Lucía Figueroa (LF) acaba de terminar su beca Estímulo a las Vocaciones Científicas convocatoria 2015 en el ámbito de la Universidad Nacional de Rosario. Bajo la dirección de Florencia Rovetto (FR) y co-dirección de Mariángeles Camusso, Figueroa se concentró en estudiar las cuestiones de género en medios de comunicación (prensa, radio, televisión) de distintas ciudades santafesinas. Considerando el rol central que cumplen, también nos cuentan sobre la forma en que se abordan los informes sobre violencia de género desde los medios.

 

¿Cuál es su lugar de trabajo?
FR: Formamos parte junto, con otras personas, de uno de los centros de investigaciones que funcionan en el Instituto de Investigaciones de la facultad de Ciencia Política y RR.II (Universidad Nacional de Rosario). En nuestro caso es el Centro de Investigaciones Feministas y Estudios de Género, el cual surge a partir del Núcleo de Género.

 

Soy investigadora adjunta de CONICET. Como parte del Centro de Investigaciones hemos generado un espacio colectivo de trabajo para abordar distintas cuestiones que tienen que ver con investigación, docencia, y extensión. Dentro de la parte de formación, desde el 2009 llevamos adelante una unidad electiva llamada “Introducción a la perspectiva de género”, dirigida a las cuatro carreras de la facultad. Cuando nos conformamos en el 2008 detectamos que no había transversalización de la perspectiva de género y del aporte feminista en la facultad. Algunas materias tenían aisladamente en sus programas trabajos sobre la temática.

 

Muchos estudiantes, entre los cuales está Lucía, cursaron esa materia electiva y luego se incorporaron a formar parte del centro de investigaciones. En la búsqueda de su tema de tesina, cuando ya había cursado la materia electiva, ella me convoca para ser su directora. Empezamos a pensar una temática de investigación en el marco de problematizar no solo los medios si no el trabajo en los medios y ahí está el resultado.

 

¿Por qué te interesó este tema de trabajo?
LF: Me di cuenta de que a lo largo de la carrera no había muchas oportunidades de encontrarme con producciones que tuvieran que ver con los estudios de género. La idea era salir un poco de los antecedentes que hay en el país y en Rosario y abordar los estudios desde la comunicación sobre género, desde el lugar de la denuncia de los estereotipos de género que se reproducen en los medios de comunicación, que es una de las cuestiones más explotadas de la investigación. Florencia había estado trabajando con Amparo Moreno Sardá (Universidad Autónoma de Barcelona).

 

FR: Yo hice mi tesis de doctorado en España con Amparo y lo que habíamos empezado a pensar en el marco de la tesis, era acercarnos a quienes producen la información. Es legítimo seguir haciendo crítica a las representaciones estereotipadas y cosificadas de varones y de mujeres. En algún punto los estereotipos son necesarios porque todos construimos imaginarios que tienen sesgos estereotípicos. El problema es cuando esos estereotipos son en detrimento de sectores, por ejemplo mujeres, negros, pobres. Y cuando refuerzan mecanismos de desigualdad que ya están en la sociedad. De alguna manera, todos los que entramos a trabajar medios de comunicación desde la perspectiva de género, empezamos denunciando las representaciones estereotipadas de mujeres en los medios de comunicación: publicidad, informativos, el tratamiento de la violencia de género, novelas.

 

Pero su enfoque va más allá del tema de los estereotipos.
Nos interesa hacer algo más que constatar que los medios estereotipan, ya que está absolutamente demostrado. Nos tenemos que hacer otras preguntas: ¿qué hace la gente con eso que ve? Otra cuestión que no está muy trabajada a nivel país y con muchos antecedentes en EE.UU. y Europa es mirar cómo trabajan al interior de los medios de comunicación varones y mujeres. Cómo esas diferencias sociales se refuerzan en los espacios de trabajo donde varones y mujeres tienen que hacer contenidos para el gran público. Cómo opera la división sexual dentro de las redacciones, cómo las dificultades para conciliar familia y trabajo afectan de manera diferentes a unos y a otros. En principio tienen las mismas oportunidades pero cuando uno mira cómo se ocupan los cargos en las redacciones, uno ve que los redactores son mayoritariamente mujeres. Cuando vas escalando, jefe de redacción, de sección, secretario de redacción casi absoluta mayoría de varones. Ahí hay otra hipótesis que Lucía trabajó en su tesis que tiene que ver con las matrículas de formación.

 

¿Cómo es el tema de la formación?
LF: Al ver el número de egresados en carreras como periodismo se ve un muy alto número de mujeres. Esto no se condice con la presencia femenina en los lugares de trabajo. Otra de las cuestiones tuvo que ver con la cuestión de los cuidados en el reparto de las tareas. También hicimos trabajo de campo con entrevistas a periodistas que trabajan desde la perspectiva de género en Rosario. Nos acercaron e-mails de periodistas para hacer encuestas a más de 500 profesionales, hombres y mujeres de toda la provincia de Santa Fe.

