Si algo funciona hay que encontrar una alternativa que se parezca pero que a la vez se debe presentar como novedosa. Ocurre en la moda, en la tecnología, en el arte y también en el terreno gastronómico.

Últimamente nuestras tazas de desayuno son de lo más coloridas y no nos referimos al envase sino al contenido. Primero fue el verde del “matcha latte”, té en polvo que procede de las hojas de té verde molidas; luego el rosa del “pink latte” que se prepara con remolacha y cuyo pigmento llamado betalaína le da un color rojo intenso, y ahora el azul del “blue latte”.

Se trata de una elaboración propia de la cafetería Matcha Milkbar, en Melbourne, donde consiguieron fabricar algo que hasta entonces parecía imposible: café de color azul

 

¿Y cómo adquiere ese tono azulado?

No lleva ningún colorante artificial, es completamente vegetal y se debe a unas algas especiales que tienen ese color: la espirulina. Estas son el ingrediente principal y luego le añaden limón, jengibre de ágave, leche de coco y café descafeinado.

Esta bebida contiene un alto nivel de betacaroteno, aminoácidos, más de 67 vitaminas y antioxidantes. El punto polémico está en su sabor: muchos lo adoran y otros sostienen que es infernal.

Los creadores aseguran que en menos de una semana consiguieron vender más de cien unidades de Blue Latte. En la Argentina, este alimento se comercializa solo en tiendas online.

 

¿Cuál es mejor el pink o el blue?

En la variedad está el gusto y ni el pink  ni el blue son dañinos para la salud, por lo cual ambas opciones pueden ser una alternativa saludable.

Pocas empresas se  atrevieron a innovar con productos tan emblemáticos a nivel mundial como lo es el café, pero en Australia decidieron arriesgarse al cambio.

 

¿Nos conquistará o simplemente nos quedaremos con su estética ideal para postear en Instagram?