y activa durante todo el día, los médicos coincidieron en que durante los fines de semana y de noche, se registran más casos vinculados a la violencia. Participan en su abordaje el equipo del Banco de Sangre, los enfermeros, los equipos médicos, los camilleros, los profesionales de diagnósticos por imágenes, entre otros.
"Se trata de pacientes que llevan mucho tiempo de atención y mucha dedicación física”, dijo Camiletti e ironizó: “No es que yo firmo una ordencita para hacerse la ecografía y me quedo tranquilo como si fuese una piedrita en la vesícula”.
Pacientes de alto costo
La violencia en las calles impacta en los cuerpos de forma rotunda. Los baleados de hoy llegan al Heca gravísimos y esta condición que requiere una atención compleja, ocasiona gastos millonarios. La subdirectora del hospital, Andrea Becherucci, manifestó sobre estos heridos: “Incrementan los costos al tener múltiples lesiones torácicas o abdominales”.
“Entran a quirófano –ahondó– y muchas veces las lesiones que se operan no pueden ser resueltas en la primera cirugía, entonces se hace una intervención de control de daño donde lo primero que se frena son las hemorragias o las lesiones de vísceras huecas, pero esos pacientes después necesitan cirugías mayores”, puntualizó.
Los alcances de las heridas obligan a ingresar a este tipo de paciente en una unidad de terapia intensiva hasta que se estabilice. “Hay que reoperar para arreglar quirúrgicamente o limpiar zonas. Habitualmente tienen que ser re operados cada 24 o 48 horas y muchas veces se operan hasta diez veces”, apuntó y subrayó: “Tuvimos un paciente hace poco que se reoperó 13 veces las lesiones abdominales por herida de arma de fuego”.
Esta recurrencia genera gastos elevadísimos en el hospital. Tal cual observó la profesional “las internaciones muy prolongadas en terapia intensiva, de un mes o dos meses, implican un alto costo en medicación, sedante, antibióticos y nutrición parenteral”. “Después, cuando se subsana todo esto -se extendió- están los pacientes que hay que resolver con prótesis u órtesis y después rehabilitación, o sea que el costo es muy alto para los equipos”, consideró.
Aunque prefirieron no establecer una cifra concreta, los directivos admitieron que son valores en dólares y que, debido a la inflación, cambian constantemente. “Para dar una idea, podemos decir que el 26 por ciento del presupuesto municipal va a Salud”, observaron mientras que Becherucci graficó: “Un solo antibiótico de los que se suministran en estos casos cuesta un millón doscientos mil pesos”. Una cifra que sirve para darse una idea del dinero que se destina para este tipo de atenciones médicas.
Bitar advirtió en este sentido: “Estos son pacientes que están más o menos 14 días en terapia, cuando una cama de UTI (Unidad de Terapia Intensiva) –cabe señalar que el Heca cuenta con 24 camas UTI– por día, es elevadamente cara. A su vez, se trata de un hospital costeado por la Municipalidad y nadie más. Pocas veces se ve en el país un hospital de alta complejidad que su alto costo lo lleve solo una municipalidad”, resaltó.
El dolor a casa
¿Cómo repercute la crisis de violencia en quienes tienen que curar sus heridas? Los profesionales de la salud que acceden a trabajar en el Heca saben dónde se meten, se preparan para afrontar la complejidad de la urgencia, los cuerpos desmembrados y, el dolor extremo. Sin embargo, esas instancias tan intensas dejan algunas marcas al volver a casa.
Un factor que altera directamente el abordaje médico de la emergencia y repercute en las emociones de los profesionales a cargo, es la forma en que los familiares de la persona herida reaccionan. Sus propias sensaciones, el modo en que ese pariente resultó baleado y la intervención de la violencia en el hecho insiden directamente.
El vicedirector del Heca, Germán Camiletti, recortó la escena de la llegada de pacientes muy comprometidos que son traídos por familiares. “No es lo mismo cuando recibimos un paciente derivado del Sies, que es contenido, a aquel que es cargado en un auto que, quizás, recorre la mitad de la ciudad a velocidad. Con él llega toda la euforia y la angustia de una familia y el primer contacto con un equipo de salud es en la puerta de este hospital”, destacó.
