Culminó este jueves la extensa imputación a Ariel “Guille” Cantero, el jefe de Los Monos, y otras 11 personas acusadas de regentear negocios ilícitos y extorsivos en nombre de la barra brava de Newell's. La investigación de los fiscales Adrián Spelta, Luis Schiappa Pietra y Franco Carbone dio cuenta de dos facciones que, pese a tributar a Cantero, se disputaron con violencia el liderazgo en el paravalanchas. Los gerentes en pugna, según la investigación, son Leandro “Pollo” Vinardi, un histórico de Los Monos, y Alejandro “Rengo” Ficcadenti, quien posee otras investigaciones abiertas por las amenazas al entorno del futbolista Ángel Di María y el secuestro extorsivo (y posible asesinato) del empresario portuario Gastón Tallone.

Después de cinco días de escuchar a las partes, el juez Fernando Sosa avaló las imputaciones contra los acusados por asociación ilícita, que, en su gran mayoría, transitan otros procesos penales y ya se encuentran en prisión. Sólo Diego Cantero y Oscar Mauro, detenidos días atrás por fuerzas federales, quedaron en prisión preventiva sin plazos con relación al legajo penal en cuestión.

La fiscalía imputó a “Guille” Cantero como jefe de la asociación ilícita y a su primo Diego Gabriel Cantero, que lo visitaba en la cárcel de Marcos Paz haciéndose pasar por su hermano, como organizador. La ascendencia del jefe de Los Monos en la tribuna no es ninguna novedad desde fines de 2016, con la aparición de la “banda de JJ” (por el barra Emiliano “Jija” Avejera), que marcó el inicio de la consolidación del clan Cantero en la tribuna.

El fiscal Carbone dijo que existen dos facciones en la barra: una a cargo de Leandro “Pollo” Vinardi y de su pareja Sabrina Ivana Barrías, y por el otro lado, Alejandro “Rengo” Ficcadenti. Además, las personas que le responden a cada uno de esos grupos, al menos durante el periodo investigado: los primeros ocho meses de 2024.

La investigación se enfocó en “todos los negocios que regentea la barra, que tienen que ver con el día a día del club, es decir, con las entradas, con el dinero que le sacan a la institución por partido, con los carritos de hamburguesas en las inmediaciones del club, con los estacionamientos y los eventos deportivos desarrollados en torno a la institución”, detalló el fiscal Carbone.

Por el lado de “Pollo” Vinardi, la Fiscalía ubicó a Luciano Román “Lucho” Gallardo, una suerte de factótum de los intereses de Vinardi y Barrías; a Fernando “Fer” Arriola, hermano del conocido barra condenado por narcotráfico Marcelo “Pipi” Arriola; a Mauro Ángel Travaglini –soldado de “Lucho” Gallardo– y a Emir Sosa, el hijastro de Vinardi, exjugador de las inferiores rojinegras señalado como un “pibito atrevido” por quienes conocen de cerca a la pesada leprosa.

En la causa declararon tres testigos de identidad reservada vinculados con la gerencia del club, y el propio Ignacio Astore, cuyo testimonio ya fue dado a conocer en agosto pasado.

Con relación a ello, hay dos investigaciones por extorsiones a la dirigencia del club, sin perjuicio de que, además, se investiga la posible connivencia o parcialidad de dirigentes con los violentos.

Un testigo reservado detalló de esta forma los embates que debió soportar por parte de la barra “oficial”, es decir, la referenciada en “Pollo” Vinardi:

“La barra brava liderada por Lucho Gallardo se caracterizaba por ir incrementando cada vez más sus exigencias –dijo el testigo–. En un primer momento nos pedían 10 camisetas, después 15, ahora 20, y llegaron a exigirnos que les demos 30 camisetas. Les entregamos (a plata de ahora) la suma de 1.5 millones por partido de local, 1.700 entradas de protocolo y 20 camisetas”.