 

FR: Trabajamos con las ciudades más grandes que tienen los medios: Rosario, Santa Fe, Villa Constitución, Rafaela.

 

¿Qué encontraron en la provincia de Santa Fe?
FR: Nos interesaba ver cómo trabajaban mujeres y varones en los ámbitos donde se producen contenidos que luego los comunicadores criticamos. Si es importante transformar los contenidos como lo decimos desde hace décadas porque estereotipan, miremos quiénes son y cómo trabajan esos contenidos. Más en un contexto normativo, sobre todo con la aprobación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que tuvo participación de periodistas con visión de género (red PAR), quienes hicieron decálogos para el tratamiento de la violencia de género en los medios, para el tratamiento de la información sobre trata y prostitución en la prensa, etc. Ellos le dieron una impronta a la ley, con dos artículos trabajados por la red, en los cuales los medios tienen que garantizar equidad en el reparto de tareas y funciones y en la producción de contenido hacia adentro.

 

Por otra parte, aplicar las otras leyes que tienen que ver con no reproducir violencia simbólica (ley 26485) a través de los medios. En el momento en que hicimos la investigación la ley estaba en vigencia así como organismos que se desprendían de esa ley (defensoría del público y agencias que intentan regular estas cuestiones). Por otra parte, los sindicatos se habían empezado a incorporar, es el caso del Sindicato de Prensa de Rosario, con talleres de capacitación para periodistas con perspectivas de género.

 

¿Qué mecanismos se han puesto en marcha en Santa Fe en esta temática?
FR: En la provincia de Santa Fe existe desde hace por lo menos ocho años, el Plan de Igualdad de Oportunidades (PIO), para generar instancias de igualdad de oportunidades para varones y mujeres, en todos los ámbitos, incluyendo los medios de comunicación. Nos pareció que la provincia podía ser un laboratorio para ver cómo estos marcos normativos influyen en estos sectores tan visibles, que también construyen agendas en relación a temáticas emergentes, influyendo en la agenda política.

 

Después de este primer ejercicio basado en el periodismo, la idea es extenderlo a otras provincias y a nivel nacional. Lucía se ha presentado a una beca y para avanzar en un proyecto de esa envergadura necesitamos presupuesto y recursos.

 

¿Hay antecedentes en esta temática a nivel local o nacional?
FR: El tema de las rutinas de trabajo en la sociología de las profesiones y más específicamente en la profesión periodística, tiene muy pocos antecedentes en el país. Entonces hay que producir datos estadísticos, teoría específica, teniendo en cuenta el contexto particular de la Argentina. Hay muy pocos trabajos y los que hay son de consultoras privadas o no se han abordado desde una perspectiva de género. Es todo un desafío desde nuestra facultad, universidad y provincia, intentar abonar a esa línea de investigación que es muy relevante en la sociología de la profesión periodística y la sociología de los emisores. Esta es una temática difícil y para mí es porque es muy difícil mirar a l@s periodistas y muy difícil que l@s periodistas se dejen mirar. Es un territorio muy corporativo, con sus lógicas propias muy anquilosadas y más cuando vamos con preguntas que tienen que ver con esto.

 

LF: En el Núcleo de Género venimos trabajando protocolos para situaciones de violencia en la facultad desde hace dos años. Esto se aprobó en las facultades de Derecho y Humanidades y Artes, y trabajamos para que se trate un protocolo a nivel de universidad. Hay que recordar que el proyecto en el cual trabajo está inserto en un proyecto más amplio que venimos desarrollando hace años, estudiando cómo se produce en las carreras de nuestra facultad el atravesamiento de la perspectiva de género y su presencia en la currícula. Buscamos transversalizar la perspectiva de género en la universidad.

 

En referencia a los casos de asesinatos de mujeres intentamos dejar de pensar en los casos como situaciones aisladas, si no ver que hay de tras de todo esto como fenómeno estructural. Y ver cómo la universidad puede aportar conocimiento desde una perspectiva que incluya la dimensión social.

 

FR: Mirarse a sí misma y ver cómo estamos formando a nuestros egresados. Y qué hacemos en cuanto a una situación estructural. La universidad no está exenta. Hay un mito ilustrado de que porque somos clase media, vamos a la universidad y estamos formados no somos machistas. Pero hay muchísimas formas micromachistas que son las que permiten que luego se produzcan los epifenómenos que son lo visible de los femicidios y nos atraviesan a todas las instituciones.

 

¿Cómo se trata el tema de la violencia de género en los programas de televisión?
Hay un proyecto que estamos llevando adelante junto con CONICET y la defensoría del público que consiste en mirar cómo aparecen las cuestiones de género y sexualidad en los programas de entretenimiento, los cuales ocupan cada vez más espacio en las grillas de los programas de televisión. Entendemos que ahí aparecen estas temáticas mucho más marcadamente, incluso más que en los informativos. Miramos contenidos, audiencias y rutina de trabajo de esos programas, que han sido ninguneados por la teoría y considerados como programas basura, comparados con programas como los informativos o programas donde se presenta un panel para un debate serio. Estos programas trabajan más en términos cuantitativos y a veces mejor las temáticas de género que los informativos.

