Lo que iba a ser una audiencia imputativa contra los cabecillas de la barra brava de Newell’s por un ataque a tiros a la casa de una integrante de la comisión directiva del club derivó en una extensa acusación contra miembros de Los Monos por mantener hace al menos dos años bajo extorsión y amenaza al presidente del club Ignacio Astore. Según los fiscales Franco Carbone y Pablo Socca, quien estuvo detrás de todas las maniobras fue Leandro “Pollo” Vinardi, hombre de confianza de Ariel Máximo “Guille” Cantero –líder de Los Monos– que está preso en Ezeiza por homicidio y narcotráfico. Debajo de ese recluso, en la orden de mando estuvieron su pareja Ivana Sabrina Barrías, su hijastro Emir Rodríguez y su ladero Luciano “Lucho” Gallardo, la cara visible en el paraavalanchas leproso. 

“Astore y las personas entrevistadas bajo identidad reservada dijeron que desde que asumieron son obligados por partido de local a entregar entradas de protocolo, que en la actualidad son 1.700, dinero en efectivo, que actualmente es un millón y medio de pesos, y entre 15 y 25 camisetas”, aseguró Carbone, que recordó que en los últimos 30 días ocurrieron violentos hechos que se contextualizan por una interna en la barra, en la que también se ve envuelta la dirigencia.

Entre los episodios de violencia, explicó que a comienzos de julio le dieron un disparo en la cabeza al hijastro de Gallardo y el pasado domingo un tiro en el tórax al hijastro de Vinardi, ambos casos en Villa Gobernador Gálvez. Subrayó la posibilidad de que la intimidación de este martes en la puerta del Coloso, donde realizaron un tiro al aire, tenga que ver con esta situación.

Los cuatro imputados estuvieron por videoconferencia ante el juez Hernán Postma. En el inicio del relato, el fiscal se remontó a agosto de 2022 para hablar del primer acto intimidatorio de la barra brava. Fue cuando personas de confianza de “Pollo” Vinardi abordaron al plantel rojinegro tras la caída en el Coloso por 2 a 1 contra Godoy Cruz. Ese 27 de agosto de ese año, le robaron a un integrante del cuerpo técnico de Javier Sanguinetti e increparon a los jugadores. 

El presidente de Newell's, Ignacio Astore.

Por ese “apriete”, Astore resolvió no entregar el medio millón de pesos que abonaba la semana posterior a cada partido, hecho que causó que Vinardi se comunicara el 23 de septiembre de 2022 con el jefe de seguridad de Newell’s para mostrarle su descontento

El acto siguiente, según explicaron los fiscales, fue la pintada contra Astore y el piedrazo arrojado el 12 de diciembre de 2022 contra el Hospital Privado de Rosario, donde trabaja el presidente de Newell’s

En la actualidad, Carbone afirmó que el club rojinegro paga un millón y medio de pesos por cada partido. Dicho desembolso se lleva a cabo en los días previos o en los posteriores al encuentro. 

En la audiencia también dieron cuenta del trasfondo de un hecho público, que tuvo lugar el 23 de julio pasado, cuando Newell’s empató de local ante Independiente de Rivadavia en un partido que tuvo la visita del técnico de la selección argentina Lionel Scaloni. Una vez terminado el encuentro, desde la popular arrojaron bombas de estruendo contra la manga del plantel mendocino y la Policía que lo custodiaba. De acuerdo a la información ventilada, antes de la fecha, el club había dado 1.700 entradas de protocolo a la facción disidente de la barra brava, la liderada por Alejandro “Rengo” Ficcadenti –imputado la semana pasada como instigador de las amenazas a la familia de Ángel Di María–, lo que generó un enojo en “Pollo” Vinardi y su hombre de confianza “Lucho” Gallardo.

El humo de las bombas a espaldas de los jugadores del equipo mendocino en el Coloso. (Fotobaires)

Después de varias comunicaciones, Ficcadenti devolvió las entradas y el club se las hizo llegar a Gallardo, que, sin embargo, le mandó el mensaje a la dirigencia a la vista de todo el estadio tras la igualdad en cero ante Independiente de Rivadavia. Esas bombas de estruendo, creen los fiscales, fueron tiradas por orden de Emir Rodríguez, hijastro de Vinardi.

El enojo de la barra brava escaló el 26 de julio pasado, cuando desde un Clio le dieron ocho disparos al frente de la casa de la zona sur donde vive una directiva de Newell’s –con quien mantenían diálogo–, quien luego pidió licencia. Se presume que dicho ataque fue porque la dirigencia había dado las entradas, pero no había pagado a la barra por el partido de local.

Casualmente, Vinardi, Gallardo, Barrías y Rodríguez estuvieron detrás de la convocatoria que hizo la barra para inaugurar el pasado 8 de julio un sector de los parrilleros. Sin permiso de las autoridades, dijeron los fiscales, dieron a conocer que iban a traer a Sergio Torres para festejar el corte de cinta. Astore, al enterarse, hizo saber –a través de la vocal cuya casa después fue baleada– que no iba a permitir ese recital y la barra en consecuencia le exigió ocho millones de pesos, que fueron pagados, pero en un monto menor: tres millones de pesos.

Quien pagó los tres millones de pesos fue el jefe de seguridad de Newell’s a Gallardo en las instalaciones del Coloso el 30 de julio pasado, días después de las bombas de estruendo y la balacera a la casa de la directiva leprosa.