- “Hey, ¿cómo andás, tanto tiempo? ¡Qué lindo volver a verte!”, te dice después de pronunciar tu nombre, mientras se acerca con deseos de abrazarte y evidente satisfacción de que la vida te haya cruzado en su camino una vez más. Imposible no responder instintivamente con una mueca de agrado a semejante manifestación de cariño, pero después de ese milisegundo y ya hecho el contacto visual, mientras “esa persona” sigue avanzando hacia vos, se instala una sensación de terror: la cara te suena conocida, pero no existe en tu memoria el más mínimo indicio de aquella relación. “¿Y a éste/a de dónde lo conozco?”, le preguntás a tu cerebro, con la sonrisa como máscara y una búsqueda interna desesperada y estéril de esa información.

La memoria humana es un sistema complejo, más que un simple almacén de recuerdos. Tal como lo explica la neuróloga Guadalupe Bruera, no existe un solo lugar en el cerebro donde se guarden los recuerdos, sino que estos van y vienen mediante un circuito aceitado y son impulsados a través de un proceso bastante más intrincado de lo que suele imaginarse. Un recorrido de archivos que viajan de ida y vuelta y que no siempre es fluido, que puede ser alterado por diversos factores y que, al trabarse, permiten que sucedan escenas como la anteriormente descripta.

"El estrés, por ejemplo, es uno de los factores que bloquea la fluidez de los recuerdos", señala Bruera en diálogo con Punto Medio (Radio 2), convocada para hablar de esa especie de lagunas mentales que a veces nos toman por asalto. Y añade. "Es algo así como una niebla que dificulta el paso de la información. Esto se debe a que el estrés activa una serie de respuestas fisiológicas que interfieren con el funcionamiento normal del cerebro, entorpeciendo la memorización y recuperación de datos”. La neuróloga hace especial énfasis en que, frente al estrés, el cerebro no puede procesar eficientemente el trajín de los recuerdos, lo que se traduce en olvidos momentáneos.

Otro de los factores que también impacta en la memoria es la tendencia moderna al “multitasking” o multitarea. Los seres humanos del siglo XXI estamos tan acostumbrados a realizar varias actividades a la vez, como revisar redes sociales, cocinar y hablar al mismo tiempo, que nuestra capacidad para retener información se ve seriamente comprometida. "Sencillamente, el cerebro no está diseñado para hacer múltiples cosas simultáneamente", explica Bruera. La doctora recomienda enfocarse en una sola tarea a la vez, ya que cuando intentamos hacer todo al mismo tiempo, el órgano designado para lograrlo no logra procesar adecuadamente la información y, por lo tanto, los recuerdos no se almacenan de forma eficiente.

Más enemigos de la memoria

Aparte del estrés y la falta de concentración producto del multitasking, hay más integrantes del staff de villanos de la memoria: otro fundamental es la falta de descanso. "El sueño es crucial para el almacenamiento de los recuerdos", señala Bruera. “Sin un descanso adecuado, el cerebro no tiene la oportunidad de consolidar lo aprendido, lo que genera dificultades a la hora de recordar información importante”. Por eso, por ejemplo, sugiere a los estudiantes respetar las horas de descanso y evitar pasar la noche previa al examen sin dormir, porque el efecto que generará será exactamente el inverso al deseado: al momento de la prueba, lo leído no aparecerá con la misma facilidad que si hubiera dormido 8 horas.

Y hay un enemigo más: la tecnología que nos hace todo más fácil. Aunque parezca un contrasentido, al tener un acceso constante a dispositivos móviles hemos dejado de recordar datos que antes debíamos tener a mano sí o sí para comunicarnos, como los números de teléfono de nuestros familiares y amigos (pequeño desafío para el lector: ¿pensaste cuántos números de celular actuales de tu círculo íntimo recordás?). Hoy ya no es necesario: sólo introducimos su nombre con el teclado y listo. Según Bruera, este desconocimiento se produce porque ya no ejecutamos la memoria visual, delegamos tareas cognitivas que antes sí eran propias del cerebro (como la memorización de secuencias numéricas o la orientación espacial) y por ende, se nos queman los papeles si llegamos a perder el celu o desconocemos las calles de determinado barrio porque ahora nos dejamos llevar de la mano y a ciegas por el GPS.

Finalmente, aparecen otros factores estresores que también pueden afectar nuestra memoria, pero que son singulares: por ejemplo, tener conflictos personales o no llevar una nutrición adecuada. Estos también pueden tener un impacto acumulativo en la salud cognitiva, complicando la capacidad de recordar información importante. Por eso, es esencial que cada persona identifique sus propios factores estresores y los maneje de manera efectiva.

Tips para entrenar la memoria

La neuróloga sugiere varias estrategias para minimizar el impacto del estrés en la memoria. Una de ellas es desconectarnos de los dispositivos electrónicos durante algunos minutos al día. "Es importante hacer pausas, estar en contacto con la naturaleza, y permitir que la mente se relaje", recomienda. También es fundamental mantener vínculos sociales saludables, aquellos que nos generan bienestar y no estrés: “Si vamos a juntarnos con alguien sólo para aparentar, no sirve; hay que elegir esos vínculos que nos hacen bien, la gente con la que nos reímos y nos sentimos escuchados”.

Por último, la doctora resaltó la importancia de aceptar lo que nos está ocurriendo cuando no podemos recordar algo: “Hay que decir ‘no me acuerdo’: al decirlo, permitimos liberar la tensión de la mente, podemos lograr que quienes nos están escuchando nos ayuden y seguramente, cuando nos relajemos, los recuerdos volverán", explica. Por supuesto que si los olvidos se hacen muy frecuentes (por ejemplo, preguntar tres veces lo mismo), sería aconsejable hacer una consulta médica a ver si hay algún otro motivo que explique esos bloqueos.

A través de estas pequeñas acciones, no solo podemos lograr que los recuerdos atascados emerjan hacia la superficie, sino que contribuiremos a reducir los niveles de estrés y favoreceremos nuestro bienestar general.