El sacerdote Fabián Belay, titular de la Social Pastoral de Drogadependencia del Arzobispado de Rosario, celebró el descenso de los homicidios durante 2024 pero avisó que los problemas de consumo problemático y violencia siguen latentes en los barrios vulnerables: “Cuando se afloje con la mano dura va a estallar porque no se trabaja sobre la causas”.

El año pasado fue muy bueno en el sentido que hubo menos muertes y actos de violencia pero hoy estamos viendo como recrudece esta situación”, señaló con respecto a los 19 asesinatos registrados en lo que va de enero de 2025.

Para Belay, la mejora en las estadísticas criminales no tiene un correlato en las tramas sociales dañadas. “Se ha trabajado muy bien en contener la violencia pero hay todo un camino para recorrer en la prevención, que es lo que genera violencia”, dijo este jueves en el programa De Boca en Boca (Radio 2).

“El problema no es solamente la marginalidad sino lamentablemente el consumo de sustancias. Ya hace varios años que venimos viendo cómo el consumo de sustancias se da en niños y adolescentes. Esto que se hizo (la baja en los homicidios en 2024) es muy bueno, es decir no es una cosa contra la otra. Pero venimos sosteniendo desde distintas instituciones en diálogo con los gobiernos, que es necesario ver cómo trabajamos en la prevención”.

Para el cura y referente de la temática, es necesario “trabajar con un gran número de niños y adolescentes que viven en barrios vulnerables que, por más que no haya hechos de violencia, siguen cayendo en el consumo de sustancias y en el narcomenudeo”.

“La tarea más importante en los barrios es la prevención, para nosotros, desde la Iglesia Católica, las organizaciones sociales y la Iglesia Evangélica, en este momento es un problema masivo y está presente en todos los barrios vulnerables de la ciudad, no en algunos. Por eso, tiene que haber una respuesta proporcional y masiva”, agregó.

Tercera generación de familias con consumos

  

Belay contó en diálogo con el periodista Daniel Amoroso que hace dos años trabajan en un proyecto de “apertura de centros comunitarios para niños y adolescentes” y también en una ampliación de la escuela.

“En este momento, hay muchos adolescentes que no sostienen la escuela. Es un alto número y uno pregunta ¿por qué, donde están los papás?, y la realidad es que tenemos la tercera generación de familias con problemas de consumo”, argumentó.

El drama de la violencia asociada al narcomenudeo y el consumo –que este medio narró en el especial “Rosario desarmada”– no es nuevo y se agrava: “El abuelo no mandó a su hijo a la escuela y hoy ese hijo no manda al suyo. Entonces, hay familias totalmente desmembradas y ese niño no tiene un lugar de contención en donde pueda desarrollar un proyecto de vida. La única propuesta masiva para la adolescencia es la escuela secundaria y en todo el país las estadísticas dicen que el 50% no está en las secundarias” 

El cura pidió repensar “cómo tiene que ser la escuela para adolescentes atravesados por estas problemáticas”, dijo que elaboran “propuestas que se acercan a los gobiernos, sean quienes sean” y que el verdadero desafío es “trabajar entre todos desde la sociedad civil”.

“Cada vez que se afloje un poquito con la mano dura va a estallar por la olla a presión, y no se está trabajando sobre las causas sino solo sobre los efectos”, diagnosticó.

Crear una nueva escuela

 

El religioso y titular de la Social Pastoral de Drogadependencia del Arzobispado local demandó “ser claros en el diagnóstico” y expuso: “Si tenemos una tercera generación de familias con problemas de consumo, la escuela no puede seguir esperando que el niño venga y no alcanza solo con docentes, hay que sumar otros actores”.

En ese sentido, propuso “jornadas extendidas en los barrios más marginales de la ciudad” y presentar otros escenarios de futuros posibles. Distintos a “su ambiente en donde los chicos ven a sus padres consumir y sin posibilidad de acceder a un trabajo formal”.

“Que el adolescente –siguió– pueda ir a la escuela a aprender contenidos y también hacer deportes, actividades recreativas, tener las cuatro comidas; un lugar en el que se sienta seguro y pueda adquirir hábitos para poder sostener una jornada de laboral de 8 horas cuando cumpla 18 años”. 

Lo mismo planteó sobre los clubes de barrios vulnerables: “No hay canchas de fútbol, no hay clubes armados para adolescentes, no hay propuestas tan masivas como la oferta del narcomenudeo”.

Espejismos y desafíos

 

Belay insistió en su pedido para no relajar las políticas sociales ni “comprar el espejismo de que se solucionó el tema (porque hay menos muertos)”. “La realidad no es que en Rosario no se están consumiendo sustancias y no se están arruinando la vida, entonces ¿cuál es la alternativa y cuáles son las propuestas para que un adolescente deje eso?”, preguntó.

Para el cura es clave “empezar a alimentar la esperanza desde la propuesta” porque “del otro lado tenemos algo muy bien organizado, con mucho dinero y muchas personas; y de este lado somos lo que estamos”.

“Tenemos un gran desafío como ciudad de si volvemos a ser una comunidad, a constituir en la identidad de que somos un pueblo que ama a su lugar a sus hijos, a sus adolescentes y a su futuro”, planteó y aclaró que no se trata solo del Estado sino de un trabajo que incluye a toda la sociedad. 

“A uno le alegra que bajen las muertes porque son vidas que no se pierden pero sabemos que el problema de base sigue creciendo. No es que quedó paralizado”, concluyó.