La politóloga María Esperanza Casullo calificó al gobierno del presidente Javier Milei como un “populismo de derecha” que va a buscar “cambiar las reglas de la democracia” y en ese sentido le asignó un rol “clave” a los otros actores políticos. En particular a los sectores más moderados como la Unión Cívica Radical (UCR), la Coalición Cívica (CC) y los partidos provinciales que hasta ahora “se han alineado” con la administración central pese a las críticas. También le asigna un papel fundamental a los gobernadores a quienes les aconsejó “mirar más lo nacional” y dejar de “alambrar” las provincias porque si no “La Libertad Avanza (LLA) les va a empezar a disputar sus territorios”.
La también profesora de la Universidad Nacional de Río Negro cree que “el talón de Aquiles” de Milei es la posibilidad de que lo fuercen a devaluar. No obstante, observa un liderazgo “disruptivo” por parte del primer mandatario que buscará “fragmentar” aún más y gobernar con una “minoría intensa” del 30 por ciento propio. Para el próximo año electoral vaticinó un escenario de dispersión y de “internas no resueltas en los principales partidos” que beneficiará al oficialismo.
Casullo participó esta semana del Congreso de la Democracia que sesionó en la facultad de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Disertó sobre La Argentina de Milei y El asedio a la política: los partidos políticos en una nueva era. Es especialista en temas como populismo, democracia y sistema de partidos. Y tuvo un mano a mano con Rosario3.
–¿Cómo se explica la Argentina de Milei?
–Depende del ángulo desde donde se lo mire. Es importante situar a Milei en el marco de una coyuntura peculiar que suma una profunda crisis argentina en un determinado contexto internacional, ambas situaciones potenciándose entre sí. Por un lado, no es posible entender a Milei sin mirar a los dos gobiernos anteriores que no tuvieron buenos resultados económicos y fueron rechazados por la mayoría. Nos cuenta el hartazgo y el cansancio de la población para con Juntos por el Cambio y el Frente de Todos. Pero eso no nos explica todo si no se enmarca en una ola de liderazgos de ultraderechas que se dieron en el mundo con ciertas características novedosas: no son las antiguas tecnocracias, con un componente plebeyo, con un discurso de fuerte contenido cultural y reivindicaciones a la misoginia y el antifeminismo, tanto más importantes que las reivindicaciones económicas.
–¿Milei representa un populismo de derecha?
-Es útil entenderlo así, aunque otros creen que los populismos son sólo de izquierda. Me ayuda a pensar el populismo como una cuestión de estilo o forma de hacer política que puede ser de izquierda o derecha, más o menos tecnocrático. Un populismo no es necesariamente producto del programa de gobierno sino de una estrategia de acumulación de poder para ese programa. Los populismos de derecha son movimientistas, con público movilizado, chabacanos, no es la antigua derecha más bien educada, muy antagonistas; características que son más importantes que las reformas tecnocráticas.
–¿Un populismo de derecha necesariamente desemboca en un cambio de reglas de la democracia?
–No necesariamente, pero las busca, y eso depende de los otros actores políticos. Estos populismos llegan con los otros actores golpeados y sociedades muy cansadas de la política tradicional. Todos los populismos buscan expandirse como un globo, ahora cuánto se van a expandir dependerá de los límites que les pongan los otros actores. Milei lo va a querer hacer porque está en la naturaleza de este tipo de movimiento, los populismos buscan cambiar las reglas como lo hicieron (Hugo) Chávez, Evo Morales y ahora Bukele. La clave es qué pasa con los otros actores, en especial los moderados. Hoy en Argentina, el peronismo hasta ahora ha sido bastante homogéneo a la hora de oponerse al gobierno pero no tiene suficiente cantidad de votos y encima con una sociedad enojada. Las claves están en la UCR, la CC, los legisladores nacionales de las provincias, y el sector del PRO más incómodo con Milei. Cuando esos actores limitan al populismo, los populismos no pueden avanzar. Milei tiene claro lo que quiere, el peronismo sabe que es la oposición, y realmente los que tienen un montón de poder son los actores que están en el medio quienes en los momentos críticos, a pesar de los comunicados y los pronunciamientos públicos, se han alineado hasta ahora con el gobierno.
–¿El debilitamiento de los partidos políticos aumenta el riesgo de cambios de reglas de la democracia?
–Sí, totalmente. El mayor riesgo es el debilitamiento no sólo de los partidos tradicionales sino del entramado de las organizaciones que pudieran incidir en el sistema político: sindicatos, organizaciones de la sociedad civil, movimientos sociales. Si esas cadenas de transmisión –los partidos– se rompen o se debilitan per sé como el gobierno busca hacerlo, se corre el riesgo de ir a un sistema político parecido a Ecuador, Brasil o Perú. Allí las instituciones funcionan y la gente vota pero los partidos no existen, vota mucha menos gente porque la política no les importa, los presidentes son muy populares, y la política hace lo suyo mientras la sociedad se desentiende. Ese escenario me parece preocupante.
