La docente, investigadora y analista de medios, Adriana Amado, consideró que Javier Milei llama la atención en el mundo como nunca antes lo hizo un mandatario nacional. También, que el libertario tiene muchos puntos en común con su par norteamericano Donald Trump.

Desde Madrid donde se encuentra radicada, dicta clases en la Universidad Camilo José Cela y dirige “infociudadana”, una institución social que colabora en la capacitación y fortalecimiento del periodismo en Iberoamérica, además de colaborar con distintos medios argentinos. En diálogo con Rosario3, la investigadora se refirió al “trasvase” de periodistas a la política y a la crisis del periodismo cuyo desafío es recuperar la confianza social.

Adriana Amado (www.lamañanaonline.com.ar)

–¿Cómo ves la figura de Milei después de acontecimientos como su discurso el foro de Davos, el escándalo de la criptomoneda $LIBRA y el cambio de posición frente a Ucrania?

Milei llama la atención en el mundo como nunca antes otro político argentino lo hizo, ni siquiera Menem logró semejante repercusión. Además Milei se apoya de la difusión a través de las redes sociales. Mis estudiantes me preguntan por el personaje, algo que no suele pasar que un joven se interese por un político de Argentina. Es una figura que tiene un vuelo más allá de su gestión política, en su imagen tiene que ver no solo la gestión interna, y eso genera una  disociación con la forma de comunicar. Tiene un paralelo con Trump, lo hemos visto estas semanas; son personajes que no parecen hacer un cálculo político. Cuando uno ve los resultados de los escándalos se pregunta si lo hicieron entonces; en definitiva nunca lo sabremos. Son personajes políticos que saben manejar muy bien la atención, después qué resulta de esa atención es incierto y no lo sabemos. Los exabruptos y errores no forzados de alguna manera los vuelven a poner en una agenda internacional, tanto a Trump como a Milei, algo que no logra por ejemplo (el presidente de Ucrania Volodomir) Zelensky.

–¿No hay intención, no hay cálculo previo entonces en sus manifestaciones?

–Si fueran parte de una estrategia serían los amos del universo porque eso significa que son inteligentes para generar estrategia de golpe contra golpe. Creo que tiene que ver más con una personalidad muy expresiva. El hecho de ser outsider le da una libertad de movimiento a diferencia de una persona que está integrada a un partido político o un político tradicional. Un político debe responder a ciertas estructuras partidarias e institucionales. Esos personajes, que se ufanan de ello y al resto por eso los considera casta, tienen mucho para ganar y poco para perder porque no dependen de esas estructuras. Hacen prueba y error. Lo de la criptomoneda fue un error claramente, pero demuestra que aunque salga bien o mal, siempre sigue yendo para adelante.

–¿Qué lectura haces de lo que sucedió durante la entrevista de Milei con el periodista Jonathan Viale cuando el asesor presidencial interrumpe y después se sigue adelante?

–Vengo estudiando los vínculos de los jefes de prensa empresariales y políticos con los medios de comunicación desde mi tesis de doctorado. Era un secreto a voces, pero nunca se dio tan descarnadamente. Sabemos que se negocian temas, enfoques, preguntas y siempre el precio es no volver a darte una entrevista. Lo hemos visto con políticos y presidentes anteriores. Cristina daba entrevistas a periodistas que le hacían preguntas que la sentían cómoda. Eso no habilita que sea una actitud a contemplar. Como está pasando en otros aspectos, aún desde lo escandaloso, la función de esos personajes disruptivos es mostrar lo que no queríamos ver. Me parece que está bueno que se ponga en la discusión pública lo que se hacía más o menos en otros grados. Lo que pasa es que se hacía siempre en los pasillos, en los off the record y entre bambalinas. Hoy lo que pasó es que vimos esas bambalinas.

La entrevista que le hizo Viale a Milei (Captura de pantalla).

–En nuestra provincia, dos de los tres senadores nacionales vienen del periodismo. Hay cada vez más figuras de los medios que se pasan a la política. Es más, hasta dos ex conductores de un mismo programa de televisión abierta de un horario central ahora van a confrontar en las elecciones.

–Qué notable.

–¿Hay una irrupción de personajes que vienen de la televisión a la política?

