Embarcada en un proyecto que va creciendo, me encuentro frente a él con la oportunidad de conocer su historia. Una historia que título “Empezar a vivir a los treinta”.

Allí nos encontrábamos. Él y yo, sentados en unas sillas modernas junto a una mesita ratonera reciclada y pintada finamente es su cara superior dejando ver así, su color real de una madera clara que le brinda calidez al lugar. Lo miro fijamente mientras se lanza a hablar con una fluidez que acompañada a sus facciones me invitan a escuchar aquella historia singular. Y me refiero a singular, ya que cada persona es única al igual que sus propias vivencias.

Él, nacido en un pueblo pequeño a algunos kilómetros de la ciudad de Rosario, comenzó a vivir aquella mentira que lo invadía. Sin creer tener la oportunidad de expresar lo que sentía, reprimió aquellos días el emprender su propia vida. Entonces la sociedad en la que vivimos, la enseñanza que recibimos y el sistema que seguimos nos hacen callar nuestro propio instinto para seguir en piloto automático porque creemos estar convencidos de que ese es el mejor camino.

Sabemos que es difícil romper con aquellos cuentos que nos contaban de niños que enmarcaban el bien y el mal con un peso tan rotundo que cuando pensamos salir del corral nos da miedo fracasar. Creo que el miedo no es más que una emoción que inventamos para mantenernos a salvo de todo aquello de lo que nos sentimos amenazados. En este caso, su miedo era el qué dirán y el quedarse sólo familiarmente por contar a sus cercanos quien era en verdad. 

Pues claro, ¿cómo no sentirse así? Durante años has buscado culpables, peleando contigo mismo por no ser diferente. Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de que una persona es diferente? ¿Acaso ser diferente no es una cualidad positiva? La existencia de una pregunta que se vuelve tan importante para uno mismo te impulsa a la búsqueda de su verdad.  No siempre se puede formular esa pregunta o entender el motivo de su angustia con claridad. 

Si el océano no lucha contra las olas y el cielo tampoco lo hace con las nubes, me pregunto, ¿por qué luchamos contra lo que es? ¿Por qué luchamos contra lo que somos? Él, un día luego de treinta años de vivir una absurda mentira para complacer a todos aquellos a quienes quería, tomo impulso y voló alto.

Ese mediodía logró decírselo a su madre casi como si ya no le quedara espacio para guardarlo dentro. Sus manos sudaban como nunca antes, su cabeza era un mar desafiante de preguntas itinerantes y sus ojos ocultaban un terror agobiante. No sabía cómo hacerlo, pero sabía que no quería dilatarlo más.

La miró por unos segundos sentada en el sofá hasta que en un instante se encontraba por hacer realidad aquel momento tan esperado. Soltando sus viejas ideas como el árbol suelta las hojas secas cuando ya no las necesita, así fue como soltó sus primeras palabras:

“Me gusta estar en la vereda de enfrente", dije con una voz tan tenue que apenas se lograba oír.  Y al alzar mi mirada veo su desconcierto, aunque sé que sabe el final de aquel encuentro. Entonces ya tomando impulso y saltando alto, lo digo nuevamente con palabras claras: "Soy gay mamá". Recuerdo como si aún estaría allí, el afloje de mis piernas, mi postura cada vez más tensa y mi latidos alterando mi frecuencia. Titubeando me dijo: "Estarás confundido". Pero sin dejar que continuara le dije: "No, no mamá, esto me pasa y no es de ahora". Un silencio eterno nos invadió, hasta que me dijo algo desanimada: "Yo pensaba tener nietos muy lindos de tu parte".

Al instante entendí que sus sentimientos se peleaban por dentro, como en mi cuerpo estuvieron todo este tiempo. Recuerdo aquel beso de despedida que nos decía que el tiempo ayudaría".

Continúo escuchando su historia, donde su relato parecía una alegoría, manejándose en el espacio de la moda, los castings y la imagen. Donde lo importante es lo que se ve. Cuando en verdad él era lo que los otros no veían. Pero me doy cuenta que  ver a otros romper el molde y dar el salto te da las fuerzas necesarias para tomar la envión que necesitas para llegar lejos. No importa si ese otro está haciendo exactamente lo mismo que vos, sino que lo que vale es que quebraron el esquema de lo socialmente aceptable y nada les pasó. O mejor dicho, paso todo lo que tenía que pasar.

Y así fue, después de ese día todo fluía, había salido de esa burbuja que recorría sin salida, su humor era ahora su mejor cartilla, sus caminos se abrían para darle iniciativas y el amor tocaría su puerta ya no a escondidas. Como siempre suele ocurrir una sacudida iba ordenar las prioridades de cualquier familia. Al principio una neumonía lo dejaría una semana patas arriba, complicándose luego en meningitis para darle otros veinte días internado al cuidado de su madre durante el día y de su padre en las noches. Uniéndose como familia para salir ahora juntos adelante, demostrando que se ama con el corazón no con la razón.

Por mi lado, atiendo a su relato comprendiendo un pasado, su pasado, que marca su presente sin resguardos. Aprendiendo que uno debe ser quien es y decir lo que siente, porque aquellos a quienes les molesta no han de importarte y a quienes les importas no les ha de molestar. Durante su internación ocurrió algo que aún hoy cuenta con ojos saltones y una sonrisa inquieta, un conocido le acercó una medallita de la Santísima Virgen de Medjugorje. Leyendo encontré que la virgen que da su aparición anual el dieciocho de marzo, en la Cruz Azul Podbro, donde en su tercera aparición se cuenta que dijo: “paz, paz, paz y sólo paz”. Estas palabras hacen eco en mí, y de pronto me atrevo a revivir aquel sueño que eligió compartir conmigo.

"Cierro los ojos y aún puedo revivirlo, corriendo y corriendo por un prado como un inmenso mar verde que no presentaba límites, cuando de repente me topé con una enorme flor que me sacudió la cabeza, al tomar distancia para ver que ocurría, veo a aquella virgen de la estampilla que me dice: -todo okay-. En muchas ocasiones donde no hay lugar para las palabras aparece el sin sentido, lo inabordable. Eso que es imposible de expresar. Sólo puedo contar que esa mañana me levante sudado pero sentí un alivio en mi pecho, sabía que se venía algo nuevo".

El tiempo es mágico. La semilla se vuelve árbol, la roca se vuelve arena y lo que hoy tanto nos preocupa al final del día puede ser sólo una anécdota. Aprendiendo que a veces nos ahogamos en pequeños problemas que aparentan ser grandes, cuando en verdad la indecisión es lo único que inmoviliza, dando sólo el primer paso, el universo se ocupa del resto.