Este 6 de diciembre fue una sorpresa el viaje de Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea–órgano encargado de negociar los acuerdos internacionales– a Montevideo. Estaba llevándose adelante la 65ª Cumbre de los Jefes de Estado del Mercosur. Su visita presagiaba la aceptación a un convenio que hace 25 años que se negocia. Apenas tocó tierra, la alemana escribió en sus redes sociales: “Aterrizamos en América Latina. La meta del acuerdo Unión Europea-Mercosur está a la vista”. 

¿Qué hechos ocurrieron que dieron pie al anuncio?

Primero, hay que tomar en consideración quiénes fueron los principales artífices del pacto. Del lado europeo, el canciller alemán Olaf Scholz y el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez. En tanto desde Latinoamérica, el trabajo fue del brasilero Luis Inácio Lula da Silva con estrecha colaboración del saliente presidente uruguayo Luis Lacalle Pou. Lo cierto es que estos líderes han sabido aprovechar el contexto histórico ante un tratado que –se sabe– será complicadísimo de aprobar. 

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen (Efe)

Probablemente, la crisis interna del gobierno de Emmanuel Macron fue fundamental para despejar la firma del pacto desde el lado europeo. Estaba tan desprevenido, que cuando la asamblea legislativa destituyó a su primer ministro Michel Barnier, se encontraba en Arabia Saudita en una visita de Estado con objetivos diversos. Desde estabilizar el Líbano hasta vender aviones de combate al ejército saudí. Puertas adentro, la casa incendiada. El presidente galo -que este fin de semana se encuentra ocupado en la reinauguración de Notre Dame- volvió anticipadamente a su país. 

Mientras todo esto sucedía, cuenta el diario Le Figaro, que en su escala en San Pablo, Ursula von der Leyen recibió una furiosa llamada de Macron diciéndole que él “no estaba de acuerdo” y que el tratado en las condiciones actuales era “inaceptable”. Desde el palacio Elíseo creen que “la presidenta de la Comisión corre un grave riesgo al intentar concluir un acuerdo sin haber compartido su contenido con los Estados miembros y sin haber verificado que habría una mayoría calificada para ratificarlo”. Aunque también sienten que su posición ha sido humillada.

Los agricultores franceses se oponen históricamente a este pacto. En las últimas semanas se han movilizado con fuerza en todo el país. Macron les ha prometido no firmarlo. De todas maneras, saben que si bien la Comisión Europea tiene competencia exclusiva para negociar acuerdos de libre comercio, no tiene poder para firmarlos sin un mandato del Consejo Europeo, que reúne a los veintisiete. Por lo que si quieren bloquearlo, necesitan una minoría que debe reunir a cuatro países, que representen al menos el 35 por ciento de la población europea. Francia se encargaría de juntar estos números.

Como mujer precavida vale por dos, Ursula von der Leyen suspendió su asistencia a la inauguración de la catedral de Notre Dame este sábado

El acuerdo entre los bloques, que se firmó este viernes, tiene un significado político evidente. En ese sentido, hay coincidencias muy claras entre la alemana y Macron. Estas tienen que ver con la pronta asunción de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Ambos concuerdan en que estrechar las relaciones entre dos regiones tan importantes –que abre un mercado de 700 millones de personas– envía un poderoso mensaje a la amenazante política del republicano de aplicar altos aranceles a productos importados.

En cuanto a los países del Mercosur ¿Que se movió en el tablero político? 

Esta semana los logros de Lula da Silva han sido brillantes. Por un lado, casi nueve millones de compatriotas han salido de la pobreza gracias a sus políticas sociales. Es de esas noticias que suelen quedar en segundo plano, pero transforman profundamente la vida de las personas. Aplausos interminables para Lula. Por otro, fue uno de los artífices principales de un acuerdo que, una vez que entre en vigor, también puede reconfigurar por completo el rumbo de millones de vidas humanas.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, asiste a la cumbre semestral de presidentes de los países del Mercosur (Efe)

Lo único que el mandatario brasileño difícilmente pueda lograr, es una buena relación con una Argentina gobernada por Javier Milei. No hay caso. 

