Los casos de homicidios de los últimos días en la ciudad de Rosario estremecen pero no son los únicos. El mismo día que se cumplió un nuevo aniversario del asesinato de Mariano Bertini, hecho que ocurrió la noche del 15 de agosto de 2014 cuando su padre llegaba a la vivienda familiar de Lima al 800 y se disponía a ingresar su vehículo Toyota Etios gris, asesinaban a Nahuel para robarle un celular en Amenábar y Dorrego.

Días antes ya se conocía la historia de otro joven asesinado, la de Fabricio Zulatto. Este caso comenzó el martes 9 de agosto cuando la familia y amigos pierden todo contacto con el joven. Dos días después es encontrado muerto en un pozo ciego de una vivienda de zona norte con tres disparos en la cabeza.

El dolor de su padre quedó plasmado en un pedido de justicia y ahogado entre lágrimas afirmó: "Me sacaron un pedazo de mi vida".

Jorge contó además que Fabricio había comenzado a trabajar con él y ya había cobrado sus primeras comisiones como viajante. Precisó incluso la cifra: "Tres mil pesos", y hasta recordó cómo el joven los había administrado: “Se guardó dos mil y con lo otro se compró una camiseta. No tenía necesidad de comerciar droga”, dijo aludiendo a las diversas versiones que corrieron en torno a su muerte.

El caso no quedó quieto y casi una semana después al detenido e imputado en un primer momento se le sumó el presunto instigador del crimen, Andrés Soza, un hombre de 31 años que en su haber ya contaba con otra muerte. Una ocurrida en 2008 cuando asesinó a una joven de 16 años de un disparo en la cabeza.

El suceso no tiene explicación, al menos para el común de la gente que no comprende cómo si este Soza en 2010 ya había sido condenado a 13 años por el crimen de la adolescente con la que habría mantenido una relación amorosa, gozaba de libertad.

Una vez más el sistema judicial en tela de juicio por falta de una actitud más severa, lo que hace que asesinos condenados queden sueltos en las calles de una ciudad como Rosario, donde la violencia ya no es solo entre bandas sino producto de una inseguridad que cada vez se nota más y deja en evidencia las falencias que se tienen a la hora de prevenir crímenes como estos.

Otro asesinato, otro padre devastado

Días después de esto otro hecho de sangre sacudió la ciudad. A Nahuel Ciarroca lo mataron por un celular. Su padre con una templanza admirable logró contar cómo era su hijo. Paradójicamente el joven perdió la vida en el marco de un robo el mismo día que Mariano Bertini hace dos años atrás.

A Nahuel lo matan en Amenábar y Dorrego. Su padre Raúl, al igual que Enrique -papá de Mariano- y Jorge -papá de Fabricio- pidió que el caso no quede impune, pero sus palabras fueron más allá. En una extensa nota a la prensa Raúl recordó a su hijo y se quebró al contar la relación que tenía con su hermano de 9 años. Entre lágrimas agregó que el más chico, de tan solo 9 años, "se queda mirando la foto" de su hermano.

Nahuel no se resistió al robo e incluso según el relato de un vecino imploró por su vida: "Escuché: «No, por favor, no», y después un tiro”, contó Hernán. Eso hace que a todos como sociedad nos duela más.

Solo son tres casos, tres padres con el mismo desgarro en el alma. Sin embargo hay muchos más. Estos por cuestiones particulares de cada uno tomaron un estado público que tal vez sirvan para hacer que de una vez por todas se logre terminar con la impunidad. Con las condenas laxas a quienes asesinan.

Me quedo con las las palabras que dos días antes de morir, Mariano Bertini publicó en Facebook: "To see the world, things dangerous to come to, to see behind walls, to draw closer,to find each, other and to feel. that is the purpose of life". Traducido: "Ver el mundo, afrontar peligros, traspasar muros, acercarse a los demás, encontrarse y sentir. Ese es el propósito de la vida..." y con las palabras de su padre en este video de #MesaDeDiálogo