“Esta emoción se siente como un tormento interior, una enfermedad del alma. No importa si el humillado ha sido avergonzado por la risa burlona o si se burla de sí mismo. En cualquier caso, se siente desnudo, derrotado, alienado, sin dignidad ni valor” (Tomkins. 1963).

Rosario3.com, fue en busca de la opinión de Jorge Libman, psicoterapeuta, especialista en psicología piscodinámica, quien a nuestro pedido, definía a “la vergüenza como ese sentimiento de intenso malestar frente a una exposición ante otro u otros. Sentimiento que genera desagrado por un juicio que uno mismo emitió y que le genera malestar, ya que uno no puede aceptar la crítica que la persona hace de sí mismo ante un juicio que uno emitió; o a ese comportamiento que uno tuvo. Es la insatisfacción de uno mismo con uno mismo”.

Para el psicoterapeuta, “todos expresamos la vergüenza sintiéndonos advertidos de algo que no hubiésemos querido se note; una de las formas en que se manifiesta es con el enrojecimiento de nuestro rostro”, se explaya Libman.

- ¿La vergüenza se asocia a la timidez?

- El vergonzoso está también solapado con cierto rasgo de timidez, ya que se trata de una persona que cuenta con un temperamento introvertido. Lo que debemos tener en cuenta que si es un niño, sufre mucho, debemos estar atentos; ya que el niño se “pone colorado”, evita participar en ciertas interacciones sociales; se manifiesta muy sensible a las bromas; muchas veces se expresa llorando y se va apartando, aislándose. Este fenómeno, en la infancia, es muy problemático ya que el niño debe atravesar toda su escolaridad con esta “carga”, y ver dificultada su integración al grupo.

En la adultez puede generar muchos inconvenientes en sus integraciones sociales para realizar ciertos trabajos; para exponer sus competencias y virtudes.

La vergüenza, en todas las edades, genera un enorme padecimiento y variadas consecuencias en los individuos.

¿Dónde se origina la vergüenza?

- Podemos decir que la vergüenza tiene sus orígenes en cierto temperamento que son los que influyen en la construcción de la personalidad y que lo portamos por la herencia; pero sobre todo, se expresa en la interacción con el ambiente en la crianza o la identificación con alguna figura parental que es inhibida y retraída; o el hecho de haber tenido un ambiente de crianza muy crítico.

En general, la persona que siente vergüenza siempre está esperando que lo critiquen, que lo censuren, que lo descalifiquen. Por lo que, la mirada del otro, genera en él una atadura total y siente el deseo de escaparse. No puede soportar ni sostener la mirada del otro.

Esto que usted expone del niño, ¿comienza a pasarle en los primeros estadios educacionales?

- Sí. Es que desde el principio el niño comienza a interactuar con sus pares y deberá exponerse ante ellos; deber demostrar quién es y cuáles son sus aptitudes,  y desde ese momento comienza a sufrir lo que ya, en principio, sufre en su hogar. En los casos más severos esos niños con una gran carga de vergüenza, se apartan y no pueden enfrentar sus intervenciones; ya que siempre pesará sobre él su propio juicio negativo hacia sí mismo. Esto lo lleva a huir y a retraerse.

¿También la vergüenza puede esconder situaciones traumáticas?

- En esto hay que poner atención. El niño puede manifestar comportamientos extraños; más retraído o inhibido que incluso lo muestra en su producción escolar, sobre todo en los dibujos, nos puede indicar que les pueden estar ocurriendo situaciones que lo superan y que se niegan a revelar. Puede ocurrir esto como señal que el niño está sufriendo algún abuso; él sabe que eso está mal pero a la vez se siente amenazado con revelarlo.

¿Estos niños son los candidatos a sufrir bullying?

- Sí, por supuesto. Es parte del perfil de personalidad de quienes son seleccionados como víctimas del bullying; son los chicos que son tomados en los grupos como chivos expiatorios y a quienes hostigan. A su vez este tipo de trato realimenta su sentimiento de vergüenza; que va unido a una culpa irracional lo que suele desembocar en cuadros depresivos solapados los que pueden llegar hasta situaciones extremas.

¿Qué es lo que se le puede ofrecer a estas personas como ayuda?

- Puede ofrecérseles psicoterapia individual en un marco de confianza, respeto y comprensión, buscando que el vínculo pueda establecerse bajo la aceptación mutua, en un marco donde el paciente entienda que será respetado y comprendido para ser acompañado hasta que incorpore las herramientas que le faciliten su autonomía creciente y poder establecer un vínculo con los demás. Esto se logra cuando quienes lo rodean a ese niño ganado por el sufrimiento pueden pensarlo psicológicamente.

Éste es un concepto fundamental; no siempre hay trauma del lado del maltrato; lo hay, también, cuando el niño tuvo crianza correcta pero desde un lugar en el cual no se podía hablar, donde no se podían mostrar los sentimientos; esas personas no fueron pensadas psicológicamente por el otro. Ese paciente debe encontrar a alguien que lo pueda pensar psicológicamente.

¿Existen otras alternativas, más allá de la psicoterapia individual?

- Sí. La psicoterapia grupal que ofrece la posibilidad del desarrollo de las habilidades sociales a través de la interacción, en un ambiente cálido y protegido, con otras personas que sufren padecimientos similares. Hay otro, semejante, que me entiende.

¿Podemos entender a la vergüenza como un modo de autocontrol? ¿Una manera de no perder el “freno”?

- Es interesante lo que plantea. Hay palabras que entran en desuso y desaparecen del hablar cotidiano. Una de ellas es “sinvergüenza”. El “sinvergüenza” era alguien que carecía de límites; a la vez de ser un modo de llamarlo a la reflexión para que no los olvide. Es bueno para la cultura tener a mano esa vergüenza, como la culpa que permitió el desarrollo de la cultura humana.

La vergüenza no es un simple sentimiento; una persona con vergüenza puede estar escondiendo un padecimiento psicológico que puede llegar a ser grave y del que debemos ayudar a salir, ya que puede tener derivaciones impensadas y, hasta, riesgosas. Debemos estar atentos, observar y ayudar.

Jorge Libman, psicólogo, matrícula 2231, Instituto Pinel, Alvear 1478, 3er Piso, Rosario