“Tampoco es lo mismo atender en una guardia a un paciente que al sacarle la ropa le encontrás un arma, hay una adrenalina diferente. Sí, eso ocurre en repetidas ocasiones”, planteó el director, quien compartió su vivencia: “Te llevás a tu casa la tristeza de que hay una desigualdad que genera una crisis violenta, pero bueno, hay que pensar que es la ciudad que queremos y elegimos para vivir”, sostuvo.
Aunque admitieron estar algo desensibilizados por la rutina y remarcaron haber sido capacitados para atravesar situaciones extremas, la humanidad siempre se compromete. En sintonia con Bitar, Camiletti, confesó: “Este acostumbramiento no te borra situaciones que te quedan grabadas”, asumió. “Yo me acuerdo de una situación que viví en el Heca viejo, hace 15 años, y sé que no me la voy a olvidar. No me impide seguir adelante con este trabajo, pero sé que son cosas que no me voy a olvidar y que las voy a llevar siempre”.
Por su parte, Cerutti, quien ocupa la primera línea al recibir a los pacientes más afectados en la guardia, expresó: “Creo que todos en Rosario estamos atravesados por esta situación de violencia, pero nosotros trabajando, acá lo vemos en primera plana. Estamos habituados y entrenados a hacerlo, tenemos protocolos, formas de actuar, se hace de la mejor manera y, obviamente tratamos de que eso no nos afecte en lo personal para poder seguir trabajando, pero bueno, como dicen acá los doctores es difícil, hay casos que quedan marcados y cuando llegás a tu casa, están esas situaciones que vivimos”.
La contención de los enfermeros y enfermeras
El Departamento de Enfermería del Heca cuenta con 328 trabajadores, a cargo de Luz María Britos, quien aseguró que la labor “dio un salto muy grande porque ya no es más un hospital de emergencia en el que se recibían los politraumas".
"Ahora, que la sociedad cambió, el reflejo de la ciudad es este hospital y la violencia se transmite también acá”, analizó. Una vez más, este Heca espejo de una Rosario alterada.
La variedad de pacientes obliga a los enfermeros y enfermeras a una constante capacitación a fin de estar a la altura de las diversas situaciones. Al igual que sucedió con la pandemia de coronavirus, la atención de heridos múltiples también es un desafío. “Tenemos una dotación de nueve trabajadores por turno, divididos en las distintas áreas porque la guardia vendría a ser como un sanatorio chiquitito”, graficó.
Britos contó que alguien que pasa a terapia recibe cuidados críticos de parte de enfermeros –hay uno cada dos pacientes– quienes deben atender una aparatología compleja. “Una vez que ese paciente se estabiliza va a un área de internación de menor complejidad, que es el sector internacional con una dotación de 16 enfermeros por día, por turnos”, continuó al detallar el trabajo que despliega la enfermería.
El hospital de mayor complejidad de Rosario
El Hospital de Emergencias Clemente Álvarez forma parte de la Red de Salud de Rosario con más de 30 años de construcción colectiva, liderada en los últimos 15 años por Leonardo Caruana, está integrada por varios hospitales, más de 50 centros de salud, dos maternidades, centros de rehabilitación y el Sistema Integrado de Emergencias Sanitarias (Sies).
El director Jorge Bitar lo definió como el centro de salud "de mayor complejidad que atiende la patología quirúrgica y clínico quirúrgica aguda".
“En 2017, cuando cumplimos una década, se hizo el número de los últimos 10 años: fueron 40.000 procedimientos quirúrgicos”, remarcó el médico, quien precisó que el año pasado se efectuaron 1.500 cirugías de las cuales, el 60% eran urgencias y el 40 restante, programadas. Camiletti agregó las intervenciones de Traumotología, Ginecología, Neurocirugía, Unidad de Quemados, Urología “que engrosan mucho más ese número”.
Por último, ambos directivos enfatizaron: “El Heca es el Heca gracias a esta red y también, a la conciencia de los trabajadores de que es un proyecto colectivo”, y concluyeron: “A pesar de los costos infernales, nunca se dejó de tener lo necesario para la atención, estamos a la par de los primeros lugares del mundo”.
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