Un barco que arribó al puerto de General Lagos fue retenido por la Justicia federal de Rosario. El African Magnolia, de Monrovia, la capital de Liberia, arribó este lunes 6 de enero con un marinero filipino de 47 años fallecido. Eso activó un alerta y un protocolo sanitario especial.

Como informó Agustín Lago en Rosario3, el buque venía de tierras africanas (la terminal portuaria de Onne, Nigeria) y el hombre falleció en alta mar hace dos semanas, el 25 de diciembre. El cuerpo fue trasladado al Instituto Médico Legal (IML) para hacer la autopsia.

Los protocolos sanitarios demandan descartar que la causa del deceso haya sido por ébola, un virus que tiene una tasa de letalidad media en torno al 50%, ya que el buque pasó por dos puertos africanos (el último habría sido el 16 de diciembre en Lagos).

La infección de ese virus se produce por contacto directo o indirecto con la sangre u otras secreciones (heces, orina, saliva, semen) de personas infectadas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “los pacientes pueden contagiar la enfermedad mientras su cuerpo contenga el virus, incluso después de haber fallecido”. 

Fuentes judiciales confirmaron a Rosario3 que la comunicación oficial se hizo el viernes pasado. Desde el barco notificaron la muerte a la Agencia Marítima. Ese ente avisó a Prefectura Naval Argentina y desde allí, a la Fiscalía de Rosario, por el puerto de arribo.

El sábado comenzaron los pedidos de medidas de los fiscales Javier Arzubi Calvo y María Virgina Sosa que el juez federal en feria, Carlos Vera Barros, proveyó. Este lunes a la tarde, cuando arribó el buque, se procedió a la desinfección de la embarcación y la autopsia del cadáver (demoraría 24 horas en conocerse el resultado) con permiso de la Corte provincial (por el riesgo de ébola).

Más que un aislamiento sanitario, lo que se activó en torno al African Magnolia es un protocolo por la existencia de una persona muerta y las averiguaciones de lo ocurrido, que incluyen revisar los documentos del buque con bandera de Liberia y revisar camarotes del fallecido, entre otras medidas.

Según la versión oficial dada a conocer por el capitán, la víctima sufrió “un dolor intenso en el pecho” y no padecía una enfermedad infectocontagiosa.

De todas formas, la embarcación permanecerá en el puerto hasta que se clarifiquen las causas del deceso (en principio sería en las próximas horas) y el estado de salud de los otros tripulantes. 

No es el primer procedimiento de este tipo que recae sobre el juzgado federal de Vera Barros. Ese mismo magistrado y esa misma terminal ubicada 20 kilómetros al sur de Rosario coincidieron en otro caso emblemático de un buque retenido hace poco más de una década.

El 26 de julio de 2013, arribó al puerto privado de la cerealera Dreyfus en General Lagos el RM Power. La orden de detener la embarcación fue por la denuncia de un cuádruple homicidio ocurrida en alta mar.

El propio capitán rumano Florin Filip confesó el crimen a sus superiores por incidentes posteriores. El barco había zarpado del puerto de Matadí, en la República Democrática del Congo, el miércoles 3 de julio de ese año.

Días después, la tripulación de cubierta encontró a cuatro jóvenes escondidos en la panza del bulk carrier (mismo tipo de barco que el African Magnolia). El capitán dio la orden de arrojarlos al mar y los marineros obedecieron, según la investigación judicial posterior.

El juez Vera Barros entendió que los crímenes cometidos en alta mar deben ser investigados en el país del primer puerto de arribo, según jurisprudencia nacional. Prefectura tomó el control del RM Power e informó al capitán de la causa penal abierta por supuesto homicidio el 7 de julio anterior. 

Ese buque quedó retenido en el puerto y seis días después, el jueves 1° de agosto, el RM Power se devoró otra víctima. El contramaestre Danilo Dumogho, el jefe de la tripulación de cubierta y uno de los acusados por el cuádruple crimen de los polizones, cayó al río Paraná y desapareció. 

 

Por ese hecho se inició una segunda causa (838/2013) en la Justicia provincial. La desaparición del marinero filipino de 39 años en el kilómetro 395,5 del Paraná sumó 178 fojas pero el cuerpo no fue hallado, no hubo imputados y no quedó claro si Dumogho se tiró, se cayó o lo mataron.

El 9 de agosto de 2013, el RM Power abandonó el puerto de General Lagos cargado con 39 mil toneladas de maíz con destino a Argelia.

El capitán Filip, su segundo Robert Racovita, también rumano, y cuatro marineros filipinos fueron detenidos y procesados por el homicidio de cuatro jóvenes polizones, en principio africanos. 

Al año, fueron liberados por razones de jurisdicción (no por falta de pruebas para hacer un juicio). El capitán del RM Power tuvo un increíble final trágico: falleció el 22 de febrero de 2014 en pleno vuelo de repatriación a Rumania.

La historia forma parte de la crónica “El polizón y el capitán”, el especial publicado en Rosario3 y editado como libro por Marea en 2023.

Una década después, ese escenario portuario vuelve a alojar un buque retenido por orden del mismo juez federal, arribado también desde África, con otro marinero filipino fallecido. Pero por circunstancias distintas. Al menos a ese juzgado no le había tocado en todo este tiempo una investigación similar. Pero sí hubo un caso anterior: un marinero decapitado por una linga con el barco anclado.