Ganó Central. Como casi siempre en los últimos 15 años. También, como muchas veces, es más fácil explicar el resultado, no tanto el desarrollo, mirando a Newell’s.
No había pasado absolutamente nada, o casi. La gran ovación de la tarde la había provocado un gol anulado al equipo de Méndez por off side, indiscutible, de Angelo Martino.
Justamente Martino fue el principal responsable de la levantada de Central en el segundo tiempo, cuando Newell’s jugaba apenas mejor. El lateral le entró increíblemente fuerte y mal a Kevin Ortiz y fue expulsado.
Esa contingencia marcó el rumbo de un partido que ya tenía en la cancha a Malcorra. Un tiro libre de Nacho cuando el partido se apagaba, un mal rechazo de Macagno y la arremetida de Mallo torcieron el resultado para el lado que se tuerce casi siempre.
Como tantas otras veces, fue Newell’s el principal responsable de la derrota. La falta de inteligencia de algunos de sus jugadores para jugar el clásico parece no tener remedio para el equipo del Parque.
Por lo contrario, a Central le sobra pericia para imponerse aun cuando no pasa absolutamente nada.
Y la gente también juega. Tomó como un revulsivo el gol anulado a Newell’s para despabilar a un equipo que hasta allí, como su rival, había hecho poco y nada para ser protagonista de un partido hasta entonces chato, anodino, parejo, flojísimo.
No hay que soslayar el componente psicológico que tiene para ambos el partido. Las caras rojinegras cuando Méndez bajó a Malcorra lo decían todo.
Central sale a la cancha sabiendo que va a ganar y Newell’s hace lo que puede con la paternidad auriazul. Y la verdad es que es muy poco lo que aporta para semejante partido.
A esta altura, escribir sobre racha o estadísticas sería una falta de respeto para Central y casi un mimo para Newell’s.
Para Matías Lequi es un respaldo enorme, para Méndez el primer gran golpe de un ciclo que apenas comenzado ya se quedó sin uno de sus objetivos fundamentales.
Se insiste, cuando Méndez, Juan Ignacio, manoteó imprudentemente a Malcorra casi en el vértice derecho del área, cualquiera podía adivinar lo que iba a pasar. Esta vez no fue la destreza de Nacho, que pateó un tiro libre convencional, fueron el flojo rechazo de Macagno y la arremetida de Mallo.
Se pueden buscar mil explicaciones, unas cuantas excusas y tantas cosas más, pero los clásicos casi siempre los gana Central. Uno más para el canalla y uno más para Newell’s, al que el historial le estruja el alma cada vez más.
Nada nuevo en el clásico: ganó Central. Siempre gana. O nunca pierde.