Esta semana dos mandatarios internacionales estuvieron a lo Rocky Balboa. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva se mostró en redes sociales corriendo y haciendo ejercicios matutinos en las inmediaciones del Palacio la Alvorada en Brasilia. En el posteo recomienda hacer ejercicio y afirma que quiere llegar a los 120 años. Con 78, se lo ve muy en forma. En tanto, Emmanuel Macron estuvo practicando un deporte mucho más rudo: boxeo. Publicó fotos oficiales perfectamente seleccionadas transpirando, pegándole a una bolsa y exhibiendo sus músculos. 

¿Por qué lo hacen? ¿Es imprescindible que exhiban fortaleza? Hay una realidad: es muy difícil gobernar y construir poder desde un lugar de debilidad. Esto no significa que su fragilidad sea cierta, pero la sola percepción, deja al mandatario en una posición de vulnerabilidad. Es entonces, cuando se debe enviar un mensaje que altere la apreciación de la población. Vivimos en un mundo donde no sirve sólo serlo, sino que hay que parecerlo. 

A veces se tiene éxito y otras no tanto. En el caso de Lula da Silva, fue rotundo. Un sólo video de ejercicio físico ha logrado lo que no han hecho incontables entrevistas explicando el impacto de sus políticas públicas: más de 10 millones de vistas en poco tiempo. De esta manera, consigue revitalizar su imagen que viene cayendo algunos puntos en las últimas encuestas. Se lo puede percibir enérgico y vital. No se lo había visto de esta manera, desde sus días de rehabilitación, luego de una cirugía de cadera el año pasado. 

En tanto, la comunicación de Emmanuel Macron no surtió el efecto esperado, y el resultado fue una lluvia de memes burlones. Su buscada imagen viril trajo inmediatamente a la mente de los franceses, comparaciones con las fotos de Vladimir Putin. Aquellas tomadas en Siberia donde se lo vé tan varonil montando a caballo con el torso desnudo o ejercitándose en judo.

Putin a caballo.

Enseguida aparecieron caricaturas de un Macron de pequeño tamaño boxeando la pierna a un enorme presidente ruso o sentado en una pelela, junto a pequeños tanques, soldaditos y armamento, mientras llama a su madre para confirmarle que él es el líder. 

El ex vocero presidencial francés Gaspard Gantzer consideró el mensaje como de “alguien lleno de energía y motivación, listo para pelear”. ¿Contra quién? Contra Rusia. Hace semanas Macron viene advirtiendo que si Ucrania cae, la seguridad europea estará amenazada. Éste intenta llevar la batuta como líder del bloque en la guerra con Ucrania: instó a la Otan a considerar el envío de tropas al terreno y selló un pacto de seguridad con Zelensky. Además, Francia decidió iniciar la construcción del mayor submarino nuclear de su historia. 

Cerrando la semana, otro mandatario intentó presumir su fortaleza en redes sociales, y tampoco le fue bien: Javier Milei.  Venía algo diezmado luego de presuntas confrontaciones con la vicepresidenta. Tuvo que publicar una foto de ambos abrazados para demostrar el buen estado de la relación y despejar dudas. Pero, en una entrevista posterior Victoria Villarruel lo termina calificando, adrede o no, de “pobre jamoncito” por situarse entre dos mujeres con carácter, como son ella y su hermana, Karina Milei. 

¿En qué posición dejan estas declaraciones al mandatario que recién cumplió cien días en el poder? ¿Sus decisiones de gobierno están siendo moldeadas por dos mujeres fuertes? ¿No es él un león? Para despejar dudas, no tuvo mejor idea que postear en sus redes una imagen hecha por un seguidor, que lo retrata como Napoleón Bonaparte en la famosa obra de 1845 del pintor Paul Delaroche. Lo que el presidente no tuvo en cuenta es que, si bien parecía estar sentado descansando, es ese el momento más oscuro en la carrera del emperador francés, cuando abdica en Fontainebleau.