Hoy el hincha de Central está triste. Seguramente muy triste. Y no es para menos. Miguel Ángel Russo decidió dar un paso al costado y dejó de ser el técnico de Rosario Central, cerrando así uno de los ciclos más exitosos del club. Un tipo que arribó hace 27 años casi como una apuesta y a través del tiempo se transformó en un ícono definitivo de la institución.
El segundo DT que más veces lo dirigió (301 partidos, solo detrás de Zof), el que nunca le dijo que no, el que lo sacó del abismo en 2013, el invicto en los clásicos (dirigió 12, con 7 triunfos y 5 empates), el que lo sacó campeón, el de "la gloria no tiene precio". Posiblemente (seguramente), el segundo técnico en importancia en la historia del club -solo por detrás de Don Ángel-.
Llegó en 1997 y comenzó a forjar una idolatría que muy pocos "foráneos" consiguieron a lo largo de la historia de un club difícil como Central. Empezó a meterse a los hinchas en el bolsillo armando un gran equipo que terminó en el tercer lugar del campeonato y habiendo ganado 4 a 0 aquel histórico clásico.
Volvió en 2002 para salvar al Canalla del descenso y terminó, otra vez, peleando el campeonato luego de armar un equipazo con Chelito Delgado y Lucho Figueroa como dupla de ataque.
El que nunca le dijo que no, el que lo sacó del abismo en 2013, el invicto en los clásicos, el que lo sacó campeón
Su tercer ciclo fue muy complicado y muy breve porque llegó para salvar al equipo del descenso en 2009 y logró su cometido tras salir airoso de la promoción.
Sin dudas, su ciclo más complicado fue el cuarto, cuando el equipo iniciaba el tercer año en el ascenso atravesando el momento más aciago de su historia. Pero él estuvo allí, para inmediatamente devolverlo a su lugar. Y para seguir agigantando su "racha clásica" dejando de rodillas al equipo rojinegro que venía de ser campeón. Le ganó una, dos, tres veces seguidas. Y además quedó a un paso del título que los penales le negaron en aquella noche de Copa Argentina con Huracán.
Pero en este quinto ciclo tuvo la revancha que merecía. Logró el ansiado campeonato armando un equipo a su medida con el eslogan que ya es historia en la ciudad: "La gloria no tiene precio".
Ahora, una combinación de factores especialmente futbolísticos, hicieron que le ponga fin a este quinto ciclo. Podría haberse quedado el tiempo que quisiera aprovechando el mote de ídolo que supo ganarse, pero eligió priorizar al club. Lo que habla también de su grandeza y de sus valores.
"Con dolor uno entiende que es el momento en el que tiene que dar un paso al costado. Creo que es lo mejor para el club a nivel de fútbol porque uno siempre busca que el club siga creciendo", fueron las palabras elegidas por Miguel para despedirse. Una despedida que parece especial porque suena a definitiva.
Se va Miguel DT, pero queda su legado. Queda su huella indeleble en el corazón del pueblo Canalla, que hoy llora a su ídolo.