Si algo nos aburre solemos bostezar y hasta incluso podemos quedarnos dormidos, pese a estar descansados. Un estudio encontró las razones de este fenómeno, partiendo de los procesos biológicos que controlan el sueño. Primero está el impulso homeostático, demanda del cuerpo de autorregulación para garantizar su supervivencia. En segundo término está el proceso circadiano que impulsa a regular los horarios internos con los de la Tierra.

Científicos del Instituto Internacional de Medicina del Sueño de la Universidad de Tsukuba (Japón) y del Departamento de Farmacología de la Universidad de Fudan en la Escuela de Ciencias Médicas Básicas (China), lograron explicar qué es lo que ocurre en el caso del aburrimiento.

Concretamente descubrieron que nuestra parte del cerebro asociada con la motivación y el placer, el núcleo accumbens, puede provocar sueño. Por esta razón, se puede entender cómo la respuesta biológica ante la ausencia de estímulos motivadores es tender a quedarnos dormidos, según el trabajo publicado en Nature Communications y reproducido por 20 Minutos.

Para llegar a esta conclusión, se usaron técnicas de resonancia magnética y de quimiogenética con las que se controlaba la actividad neuronal en ratones en el núcleo accumbens, llegando al resultado de que éste tiene una fuerte capacidad de inducir a un sueño conocido como de onda lenta, por la tensión lenta y de alto voltaje de las ondas cerebrales.

Así que ya lo sabemos: para no quedarnos dormidos requeriremos de estímulos motivadores.