–Milei, Trump y Zelensky vienen de la tele y del sistema de la celebridad en un sentido amplio. Son personajes con notoriedad pública y eso les da un espaldarazo que no tienen otros. Esa notoriedad también se consigue por redes sociales, cuando antes era sólo una característica pura y exclusivamente de los medios y la tele. Hoy salen candidatos de las redes sociales. Milei es un personaje hibrido en ese sentido, viene con gran impacto en la tele y en las redes. Le agregaría otro factor a la celebridad y es que se trata de una condición propicia y no necesaria. Esto es volátil, porque hoy ha. candidatos que vienen con y sin imagen, de la tele y de otros lugares.

–¿Qué ocurre con el periodismo, por qué hay cada vez más periodistas que se pasan a la política?

–Hay que agregar la crisis del periodismo, no solo desde lo económico. El periodismo también tiene una crisis desde su lugar en la sociedad. Nos criamos en un mundo donde lo que dijo el noticiero y el periodista, eso lo refrendaba; hoy parece ser lo contrario. Para los jóvenes no legitima nada. Los periodistas están buscando en la sociedad un lugar de poder en el sentido de reconocimiento, de tener algún ascendente, ser una persona socialmente reconocida y que lo que diga tenga algún impacto. El periodismo tiene mucha cercanía con lo político, algo que no se ve en otra parte del mundo. En Argentina la agenda política es muy fuerte. Se da un trasvase de una profesión a otra en busca del lugar social perdido.

–¿Los próximo candidatos serán los influencers?

–Los influencers se dedican a otro cosa y lejos de la política. Los que triunfan y ganan millones de dólares con su canal de YouTube están en otra liga. Son figuras que tienen un nicho y fuera de eso no tienen impacto. Lo que vamos a ver cada vez es lo rota de la estructura partidaria, y candidatos que vendrán de diferentes lados. Candidatos periodistas, médicos, gente de otras profesiones que vienen desde fuera de esa estructura partidaria. Esos candidatos son buscados por los mismos partidos para ver si se pueden recuperar de ese desgaste. Van a buscar el médico del pueblo o al ingeniero para ver si se restituye el encanto perdido.

El presidente de EE.UU., Donald Trump, se reúne con su homólogo de Argentina, Javier Milei, en la conferencia conservadora CPAC donde discutieron sobre las reformas del argentino (Efe).

–¿Ese fenómeno también se da con los pastores evangélicos?

–Ni hablar. (El ex presidente de Brasil, Jair) Bolsonaro tenía muchos candidatos que venían de esa lógica. Son lo que tienen ese ascendente social que no tienen los periodistas y los políticos. Las iglesias son las que tienen mayor cantidad de medios de comunicación en Latinoamérica y trabajan en comunidades. No tienen el impacto de una celebridad masiva que todavía nosotros buscamos y no por eso dejan de ser importantes.

–¿Estamos en la lógica inversa de un pasado reciente donde los políticos iban a los medios y ahora la tele va a la política?

–Hubo una racha en Latinoamérica donde los políticos tuvieron sus propios programas de televisión o armaban sus propios multimedios. El político quiere ser el que hable, sin la intermediación. Son personajes que pueden tener seguidores pero no tiene éxito en redes sociales. Pueden tener muchos seguidores pero sus contenidos tienen poca interacción o participación, es decir son de poca intensidad.

–¿Cómo se ve la política argentina desde el Primer Mundo y cuáles serían sus desafíos?

–Argentina está demasiada encerrada en una agenda muy local y no se entiende desde afuera lo que pasa. Se le da mucha importancia a cuestiones que son anécdotas cuando la agenda mundial es más general y más accesible. Veo noticieros en Argentina y no sé de qué me están hablando. Argentina sigue pensando noticias que no tienen impacto. El gran fenómeno es la desafección de noticias. Hay gente que prescinde de la información deliberadamente y ese es un problema mayor al de la desinformación. No le prestan atención a la información y tampoco a la desinformación. Nos encontramos con sociedades más desencantadas, más escépticas, que están fuera de la información, y los que no leen no creen en nada. Eso explica la caída de credibilidad de políticos, medios y periodistas. La gran batalla no es contra la desinformación sino  contra el escepticismo social. Nosotros trabajamos con la confianza. Las sociedades son escépticas cuando cae la confianza social en las instituciones y en el prójimo. Latinoamérica es el más desconfiado y ese es nuestro problema. No creo que la confianza se construya con una agenda de minucias políticas porque eso genera más desafección. Estamos en un círculo vicioso y tenemos que parar y decir quién va a construir confianza. Se trata de un trabajo social que no sólo se lo demos dar a los políticos. Los medios y periodistas deben estar dedicados a volver a generar esa confianza. Ese es el gran desafío.