–Milei está dando tres batallas (la política, la económica y la cultural), ¿cómo termina?
–Primero fue la cultural, después vino la económica y ahora la política; tres batallas que se retroalimentan entre sí. Como todos los populistas de derecha, Milei entendió que en un contexto de incertidumbre, a diferencia de los años 90, ahora apunta a anclarse en una minoría intensa, gobernar con el 30 por ciento propio y después hacer alianzas puntuales, aumentando la fragmentación. Su plan tiene un talón de Aquiles y es la devaluación. Para llegar estable a las elecciones, Milei necesitaría congelar la situación económica con un dólar barato y un ajuste dispuesto a bancar por parte de la sociedad. El gran problema es que no lo suelten a devaluar. El principal factor que Milei tiene es el control de la economía aunque signifique sufrimiento. Si lo forzaran a devaluar, esto lo debilitaría y sería una gran derrota política.
Gobernadores y liderazgos
–¿Cómo ve el papel que juegan los gobernadores?
–Hasta ahora creo que están pasando dos cosas. Desde los 90´ hay una progresiva disminución del poder político de los gobernadores. Antes ellos eran los candidatos a presidente, en cambio hoy cada vez es más difícil llegar a la presidencia siendo de una provincia, incluso en las dos últimas elecciones ningún gobernador fue candidato (salvo Juan Schiaretti). La política de los gobernadores fue cada vez más a la defensiva y esa lógica está recrudeciendo. Ahora el gobierno nacional lleva adelante una descentralización caótica donde hay cosas que no se hacen más y las provincias tratan de rescatarlas. Encima Milei no les paga tan bien, hubo varios compromisos que no cumplió. Si los gobernadores no empiezan a mostrar cierto protagonismo y finalmente si La Libertad Avanza se fortalece le va a empezar a disputar sus territorios. Los gobernadores no hacen política nacional y el año pasado la mayoría de los gobernadores perdió las elecciones. Si fuera asesora de los gobernadores les diría que entiendo que defiendan los intereses provinciales pero también estar atentos a lo que sucede en lo nacional, la gente mira mucho lo nacional y esa estrategia de alambrar la provincia viene en retroceso.
–¿Qué liderazgos ve hoy en el país?
–El de Milei es un liderazgo disruptivo. Me equivoqué mucho el año pasado, pero si en algo acerté es con que Milei iba a ser el líder y no le iban a copar el gobierno. Milei es el líder de LLA, con luces y sombras. (Mauricio) Macri no pudo disputar ese liderazgo y no lo va a hacer. Si hubiera una crisis, que no la veo probable, sería un fracaso todo ese proyecto. La situación de Macri no es fácil, muchos lo sienten como líder con identidad política pero sí a Milei le va bien el líder es Milei y si le va mal también lo va a perjudicar a Macri por su apoyo.
–¿Y en el peronismo?
–No hay liderazgo capaz de competir con Cristina (Fernández) o con la voluntad de hacerlo. Es un liderazgo problemático o muy diferente al del 2016 en relación a la sociedad en su conjunto. La experiencia de Alberto Fernández fue mala para todos los involucrados y también para Cristina. Tiene un trabajo muy arduo para pedir que vuelvan a confiar en ella. Se trata de un liderazgo con dos preguntas, la relación con Axel –un conflicto interno con capacidad para erosionar a ambos– y la relación con los gobernadores justicialistas cuya estrategia de contar con la herramienta del partido no le va a alcanzar para que conformen una lista en conjunto y es probable que vayan por fuera.
Escenarios 2025
–¿Qué escenarios vislumbra para el año que viene en materia electoral?
–De muy alta fragmentación. No me queda claro que ganará el PRO si se junta con LLA. LLA puede ir con el PRO pero no con la UCR. El peronismo seguramente aparecerá con varias listas. Ninguno de esos partidos llegará con sus internas resueltas.
–Esa fragmentación va a beneficiar a LLA
–Sí, claro. Aunque no veo a LLA con un proyecto de armar una hegemonía electoral tipo tercer movimiento histórico. Ese partido tendrá listas propias y habrá varias listas de otros partidos. Vamos a votar con un sistema electoral nuevo (la boleta única), complicado de organizar, la primera vez que se va a usar, con un gobierno que no tiene gran preocupación por la organización, con alta inasistencia, y probablemente con mucho voto en blanco. Será una elección en la quien gane lo hará con un 20 por ciento de los votos y un segundo con 15 a un 18 por ciento.