Es incompatible con los valores de Lula da Silva odiar al Estado, considerar al Mercosur una cárcel, a las Naciones Unidas “un leviatán de múltiples tentáculos” de corte socialista y estar en contra de los objetivos de la Agenda 2030. En esta ocasión, el líder de la mayor economía del Mercosur, aprovechó para devolverle al argentino la gentileza ocurrida en el G20 en Río de Janeiro días atrás. Allí, Javier Milei se ausentó de la foto familiar de cierre del encuentro. De la misma manera actuó Lula en esta ocasión. No asistió a la tradicional foto final luego del traspaso de la presidencia protempore a la Argentina. 

Hay que destacar que ésta fue la primera participación de Milei en la cumbre regional del grupo. En el último encuentro, hace seis meses, en Asunción del Paraguay no asistió. En vez de eso, decidió provocativamente, mostrarse en una reunión de referentes de derecha en Camboriú con los Bolsonaro. Fue Luis Lacalle Pou quien entonces expresó: “Si el Mercosur es tan importante, acá deberíamos estar todos los presidentes”. 

Meses después, parece ser con quien más concuerda. El uruguayo le encomendó al argentino, tomar la posta en el reclamo de la flexibilización, que él mismo mantuvo presente durante los últimos años. Lo hizo porque en marzo de 2025 lo reemplazará Yamandú Orsi. Un mandatario del Frente Amplio, el signo político opuesto, quien no paró de enviar señales de pragmatismo a Javier Milei desde que fue electo.

Durante la cumbre en Montevideo, a la que acudió invitado por Lacalle Pou, pidió de manera formal una reunión bilateral con el libertario pero no hubo voluntad de encuentro por parte del argentino. Es Orsi un fuerte defensor del Mercosur, si bien apuesta por cierta flexibilización del bloque. Este rechazo lo único que logrará, es que se convierta en un buen aliado de Lula en los próximos años. Punto para el brasileño. 

El presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou (d), y el presidente electo de Uruguay, Yamandú Orsi (Efe)

En tanto, el gobierno argentino también encuentra oposición de otro integrante: Santiago Peña, que no está de acuerdo en avanzar con tratados individuales. El presidente paraguayo ya lo ha cuestionado en la cumbre anterior. En ésta última expresó: “La integración es un estilo de vida. Esto es un paso positivo, pero totalmente insatisfactorio en lo que nos da el Mercosur a todos los países”. Una crítica histórica que está relacionada con las asimetrías del bloque. Además, dijo ser un “optimista insatisfecho” respecto al acuerdo comercial con la Unión Europea. 

Más allá de todas estas idas y venidas, quien mejor expresó el espíritu de ese encuentro desde el lado latinoamericano, fue Lula da Silva, quien exteriorizó que “esta cumbre tiene un significado muy especial: marca la conclusión de las negociaciones del acuerdo Mercosur-Unión Europea, en el cual nuestros países han invertido un enorme capital político y diplomático por casi tres décadas”. 

. En la Cumbre de Líderes, Javier Milei dijo que "el Mercosur ha sido un escollo para el progreso de los argentinos" (Efe)

En el mismo sentido, se expresó por el viejo continente Ursula von der Leyen: “Este es un buen día para el Mercosur, para Europa y un momento histórico. Toda una generación dedicó su esfuerzo a traer este acuerdo y hacerlo realidad. Aseguremos que este acuerdo produzca todo lo prometido y ayude a las generaciones futuras”. 

La firma del tratado de libre comercio es un triunfo para la diplomacia. Su concreción busca enviar un mensaje claro al mundo: incluso frente a políticas proteccionistas y divisiones internas, el multilateralismo sigue siendo una fuerza poderosa. Tras décadas de negociaciones, el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur no es solo un tratado comercial, es un puente entre dos mundos, una apuesta por la cooperación y una prueba de que la paciencia y el diálogo aún pueden abrir caminos donde antes solo había fronteras.