Las plazas son, en cualquier lugar del mundo, pulmones verdes que embellecen una ciudad y en Rosario existen 121, que fueron usadas históricamente como espacios recreativos. Pero en la actualidad, a raíz del crecimiento de la pobreza y la falta de viviendas, personas que atraviesan una extrema vulnerabilidad las transformaron en lugares para vivir.
Al margen de la problemática material lógica de no tener una casa, esto implica un quiebre total de vínculos del tejido social y las complicaciones que atraviesan las personas en esta situacion son múltiples, según revela un informe presentado este lunes por Telenoche (El Tres).
Otra de las alternativas para quienes no tienen un hogar es acudir a refugios de rotación diaria, aunque muchos de ellos prefieren rechazarlos y afrontar la consecuencia del frío, el viento, a veces la lluvia y la falta de comodidad, antes de perder los elementos que poseen.
ONGs, referentes del gobierno y entidades religiosas coincidieron en que el número de personas que asistieron a los centros de ayuda en busca de algún tipo de colaboración creció durante la pandemia. También aumentaron los colaboradores que de forma independiente deciden, diariamente, salir a asistir a personas que viven cercanas a sus barrios y están en condiciones vulnerables.
Las plazas se transformaron, sobre todo este último año, en una alternativa de espacio para quienes no tienen donde vivir -unas 500 personas en Rosario- y muchas veces las razones por las que están allí son el resultado de la ruptura del tejido social y el recrudecimiento de la violencia.