Un mes atrás mi amigo Tomás me escribió desde Italia, país al que fue a vivir hace un par de años, para preguntarme quién era Carlovich. Resulta que a Tomi no le interesa el fútbol en lo más mínimo (y dudo que conozca algún futbolista que no sea Maradona o Messi) y allá unos amigos italianos le hablaban de Carlovich y le decían que era una especie de mito de su ciudad que había trascendido las fronteras.

Tomás, que no creía demasiado esa historia, me lo consultó y allí traté de transmitirle lo que otros me habían contado y como mi viejo se emociona cada vez que me relata lo sucedido aquella noche del 17 de abril de 1974 cuando presenció en vivo en la cancha de Newell's lo que con los años se transformaría en leyenda.

Cosas del destino, uno de los motivos que impulsó a dejar la ciudad y el país a mi amigo Tomi fue un brutal ataque a palazos del que fue víctima unos meses antes de emigrar y en el que dos delincuentes le rompieron a golpes la mandíbula, pese a que él ya les había dado su bicicleta.

Aquel ataque, que peturba a Tomás hasta el día de hoy, fue en la misma cuadra en que mataron al Trinche. Hoy el asesinato de Carlovich nos conmueve a todos los futboleros. Y a los rosarinos en particular, nos hace sentir un poco más tristes, un poco más desprotegidos, un poco más solos. Rosario lleva varios días sin casos de Coronavirus, pero en Rosario hay un mal aún peor que parece no irse jamás.

El domingo a las 13, en el marco de esta triste pandemia mundial, otro de los buenos de acá, Fito Páez, dará un recital por streaming en vivo para toda América. Seguramente sonará "Ciudad de pobres corazones" aquel tema que el músico escribió en 1987 luego de que dos delincuentes asesinaran a su abuela y a su tía abuela en su casa en Rosario. Pasaron 33 años desde que Fito la escribió... 33 años.