Walt Whitman, célebre escritor estadounidense, publicó en 1855 su poema “Canto a mí mismo”. Así se podría titular también el discurso con el que el presidente Javier Milei inauguró este sábado a la noche el período de sesiones ordinarias del Congreso, un repaso absolutamente autocelebratorio, propio de su personalidad narcisista, de lo que fue su gestion hasta acá. Poco más de un cuarto de mandato, que para el jefe del Estado alcanza para ubicarlo como “el mejor gobierno de la historia argentina”.
Una hora y cuarto habló Milei en la Cámara de Diputados, donde sobresalían la gran cantidad de bancas vacías por la ausencia de los legisladores de Unión por la Patria, la izquierda y también de una importante proporción de representantes del radicalismo y de Encuentro Federal. A todos ellos, pero sobre todo al bloque kirchnerista -llegó a decir que la recuperación económica fue en V aunque les duela a los de Unión por la Plata"-, criticó el presidente sobre el final, cuando hizo una extraña invitación al consenso bajo amenaza: dijo que pretende encabezar “un nuevo ciclo de unidad nacional”, pero que si el Congreso no apoya los proyectos de ley que enviará este año, combatirá contra sus opositores en las provincias, los municipios e incluso la calle. Así, el evento se convirtió en un virtual lanzamiento de la campaña electoral.
Milei pronunció esa particular invitación justo después de haber maltratado desde el estrado al diputado radical Facundo Manes, que desde su banca cuestionó el nombramiento por decreto de los jueces de la Corte Suprema y le mostró un ejemplar de la Constitución nacional. Una vez terminada la Asamblea Legislativa, Manes denunció que fue amenazado por Santiago Caputo cuando se cruzaron en los pasillos del Congreso y que una persona que estaban con el asesor presidencial lo golpeó. En un video se pudo observar la conversación entre ambos, pero no los golpes, porque el youtuber oficialista Fran Frijap justo tapó la cámara.
Centralidad absoluta
Que Milei se ama no es novedad. Ese sentimiento se vio reforzado por toda la apuesta comunicativa oficial, que buscó controlar la centralidad del presidente. Tanto que la cadena oficial comenzó antes que lo habitual, para que todos los canales mostraran al jefe del Estado desde el momento mismo que estaba por salir de la Casa Rosada. Uno de los detalles de esa transmisión fue que en el momento en el que llegó al Congreso y lo recibió Victoria Villarruel mostró una vista aérea del edificio: cero protagonismo para la vicepresidenta, enemiga íntima de Milei.
Tampoco fueron novedad los tópicos del discurso: atacó a la casta política, economistas “mandriles” y periodistas que según él lo odian porque eliminó la pauta oficial; revoleó cifras para explicar que salvó al país de la hiperinflación y ahora hay crecimiento y reducción de la pobreza; y expuso ilícitos y desfalcos financieros de los otros -fundamentalmente el kirchnerismo- para correrse incluso de las sospechas que hoy lo tienen a él en foco: “Vengan ahora a hablar de estafa piramidal”, desafió en su única referencia al escándalo por su participación en el escándalo cripto.
Por momentos, la lógica para comparar la autoproclamada excelencia de su gobierno con la ineptitud e inmoralidad que le adjudico a sus opositores, fue curiosa. Por ejemplo, se vanaglorió, sin reconocer el accionar de la provincia de Santa Fe, por la baja de homicidios en Rosario; por el otro culpó absolutamente a Axel Kicillof por la inseguridad en Buenos Aires. Maximiliano Pullaro estuvo presente en el acto, el mandatario bonaerense no.
Balance y proyectos
La exposición se dividió en dos partes. La primera, el repaso de lo hecho, con menciones elogiosas para tres ministros: Luis Caputo, Federico Sturzenegger y Patricia Bullrich, la más aplaudida de todos. La segunda con un anticipo de lo que viene, con tres temas sobresalientes para que trate el Congreso: acuerdo con el FMI, reforma laboral y baja de la edad de imputabilidad de los menores.
Sobre el acuerdo del FMI, anticipó que lo enviará en las próximas semanas, con lo cual prácticamente dio por el hecho el aval del organismo internacional. Con esos recursos, dijo, podrá levantar el cepo este año.
En clave electoral, el presidente sostuvo que si el Congreso no aprueba sus reformas este año seguramente será el que viene, cuando el recinto esté mucho más poblado “de violeta”, color de La Libertad Avanza.
Otra cuestión que planteó y para la que pidió apoyo es la posibilidad de firmar un tratado comercial con Estados Unidos. Una oportunidad que llamó a no desaprovechar, algo que según él pasó hace 20 años -cuando el kirchnerismo le dijo no al Alca-. En ese tren, dijo que si es necesario está dispuesto a que el país se vaya del Mercosur, algo que según él solo beneficio a los industriales brasileños en perjuicio de los argentinos.
El alineamiento con Washington se notó en otros párrafos. Por ejemplo, cuando sostuvo que “Argentina pasó de ser el peor alumno a ser el abanderado” y más adelante, cuando llamó a "hacer a la Argentina grande nuevamente", retomando el concepto Maga de Donald Trump.
El final, en tanto, expuso una vez más la tensión con Victoria Villarruel. Es que el presidente saludó sin su muletilla de cierre habitual. La vicepresidenta dio por terminada la asamblea. Y él la interrumpió: “Pará, no te apures”. Para luego sí, pronunciar varias veces: “Viva la libertad carajo”.
Llegó entonces el último aplauso y Milei partió para encabezar una cena con su equipo de gobierno, a la que Villarruel no fue invitada.