Si hay algo que se ha reiterado una y otra vez desde esta humilde columna, es que resulta muy difícil -si no imposible- predecir el futuro y, naturalmente, la tecnología no escapa a esta realidad. Aunque los desarrollos más recientes sirven como indicadores que permiten anticipar a grandes rasgos el panorama tecnológico del mañana, este camino seguirá siendo incierto y lleno de sorpresas. Sucede que el impacto en el mundo real de algunas innovaciones suele tomar direcciones inesperadas, moldeado por factores económicos, sociales, culturales o incluso el azar, muchas veces escapando a la intención original de sus creadores.

Definitivamente, una tecnología que continuará marcando el ritmo del progreso es la Inteligencia Artificial generativa, que transformó la manera en la que nos comunicamos con las máquinas. Aunque decirlo parezca una obviedad, no deja de resultar asombroso recordar que hace apenas dos años OpenIA cambió para siempre el acceso a herramientas avanzadas de IA, democratizando una tecnología que hasta entonces estaba reservada para expertos, investigadores o grandes corporaciones.

OpenIA democratizó el acceso a herramientas avanzadas de IA, hasta entonces reservadas a expertos, investigadores o grandes corporaciones.

Ahora, millones de personas en todo el mundo utilizan estas nuevas capacidades para aprender nuevas habilidades, resolver problemas, diseñar prototipos, programar y, especialmente, mejorar su productividad. La integración de capacidades multimodales, combinando texto, imágenes, audio y video, multiplica hasta el infinito las posibilidades creativas, permitiendo resolver en segundos tareas que antes tomaban horas, o incluso días, de profesionales especializados en áreas como el diseño gráfico, la realización audiovisual, programación o redacción.

Sin embargo, al mismo tiempo que esta tecnología increíble permite que personas sin formación técnica puedan desarrollar proyectos complejos de manera autónoma y a velocidades extraordinarias, también plantea una amenaza directa a las fuentes de trabajo de profesionales que han invertido largos años en formación académica y experiencia práctica.

Con la implementación de IA, las empresas podrían reducir la necesidad de personal.

Resulta paradójico que la innovación tecnológica más importante, revolucionaria y accesible de los últimos años ponga en peligro, de manera directa, a millones de trabajadores calificados, quienes ahora se enfrentan a un escenario hasta hace poco inimaginable, en el que podrían ser reemplazados o reducidos a simples tareas de supervisión. Aunque el progreso tecnológico siempre ha estado acompañado de cierta disrupción, la velocidad y alcance de la transformación impulsada por la IA no tienen precedentes, y lo cierto es que pocas profesiones están completamente a salvo de esta revolución tecnológica.

Con su capacidad de realizar tareas complejas de manera más rápida, eficiente y precisa que los humanos, los agentes de inteligencia artificial están en el centro de la amenaza que representa la automatización para el mundo del trabajo. Un agente de IA es un software que puede percibir lo que ocurre a su alrededor, procesar la información que recibe y utilizarla para tomar decisiones, actuando de la mejor manera para alcanzar un objetivo concreto y lograr el mejor resultado posible.

Agentes de inteligencia artificial, software avanzado que toma decisiones autónomas para optimizar procesos y mejorar la productividad

Este tipo de software existe desde hace años, y algunos ejemplos de la vida cotidiana son los sistemas de recomendación de Netflix o Spotify, o agentes que monitorean el tráfico en tiempo real y sugiere rutas alternativas para llegar más rápido a un destino determinado. Sin embargo, la IA generativa ha inaugurado a una nueva era de agentes con capacidades de lenguaje natural más avanzadas, y a medida que esta tecnología evolucione y se vuelva más sofisticada, tendrá un impacto cada vez mayor en la productividad, y consecuentemente, en el mundo del trabajo. La consultora británica Deloitte estima que el 25% de las empresas que actualmente utilizan IA generativa, implementarán agentes de IA durante 2025, cifra que aumentará al 50% en 2027.

La IA también está impulsando a toda velocidad en una industria que hasta hace poco parecía exclusiva de películas de ciencia ficción: los robots humanoides de propósito general. Decenas de fabricantes en los Estados Unidos y China están produciendo sin descanso una nueva generación de robots industriales que, a diferencia de sus predecesores, simples brazos mecánicos inamovibles, ahora tienen brazos y piernas que le permiten desplazarse por espacios diseñados para humanos, interactuando de manera segura con los trabajadores y adaptándose a diferentes tareas según las necesidades que surjan en el momento. 

Un robot humanoide organiza productos en un depósito de Amazon, en los Estados Unidos

Equipados con avanzados sistemas de visión computacional, una variedad de sensores y grandes modelos de lenguaje basados en IA, estos robots no solo pueden recibir instrucciones verbales y responder de manera adecuada, sino que también son capaces de adquirir nuevas habilidades observando a sus pares humanos y aprendiendo de sus propios errores. Solo en los Estados Unidos, androides de este tipo ya están trabajando en depósitos de Amazon y en plantas de Mercedes-Benz y BMW

Por su parte, China ha establecido objetivos muy ambiciosos para el desarrollo y la producción de robots humanoides para el año 2025, impulsando la producción a gran escala y buscando duplicar la cantidad de robots que tienen actualmente, según las directrices publicadas por el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información. Recientemente, empresas chinas como Agibot han comenzado la producción de robots humanoides para tareas generales, invirtiendo en tecnologías clave como la IA y los sensores. Además, el gobierno chino anunció planes para implementar estos robots en una variedad de sectores, desde la atención médica hasta la industria, con la intención de mejorar la eficiencia y reducir costos laborales, mientras se busca que estos robots desempeñen roles cada vez más complejos en la vida cotidiana.

Robots cada 10000 empleados. China busca ocupar el primer puesto en la lista

La Inteligencia Artificial también se ha convertido en una herramienta clave para los ciberdelincuentes, quienes adoptaron las tecnologías avanzadas de IA para llevar adelante ataques cada vez más sofisticados y difíciles de detectar. Según Check Point Research, la división de inteligencia de amenazas de Check Point Software Technologies, empresa líder en ciberseguridad a nivel mundial, durante el tercer trimestre de 2024 los ciberataques aumentaron un 75% a nivel mundial, impulsados por herramientas de inteligencia artificial.

Durante 2025, esta tecnología desempeñará un papel protagonista tanto en el ataque como en la defensa, permitiendo a los ciberdelincuentes crear amenazas más sofisticadas y personalizadas, como phishing más convincente, malware adaptativo y ataques automatizados a gran escala. Los deepfakes jugarán un rol cada vez más importante y preocupante, alcanzando un nivel de sofisticación muy convincente y cada vez más difícil de detectar. Es esperable un aumento de este tipo de ciberamenazas no solo en el mundo corporativo, sino especialmente buscando engañar a ciudadanos comunes mediante la creación de audios o vídeos falsos de personas de confianza.

El uso de Inteligencia Artificial redefine la ciberseguridad

En síntesis, 2025 se perfila como un año donde la Inteligencia Artificial continuará siendo el motor principal de transformación en múltiples frentes. Todo indica que nos espera un período de cambios acelerados que pondrá a prueba nuestra capacidad de adaptación, desde la generalización de agentes de IA en el mundo laboral hasta el inquietante aumento de ciberamenazas cada vez más sofisticadas ¿Qué lugar ocuparemos los humanos en un mundo donde las máquinas pueden aprender, razonar y tomar decisiones de manera autónoma? La respuesta no solo definirá nuestro futuro, sino también nuestra relación con la tecnología y el tipo de sociedad que aspiramos a construir.