“Entre las flores ninguna es igual

cada una tiene una forma de amar

miralas todas y alguna dirá: “Yo soy tu esencia vital””

(“Busca la paz y andar”, Juani Favre)

"Somos personas". La voz inconfundible del enorme Omar Serra cruza la pantalla. También se proyecta su imagen transformada en una mujer excéntricamente deliciosa. Una flor única y diferente. 

El último cortometraje del rosarino Enzo Monzón es perfumado. Huele a pasto al sol y a barro. Y a pozo profundo que vacía la tierra. "Hay olor", dice el jardinero de la historia, un alquimista de la flora, atendiendo al sentido que prima sobre lo visto.

Así, tan superficial como profundo, este realizador audiovisual radicado en Barcelona, recrea un mundo del futuro en el que la diversidad sexual es exiliada a un rincón de una pampa distante donde crecerá salvaje y recortada, enraizada y volátil, fecunda y estéril. 

El lunes pasado, Plastic Attack se exhibió en El Cairo. Monzón se da el gusto de venir a su casa a filmar con actores y actrices que conoce. El resultado está a la vista en los 29 minutos que dura su nueva creación: sobrevuela en la película un ambiente de intimidad, apoyado y reforzado por su cámara cercana que expone estridencias, espesuras y bordes y que capta atardeceres que entibian la mirada. 

En el mundo imaginado por el director -también guionista- habitan personajes disidentes, poetas y poetisas tan absurdos como realistas que conmueven hasta la carcajada. Los exiliados por amor son Sebastián Tiscornia, Augusto Zürcher, María Caila, Andrea Boffo, Oscar Mario Sanabria Rosso, Nicolás Costantino, Mauro Guzmán, Marcos Nahuel Prince, Carolina Boetti, Marzia Echenique y Stefano Viti. Sus diálogos delirantes hilvanan las preguntas más ancestrales, hurgan en los prejuicios sociales y cuestionan desde el humor.  Qué es lo diferente? ¿Diferente de qué?

Personajes tan extremos que permiten el reflejo instantáneo para quienes se animen a multiplicarse en ese espejo. Todos queer y a tono con la temática que pretende abordar la Segunda Quincena del Arte en Rosario: la rareza que se lleva adentro, particular y común al mismo tiempo. El logro de Monzón es haberla abrazado y convertido en una exquisita fragancia, tan picante como dulce.