 

Compartimos este interés por estudiar el tratamiento de estos temas en los programas de chimentos con un equipo de investigadoras de la Universidad de Buenos Aires y de Córdoba. Esperamos tener resultados pronto.

 

En referencia a tu tema de beca, ¿qué resultados encontraron?
LF: Pudimos confirmar trabajos que nos acerca Florencia a partir de su carrera en España con Amparo Moreno Sardá. En un primer momento fue costoso ya que tuve que recolectar información sobre cómo están organizados los medios en la provincia y como funcionan hacia adentro. Fuimos avanzando haciendo las entrevistas con colegas comunicadoras que trabajan en Rosario12, La Capital, Radio Nacional, LT8, si bien fueron menos de las que esperábamos obtener ya que había ciertos reparos al momento de brindar información sobre cómo producen contenidos. Pudimos contrastar nuestra hipótesis con datos de la realidad.

 

También vimos cómo en el desarrollo de las carreras, había un punto en que las mujeres tenían que elegir entre desarrollo de la vida personal o de la profesión. Puntos críticos en los cuales a las mujeres la sociedad en su conjunto le exige hacerse cargo de las tareas del hogar.

 

¿Y cuáles son las posibilidades de la mujer en la profesión periodística?
FR: Es una profesión que exige dedicación full time. Hay que quedarse hasta cualquier hora para cerrar, si hay un acontecimiento importante hay que ir a hacer entrevistas, estar pendiente si se modifica la noticia. La mujer tiene muchas menos posibilidades de ofrecerse a ese trabajo en igualdad de condiciones que los varones. La igualdad de oportunidades no deja de ser solo un eslogan si esas estructuras no se modifican.

 

LF: Otra cuestión a atender es qué producen las mujeres en los medios. Por ejemplo en los periódicos, donde siempre se encargan de determinadas columnas o secciones: mujer, educación, cultura. Es muy raro verlas escribiendo notas de opinión, política, economía. Esas áreas siguen estando reservadas para lo que Amparo Moreno llama el arquetipo viril, el prototipo del varón que aparece en las noticias, como el ciudadano varón, heterosexual, blanco, de clase media, exitoso y todo lo demás.

 

¿Piensan que en el contexto actual estas estructuras tenderán a repetirse?
FR: Puede ser que no. Parece que los jóvenes son más permeables, además por el avance de la agenda de demandas de reivindicaciones de las mujeres, que tienen que ver con una batalla histórica que han dado los movimientos de la mujer y de la diversidad sexual, en la Argentina y en otros países. La última marcha de “Ni una menos” tuvo tremenda repercusión en México, España, Brasil. Se replicaron marchas similares. Me parece que esa avanzada del movimiento de mujeres instalando todo esto en la agenda, a pesar de que en los medios de comunicación hegemónicos no está tan presente como quisiéramos, también ha facilitado que las nuevas generaciones no estén tan determinadas por estos discursos más hegemónicos, androcéntricos y patriarcales.

 

¿Cómo se puede empezar a modificar la situación?
Desaprender todas estas cuestiones implica empezar desde la familia, desmontar estas desigualdades al interior de la familia y el reparto de tareas en el hogar el cual es injusto y desigual. Desde ese aspecto hasta esto, evitar femicidios lo que sería el epifenómeno más grave. No alcanza esperar que los medios y las tecnologías por sí solas reviertan estas inequidades, si no que hay que tomar conciencia de las mismas. A tal fin, todo el sistema educativo debería tomarlo muy en serio. La exigencia de que la universidad tenga un protocolo contra la violencia no es solo tener una herramienta para regular las relaciones y sancionar a aquellas personas que cometen acosos, sino que además es un dispositivo para repensar estas cuestiones al interior de la universidad, para repensar como construimos los vínculos, interpelarnos como sujetos varones, mujeres, de diversas identidades sexo-genéricas. Y cómo hacemos desde esas marcas de género y subjetivos para vincularnos y vivir mejor, y generar vínculos de calidad al interior de la institución. Es mucho más que una herramienta sancionatoria, permite visibilizar y hacernos preguntas.

 

¿Las convocan desde las organizaciones?
FR: Sí, nos llaman cuando la situación ya está instalada. Además de trabajar con los actores involucrados hay que trabajar con los profesionales, porque ellos, al intervenir sobre situaciones de violencia generan más violencia, ya que no se han hecho la pregunta de cómo ejercen ellos mismos violencia, al interior de sus hogares, con los otros, con los pares. Entonces vamos a abordar la situación puntual pero trabajando con los profesionales porque tienen que seguir atendiendo esas situaciones. Aparece la necesidad de pensarnos cómo ejercemos violencia, quienes gozan y cómo de privilegios y quiénes no. Quiénes se benefician de esto y quiénes son los más castigados. En un contexto patriarcal y capitalista esto está en todos lados y nos atraviesa a todos.

 

Teléfono para denunciar casos de violencia de género en todo el país: 144.