La frase “un pibe más en el club, un chico menos en la calle” sobresale en uno de los paredones del María Madre, el club parroquial de la iglesia Madre de Dios en barrio La Lata, pero lo que expresan las paredes a veces choca de frente contra la realidad. Es que la institución ubicada en Presidente Quintana 1598 sufrió esta semana el robo de varios reflectores que impiden el normal desarrollo de la práctica –sobre todo– de futsal y las actividades en general, un obstáculo que se hace carne entre quienes pasan allí gran parte de sus días, en una zona de la ciudad con carencias. 

A Claudia Spampinato, la nueva presidenta del club, la envuelven los sentimientos de enojo por otro robo –no es el primero, como les pasa a muchos en la ciudad– pero también el deseo de no bajar los brazos ni dejarse ganar por la inseguridad. Le cuenta a Rosario3, con cierta resignación, que “los chicos están tristes porque el club también es su casa”.

Durante esta semana, en un robo hormiga, se llevaron los reflectores de un ala. “Un día uno, al siguiente otro y así desaparcieron todos. Lo lamentamos, los chicos y chicas juegan futsal de noche y sin luces no pueden entrenar ni jugar los partidos oficiales”, dice la presidenta, parte de la institución de zona sur desde su fundación en 2016. El miércoles pasado, cuando la noche fue ganando terreno, una categoría femenina de futsal pudo completar su partido gracias a la buena voluntad del equipo rival, pero está claro que sin luz no van a poder seguir compitiendo.

En el María Madre chicos y chicas de distintas edades, en total alrededor de 120 desde los 8 años, practican futsal y taekwondo. Pero es más que un club. El espacio, como muchos otros en Rosario, funciona como lugar de contención para infancias y adolescencias. Además de las disciplinas deportivas, hay clases de apoyo escolar y un EEMPA con talleres de oficios. 

El Club Atlético María Madre de La Lata (CAMML) busca acompañar la vida de las niñas, los niños, los adolescentes y los adultos del barrio, dimensionando al club como un espacio de vínculos sanos y promoción de una vida saludable. "Nuestro objetivo es crear un ambiente de contención, prevención y crecimiento, abrazando la vida como llega e incluir a todas y todos", expresan.

Para Claudia, el robo duele por cada chico y por todo el esfuerzo que hacen para sostener el club de la parroquia Madre de Dios, a cargo del padre Fabián Belay, referente de la Pastoral de Drogadependencia del Arzobispado. 

Entre 100 y 120 chicos y chicas hacen deporte en el club de zona sur.

“Los robos son lamentables, especialmente para todos los clubes de barrio donde se hace todo a pulmón, con muchas ganas y pocos ingresos, pero todo es por el bien de las chicas y los chicos, por eso seguimos adelante”, advierte la mujer. 

Tanto los jóvenes y niños, como los padres y adultos del barrio, están todos muy involucrados con este proyecto, y lo demuestran con sus aportes a las diversas acciones solidarias que encara el grupo de directivos. En poco tiempo se ha ido creando un arraigado sentido de pertenencia, y la práctica del futsal ha sido la que encauzó esa pasión que sienten los chicos del lugar por el fútbol, la cual además los ha llevado a adquirir nuevos hábitos de disciplina y entrenamiento.

Aunque se fundó en marzo de 2016, el proyecto nació a mediados del 2015, cuando un grupo de jóvenes de espíritu solidario llegaron al emblemático barrio rosarino para realizar una labor de inclusión social con los niños y jóvenes de la zona. Al llegar comenzaron instalando un “Centro de Vida” y un “Centro de Niñez”, donde se abrió un espacio social nuevo, y muy pronto funcionaron allí distintos talleres de oficio.

Estiman que el valor de lo robado asciende a unos 350 mil pesos, una cifra difícil de alcanzar sin ayudas del Estado o de alguna donación. Es más, estaban juntando plata para comprar pelotas, que no sobran en ese lugar de La Lata, pero ahora van a tener que destinarla a la compra de luces y esperar, además, otros aportes, según contó su presidenta este viernes en El Tres. 

Quienes deseen colaborar con la reposición de los elementos robados pueden comunicarse a Instagram (@camml.futsal) o realizar un depósito al alias bancario club.maria.madre

Los clubes rosarinos, víctimas de robos continuos 

El vandalismo y los robos contra clubes, especialmente de barrio, son moneda corriente en la ciudad. Cada semana ocurren nuevos episodios delictivos que complican su normal funcionamiento y ponen en jaque su subsistencia, en numerosos casos dentro de zonas vulnerables y con carencias de todo tipo. 

Sólo por citar algunos ejemplos, al del club María Madre de La Lata se le suman dos hechos en La Consolata en barrio Las Delicias, donde dieron sus primeros pasos el Kily González y el actual jugador de Boca Lautaro Blanco. El último en junio pasado.

A mediados del mismo mes, hubo robo y destrozos en Tiro Suizo, de donde se llevaron más de 40 pelotas y camisetas de fútbol. Y pocos días antes, una escuelita de fútbol del Fonavi Supercemento, el club Junior, padeció su segundo hurto en poco tiempo, junto a un complejo de canchas que administra el ex futbolista César Delgado en zona norte. 

A fines de marzo, nuevos episodios de robo se produjeron en el club de fútbol infantil Olympia, situado en Morrow y Salvat, barrio Cristalería. La asociación, que cuenta con otra sede en avenida de Circunvalación –que también fue robada varias veces– ya superó la cifra de cincuenta hechos delictivos sufridos.

Un poco más atrás en el tiempo, durante febrero, en el Club Infantil Valencia, donde juegan al fútbol unas 300 personas entre niños, niñas, jóvenes y adultos, sufrieron cuatro robos en pocas semanas. Se llevaron cableado, reflectores nuevos y lámparas.

Son apenas una muestra de cómo la inseguridad afecta a espacios pensados, justamente, como una vía de escape para las infancias y adolescencias de las calles, como lugares de encuentro y contención.