El Concejo de Rosario repudiaba este jueves a la noche las declaraciones de una diputada provincial de Córdoba que reinvindicó los "Falcon verdes" de la última dictadura cívico militar, en el marco del conflicto por el campo de los Etchevehere y el rol del militante social Juan Grabois. La legisladora, Patricia De Ferrari, ya había sido sancionada por la Legislatura de esa provincia (con una suspensión de seis meses) y su propio partido, la UCR de Córdoba, repudió sus dichos. La declaración del Concejo local pudo haber sido un trámite democrático pero una actitud sacudió el debate, dos veces.

Faltaban 15 minutos para las 20 y tras cinco horas de sesión, la presidenta del cuerpo, María Eugenia Schmuck, habilitó el tratamiento del expediente que condena los dichos de la legisladora y que no salió de comisión de labor parlamentaria, como sí había ocurrido con el repudio a las declaraciones violentas de Dady Brieva (aprobado más temprano).

La peronista Norma López, autora de la iniciativa contra los Falcon verdes, expuso: “No podemos permitir que se utilice ningún tipo de apología de crímenes de lesa humanidad de la dictadura y el Terrorismo de Estado”.

Sin embargo, Daniela León, radical en Juntos por el Cambio, pidió la abstención de ese interbloque. Entonces Roy López Molina, de Cambiemos, un sector aparte del macrismo, pidió la palabra. "Las abstenciones por reglamento tienen que ser fundamentadas y la verdad exigo que se fundamente porque no encuentro motivo. Me pone en una situacion tan horrible escuchar que sobre este expediente que no debería haber ninguna duda, haya bloques que se abstengan”, planteó y reforzó: “Me agravia y me avergüenza; hay límites que no se cruzan porque son de los pocos acuerdos que hemos construído en estos años de democracia”.

Su intervención provocó la respuesta de su ex par de bloque Alejandro Rosselló: “No vamos a permitir la intentona del concejal Roy López Molina, que es burda y es irrespetuosa y lo único que hace o pretende es incomodar, ponernos en un lugar que no es real”. Consideró que su alocución “roza lo cómico pero voy a fundamentar porque yo fui el que argumentó en la comisión de labor parlamentaria (y que no permitió que el tema llegara al recinto)”.

“El tuit hacía referencia no al pensamiento de la titular de la cuenta, hacía referencia a una situación distinta y pedimos la abstención porque no reflejaba la intención de la titular de la cuenta, que pidió disculpas y fue un mensaje poco feliz. No vamos a ser tan hipócritas de creer que por esta declaración del Concejo se fijan posiciones”, relativizó.

El contrapunto, ya sobre las 20 (que se puede ver desde la hora 5.40 del video de la sesión en esta nota), evidenció la profunda fractura del macrismo rosarino, que es anterior a las divisiones que comenzaron a verse a nivel nacional. Pero el espesor del tema excedió a ese aspecto sectorial.

Daniela León, radical como la legisladora De Ferrari, se sumó: “Fue un tuit y por un tuit no se condena a nadie ni mucho menos se suspende a una legisladora (que sí había sido suspendida)”. Marina Magnani, de Unidad Ciudadana, observó: “Esto no es un fallo judicial contra una persona, es un repudio que busca sentar posición sobre acuerdos civilizatorios. Le decimos a la sociedad: «No estamos de acuerdo con que se desaparezca a nadie, a torturar, violar, matar»”.

Agapito Blanco, compañero de bloque de López Molina, afinó aún más la discusión: “Estamos hablando de palabras no de personas (en relación a la diputada y a Brieva). Son hechos concretos que tienen que ver con lo que esas palabras representan. Palabras que hieren y que lastiman”.

Lopez Molina reforzó: “Lo que ahora se dice para fundamentar la abstención injustificable no es lo que se dijo en la comisión de labor parlamentaria, donde se planteó que (la legisladora) era «una amiga» y entonces era tolerable la banalización del Terrorismo de Estado porque era una amiga”. Vinculó la reivindicación de los Falcon verde con los memes de Videla que circulan en las redes sociales y señaló: “No creo en las disculpas. Si lo pusiste es porque lo sentías: un tuit no es un estornudo”.

“Cuesta mantener la calma”, confesó la edila de Ciudad Futura y abogada en causas de lesa humanidad Jesica Pellegrini y siguió: “Abordar de esta manera un repudio institucional por las declaraciones de una funcionaria pública. Estamos obligados a no cometer apología de delitos y esta mujer hizo apología del genocidio, un delito del máximo orden internacional”.

Pellegrini pidió “evitar la discusión con chicanas politicas”, llamó a “no revivir el trauma” de las víctimas y señaló: “Tenemos tres compañeros en este recinto atravesados en su historia por este genocidio: dos hijos de personas detenidas desaparecidas y Luz Olazagoitía, con su dolorosísimo proceso de ser una hija desobediente y es una vícitma que sufre el peso de haber tenido un padre genocida”.

Fue justamente Olazagoitía (Frente Social y Popular en CF) quien, dos horas antes en la misma sesión, irrumpió con su testimonio valiente para reparar la omisión que el cuerpo estuvo por cometer. Después de apoyar el repudio a Dady, en aquella primera discusión, Luz dijo: “No puedo dejar pasar esto. Las reuniones parlamentarias no salen por streeming y algunas discusiones me tienen dado vuelta el estómago. Estoy muy enojada. Soy hija de un genocida condenado que gozó con impunidad toda su vida hasta el 27 de mayo de 2012 cuando lo fueron a buscar para que cumpla y pague con todos los crímenes que ejerció en nombre del Estado”.

Su padre, Ovidio Marcelo Olazagoitia, alias el Vasco, fue sentenciado en el marco de la megacausa Feced, por delitos de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino de detención Servicio de Informaciones de Rosario. “Esa impunidad estuvo sostenida por ciudadanos y ciudadanas, como la diputada que encuentra argumentos para justificar el Terrorismo de Estado. Constan en el álbum familiar de mi infancia fotos en un Falcon verde que mi padre estacionaba en la puerta de su casa con total impunidad, aún en diciembre de 1983”, contó.

Si las palabras tienen peso, Luz decidió contraponer las tres que intentaron bloquear el repudio público (“es mi amiga”) a otras tres autorreferenciales: “Fue mi padre”. “Me ofende y espero que ofenda de la misma manera a los concejales que se esgrimen como defensores de la democracia y la república”, dijo.

Al final, después de seis horas de sesión, los dos repudios fueron aprobados. El segundo, sobre la memoria y los Falcon verdes, contó con 21 votos a favor sobre 26 ediles presentes (o conectados). Cinco concejales optaron por no participar: Rossello, León, Ana Martínez, Carlos Cardozo y Germana Figueroa Casas. La ausencia de palabras también pesa.