En un mes se cumplen dos años del inicio de la tercera presidencia de Lula da Silva. Medio mandato. Esta fue una semana compleja para su administración con dos hechos que sacudieron la política y la economía. Por un lado, la Justicia dió a conocer un documento que expone que el ex presidente Jair Bolsonaro tuvo “pleno conocimiento” y participación “directa” en un plan para asesinar a Lula sumado a un intento de “golpe de Estado” a fines de 2022. Por otro, la devaluación del real. En apenas dos días la depreciación acumuló una escalada superior al 3 por ciento. ¿Qué se está moviendo en Brasil? 

En julio de 2023 la Justicia inhabilitó a Jair Bolsonaro por 8 años -hasta el 2030- para presentarse a cargos públicos. Se lo encontró culpable de “abusos de poder” por diseminar mentiras y sospechas infundadas sobre el sistema de comicios ante embajadores de países extranjeros. El presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), el juez Alexandre de Moraes, expresó que la sentencia es una respuesta al “degradante populismo nacido en los discursos de odio y antidemocráticos, que propagan una asquerosa desinformación no sólo en Brasil, sino en todo el mundo, con el único objetivo de engañar a los electores”.

Además de presidente del TSE, el juez más famoso de Brasil, es miembro del Supremo Tribunal Federal (STF). Es quien tomó la posta en los casos de redes sociales, fakes news y difusión de información falsa. Además de Bolsonaro, se enfrentó a Elon Musk suspendiendo a X en Brasil. De Moraes ha acusado al magnate de “incumplimiento de órdenes judiciales” y de la “tentativa de no someterse al ordenamiento jurídico brasileño” con la intención de “instruir un ambiente de total impunidad y de tierra sin ley”.

En su momento, el dueño de X se despachó en sus redes bromeando sobre su aspecto físico: “El dictador Voldemort está intentando destruir la democracia en Brasil”. También, denunció que “es un cruel dictador disfrazado de juez”, un “criminal de la peor especie” y “Lula es su perro faldero”. Ante los constantes ataques que recibe de Moraes tiene muy clara su posición: “No podemos caer en este discurso fácil de que regular las redes sociales va en contra de la libertad de expresión. Este es un discurso falso que pretende propagar y seguir propagando un discurso de odio”.

El martes, tras dos años de investigación, el Tribunal Supremo que dirige difundió un informe policial de 884 páginas que señala que “Bolsonaro efectivamente planificó, dirigió y ejecutó, en coordinación con otros funcionarios desde al menos 2019, actos concretos que apuntaban a la abolición del Estado democrático de derecho, permaneciendo él como presidente”. El reporte detalla pruebas derivadas de órdenes judiciales, intervenciones telefónicas, revisión de documentos financieros y relatos de testigos. La Policía señala que los datos recabados evidencian un esquema criminal dirigido por Jair Bolsonaro.

El plan de asesinato se llamó “Puñal Verde y Amarillo”, su objetivo era terminar con la vida de Lula, la de su vicepresidente Geraldo Alckmin y también con la de Alexandre de Moraes. La operación incluía militares de élite, armamento de guerra y hasta el uso de agentes químicos. El intento fallido fue urdido en oficinas y calles de Brasilia, con la fecha del 15 de diciembre de 2022, justo dos semanas antes de la asunción de Lula, para sostener a Bolsonaro en el poder. Lo dejaron casi todo por escrito, en documentos y mensajes que la Policía recuperó tras dos años de indagaciones.

En la lista de la Justicia, como integrantes de la trama para matar a Lula y perpetrar un golpe, figuran 37 imputados. Del total, se encuentran 25 que son militares y hay además, un sólo extranjero: el argentino Fernando Cerimedo. El informe lo nombra 66 veces. Fue asesor durante la campaña electoral de Javier Milei en 2023 y está acusado de buscar generar “desinformación” y realizar “ataques al sistema electoral”. Ante esto, Jair Bolsonaro denuncia la existencia de “una persecución política” en su contra. 

Fotografía de archivo fechada el 16 de octubre de 2022, que muestra al ex mandatario progresista Luiz Inácio Lula da Silva (i) y el ultra derechista Jair Bolsonaro (d) mientras participan en el primer debate presidencial de cara a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil, en la sede de televisión Bandeirantes en São Paulo (Brasil) (Efe)

Tras la desclasificación del informe, Lula da Silva expresó que ya “nadie va a poder desmentir” que el intento de golpe de Estado fue verdadero. Y aprovechó para defender la democracia, un sistema que requiere “paciencia y debate”. Mientras tanto, Jair Bolsonaro busca que la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca lo ayude a regresar al poder en 2026 salteando la prohibición que lo inhabilita políticamente hasta 2030. En una entrevista esta semana ha expresado: “Trump ha vuelto, y eso es un signo de que nosotros también regresaremos”. 

En tanto, la economía brasileña también tuvo un fuerte sacudón. Este jueves la cotización del dólar estadounidense cruzó el umbral de los 6 reales para alcanzar un nivel nunca visto desde la creación de esa moneda en 1994. El real ya se depreció en lo que va del año algo más del 20 por ciento frente al dólar. El nerviosismo en los mercados se exacerbó luego de que el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, diera a conocer medidas fiscales por un anunciado plan de recorte al gasto público. Éste no alcanzó las metas previstas y alimentó las preocupaciones sobre el déficit presupuestario. 

La principal medida de Haddad es la limitación del ajuste anual del salario mínimo, tomado como referencia para el pago de pensiones y jubilaciones y cuyo aumento real –por encima de la inflación– dispara anualmente los gastos del Gobierno en seguridad social. Por ello, propuso limitar algunos subsidios sociales para que beneficien únicamente a los más pobres. También incluyó una reforma en el impuesto a la renta, con recortes a los ingresos más altos y ampliación de exenciones a los más bajos. 

El paquete de contención de gastos era muy esperado por el mercado, ya que pretende generar un ahorro de 70 billones de reales en los próximos dos años. De todas maneras, la incertidumbre sobre el cumplimiento de las estrictas reglas fiscales para contener la deuda pública, desataron una ola de ventas de activos brasileños. Al menos por ahora, el intento por ganar credibilidad ante los mercados, resultó frustrado para el gobierno de Lula da Silva. Habrá que ver que ocurre en las próximas semanas.

El ministro de Economía brasileño, Fernando Haddad, habla junto al presidente Lula da Silva (Sergio Lima / AFP)

Un agregado aparte en este artículo es que el movimiento bajista tiene consecuencias negativas para la economía argentina. Es Brasil el principal origen y destino de las importaciones y exportaciones del país. Un peso apreciado y un real debilitado mueve la balanza de la competitividad del lado brasileño. Esto amplía el deficit del comercio bilateral. También afecta al turismo nacional ya que es más barato vacacionar en el país vecino que en el propio. Esto afectará negativamente en el déficit de la balanza turística que ya suma un rojo de US $8.000 millones en este 2024. 

En este punto medio de su tercer mandato, Lula se enfrenta a un doble desafío: defender la democracia brasileña de los peligros de la desinformación y el odio, y devolver la estabilidad económica que demanda una sociedad fracturada. Mientras las divisiones políticas alimentan tensiones internas, la depreciación del real refleja una pérdida de confianza que podría agravar el malestar social. Será una ardua tarea para los dos años que Lula tiene por delante: reconstruir un tejido social desgarrado, fortalecer las bases democráticas y devolverle confianza a un país que parece estar en constante tensión.