“Con relación a las camisetas, primero les dábamos marca Givova, pero después comenzaron a exigir marca Ifit, talle L. Desde el club siempre cumplimos con las exigencias de ellos, por temor al daño que nos pueden hacer como institución. Si ellos tiran una bomba en el partido, nos quitan los puntos, entonces ellos tienen muchísimo poder”, dijo.

Y continuó, haciendo referencia a un incidente de noviembre de 2022: “La única vez que no cumplimos con sus exigencias fue cuando estaba «Dibu» [por Gerardo Gómez, todavía prófugo] como jefe de la barra y apretaron a Javier Sanguinetti. (...) Como no le pagamos, rompieron los vidrios del HPR (Hospital Privado de Rosario) e hicieron pintadas dirigidas a Astore”.

Astore también hizo un descargo sobre sus tribulaciones como máxima autoridad del club del Parque:

“Un pequeño ejemplo de lo que se vive día a día: la barra va al bar de la visera y, a los metros, están los papás de las nenas que hacen patín. Es mantener la convivencia, tratamos de mantener la paz. Hago lo que puedo hasta que me toque irme, sé que me voy a equivocar más de una vez. Si te tienen que tirar, te tiran; si te tienen que pegar, te pegan. Realmente no aguanto más esta situación”, dijo el médico.

Y agregó: “Desde que estoy [septiembre de 2021], me pasaron cinco jefes de la barra. Nunca en mi vida había cambiado mi celular. Durante veinte años tuve el mismo número, y desde que estoy acá, de presidente, tuve que cambiar cuatro veces la línea telefónica, porque te llaman, te extorsionan, te molestan. No tiene sentido cambiarlo, porque al día siguiente lo tienen”.

Ficca y los mensajes comprometedores

De acuerdo con la investigación, “Ficca” o el “Rengo” Ficcadenti, cabeza de la facción disidente, tenía como laderos a Sergio Gabriel “Bebe” Di Vanni y a Oscar Rubén “Torrasa” Mauro. Y a un prófugo: Marcelo “Colo” Rubattino.

Ficcadenti, quien se encuentra imputado además por participar en el crimen del barra Nelson “Chivo” Saravia, está señalado por intentar erigirse como jefe de la barra durante 2024, desplazando a la facción de Vinardi.

Para ello, dice la investigación, pergeñó las intimidaciones a la familia de Ángel Di María, que por entonces se mencionaba como posible regreso a Rosario Central, el clásico rival. La excusa para amedrentar al astro, según mensajes, fue la necesidad de una venganza por el episodio del parapente de hinchas de Central que sobrevoló el Coloso en marzo de 2024 arrojando panfletos con cargadas.

En medio de la pugna por el liderazgo de la tribuna, el 13 de julio pasado Ficcadenti mandó a atacar a “Lucho” Gallardo para correrlo del paravalanchas. Pero el ataque tuvo otra víctima: el hijastro adolescente del barra, que fue baleado en su casa de Villa Gobernador Gálvez. Nueve días después, “Guille” Cantero le bajó el pulgar a Ficcadenti en su cruzada por erigirse como gerente de los violentos.

La detención de Ficcadenti a fines de julio trajo consecuencias gravísimas para su horizonte judicial. En su celular, la fiscalía encontró evidencias de las amenazas a la familia Di María, de atentados contra la facción rival leprosa. Y no menos importante: de los preparativos del secuestro extorsivo de Gastón Tallone, un oscuro empresario vinculado con el puerto de Concepción del Uruguay, que no aparece desde que fue “chupado” el 8 de julio en el barrio porteño del Abasto, en venganza por el robo de –según la investigación– 340 kilos de cocaína.

Es que los fiscales encontraron menciones a Tallone varias semanas antes de su desaparición en el teléfono del barra. El 13 de junio, un contacto agendado como “Bici” le manifestaba la necesidad de ubicar a Nicolás Tallone –hijo del empresario– para dar con él y “poder cobrar”.