El daño físico no es la única forma de violencia. El maltrato psicológico o las conductas de control desde una situación de poder sobre un otro vulnerable también pueden minar y destruir a una persona. A veces estas conductas perjudiciales están escondidas tras detalles sutiles del día a día, de manera que la víctima no es siempre consciente del todo.

Rosario 3 consultó al psicólogo Jorge Libman, especialista en psicoterapia psicodinámica acerca de cuál es el momento en el que la víctima debe pedir ayuda, para adquirir herramientas con las que hacerle frente al victimario, además de comprender la situación en la que ha sido inmersa.

“La primera gran herramienta a adquirir es 'tomar conciencia'. Tener conciencia de lo que le está pasando y comenzar a llamar a las cosas por su nombre. Que está frente a un maltratador, que puede incluso tener características psicopáticas; que muchas veces agrega violencia física a la violencia verbal y que frente a él hay una víctima que sufre de maltrato”, respondió.

“Muchas veces las diferentes corrientes académicas fueron proclives en catalogar a la víctima como la contraparte masoquista de la perversidad del victimario; y esta conclusión ha sido usada para justificar el accionar de éste. Muchas veces el maltratador ejerce un poder que inhibe a la víctima y la transforma en una víctima vulnerable. Por eso nosotros apelamos en el primer paso a la toma de conciencia que lo que esa persona está recibiendo es maltrato psicológico o físico, o destrato, que apunta a inmovilizar a la víctima sometiéndola”, continuó Libman.

En este sentido, señaló que el profesional a quien se consulte tratará de ayudar a la víctima a que, primero, pueda llamar a las cosas por su nombre, para que pueda comprender cabalmente la situación por la que atraviesa; que pueda sentir, además del dolor que estas cosas provocan, indignación y deseos de rebelarse frente a esa situación oprobiosa a la que lo ha expuesto el victimario.

- ¿A partir de ese momento la víctima deberá evaluar si está en condiciones prácticas de tomar una medida drástica?

- Lo cierto es que no podemos generalizar, cada caso es único, pero todo dependerá de los recursos con los que puede contar en el corto plazo la víctima para cortar ese vínculo. Muchas veces la relación es tan asimétrica que juega en contra de la víctima, la que deberá recurrir a la familia, al Estado, a través de la justicia, o a la ONG que se ocupa de estas cuestiones.

Muchas veces hacen viable la desvinculación de la víctima del victimario la red de amigos, contar con un trabajo, la relación con los hijos, y con el resto de la familia. El victimario seguirá haciendo uso de su poder, para beneficiarse de la situación y continuar con el maltrato. Llegado a este lugar entran a jugar los recursos con los que pueda contar la víctima y cómo los hace valer, partiendo de que su toma de conciencia le ha hecho ver que lo que recibe es un maltrato y que difícilmente el victimario cese voluntariamente de recurrir al mismo.

- Según su experiencia en el tema, ¿hay una vuelta atrás del maltratador? ¿Se reeduca el maltratador? ¿Cambia y cesa en el ejercicio de su maltrato?

- Todo dependerá de las características psicológicas del maltratador; si el maltratador es una persona insegura, frustrada, que se siente fracasado en la vida; muy inconsistente en su persona que recurrió al maltrato porque tal vez es el modelo de su propia familia, como la que se muestra en una película española “Abre tus ojos”, donde se exhibe este tipo de violencia. Es posible que este tipo de maltratador, luego de que le han mostrado el límite a su maltrato, pueda rehabilitarse.

Pero si la violencia emana de una personalidad narcisista, psicopática, no hay vuelta atrás. Lo que hace este tipo de victimario cuando la víctima le impone límites por medio de la separación o por decisiones de la justicia, hará un impase, generará conflictos pero más acotados; puede tomar otra víctima que reemplace a la anterior, pero no modificará su conducta. Porque estamos frente a personalidades dañinas; personas con “defectos fatales”, que los arrastran a dañar a otro perjudicándole la vida. Pero no modificará su conducta de base. Sobre esto debemos ser enfáticos y tomar plena conciencia y conocimientos.

- ¿Qué es lo que nos queda para seguir internándonos en este tema?

- Quedaría que nos ocupásemos de la violencia en las relaciones padres e hijos. En este tipo de vínculos se dan diferentes modelos que aparecen en lo cotidiano; ya que se ocasiona un daño en el desarrollo emocional sano del niño, el que se instala con las descalificaciones reiteradas, invalidaciones de sus experiencias personales, la no disponibilidad afectiva, el silencio, etc.

Creo que deberíamos dedicarle mucho tiempo a este tipo de maltrato psicológico, ya que estamos viendo más disfuncionalidad parental por alteraciones sociales. Debemos intentar generar conciencia en este tipo de maltrato psicológico.

- ¿También es frecuente el bullying en el ambiente escolar, sobre todo?

- Sí. En nuestra época le llamábamos “tomar de punto” a quien ofrecía su debilidad y cargábamos sobre él sin miramientos. Lo que ha tornado excesivamente agresivo al bullying son el recurso de las redes sociales en las que se masifica la descalificación y el oprobio a quien debe sufrir esas descalificaciones. Traen consecuencias nefastas, por eso debemos ponerlas sobre la mesa y enseñarles a las víctimas, a su familia y a la comunidad educativa a reconocer las herramientas para salir rápidamente de esa situación, ya que la misma es muy destructiva. Debemos alertar.

Jorge Libman
Jorge Libman | Psicólogo, especialista en Psicoterapia Psicodinámica | Matrícula: 2231 | Instituto Pinel, Alvear 1478, 3er Piso Rosario