El periodista Juan Cruz Revello publicó su último libro, Los Piojos en los 90. Del barrio a los estadios. El ejemplar propone un recorrido por la banda de rock argentino que definió una época, una generación y que todavía se mantiene viva. 

La efervescencia del rock nacional de los 90 sacó a la luz una serie de bandas que la prensa del momento las catalogaba con las bandas del tablón –haciendo alusión a un acercamiento a la cultura futbolera- o las bandas barriales. Una banda fundamental dentro de ese catálogo fue (y es) Los Piojos, tal como se lee en el subtítulo del libro editado por Gourmet Musical.

Para Revello, se dieron una serie de factores que determinaron ese surgimiento y posicionamiento que llegan hasta la actualidad de la banda surgida sobre finales de los 80 en la zona oeste del Gran Buenos Aires.

El autor, que ya tiene publicados los libros La lengua universal. Fans de los Rolling Stones alrededor del mundo, ¿Quién no pensó en matarse alguna vez? (relatos) y La canción justa (cuentos cortos), dio detalles de su más reciente lanzamiento a Rosario3.

—¿Por qué decidiste escribir un libro sobre Los Piojos?
—Yo tenía un proyecto de hace ya muchos años, creo que fue en 2018 fue, de escribir sobre el rock de los 90. Para mí, en esa década, en Argentina se produjo un quiebre importante. Creo que mucho tiene que ver con la economía también. Los grandes clásicos sacaron discos bisagras en sus carreras. O sea, los músicos que ya estaban instalados sacaron discos bisagras. Soda Stereo editó Canción animal y Dínamo; Charly García, Filosofía barata y la hija de la lágrima: Fito Páez presentó El amor después del amor y Circo beat; y Spinetta (Luis Alberto), Peluson of Milk y el doble de Los socios del desierto. También Los Ratones Paranoicos sacaron Fieras lunáticas y Hecho en Memphis, y Los Redonditos empezaron a llenar estadios como Huracán. En los 90, Pappo volvió con Blues local, y Andrés Calamaro, con Alta suciedad, Honestidad brutal y El salmón. Son todos de esa década. Después, los subgéneros empezaron a ser masivos, como Attaque 77, pero también bandas más chicas, como Dos Minutos y Flema, que empezaron a tener un renombre. El heavy metal y Iorio (Ricardo), primero con Hermética, después con Almafuerte. Rata Blanca llevó el heavy metal a un lugar muy alto. Después surgió todo el alterlatino a partir de Mano Negra, en el 92. Todo eso se difundió mucho más. Explotaron los Decadentes... bueno, ni hablar de los Fabulosos Cadillacs que sacaron en El león y Rey azúcar.

—¿Por qué crees que se dio eso en los 90? ¿Qué pasó?
—Me parece que viene ya desde Malvinas. La guerra potenció que las radios pasen música en español y todo lo que generó la democracia en Argentina, toda la efervescencia y, entre comillas, las libertades que generó la post dictadura. Esto originó que un montón de bandas se desarrollaran y tuvieran más difusión. Y en la segunda mitad de los 80, explotan las FM también, esto incluye a las radios barriales y las que se llamaban truchas y las comunitarias. Y me parece que todos los pibes de barrio querían hacer una banda.

—Volvemos a Los Piojos, ¿de qué manera ingresan a ese atlas musical de los 90?
—Esa década tuvo un movimiento que fue muy fuerte donde el rock se futbolizó. Me refiero a eso que la prensa llamó rock chabón o rock de barrio. Dentro de ese cúmulo de bandas están Los Piojos. Me parece que Los Piojos fue una banda fundamental para el desarrollo del rock la década del 90. Fueron under en esa década y, hacia final del siglo, masivos. Me parece también que Andrés Ciro (Martínez) es una persona a la que, para mí no se le dio el status que debería tener en cuanto a escritor de letras. Me parece que parte de la identidad que generó la banda y la identificación que tuvo el público para con el grupo se da por las letras. Él retoma, sobre todo en estos cuatro primeros discos de Los Piojos. una tradición que en el rock argentino estaba un poco perdida, que es hablar de la cotidianeidad, el ojo observador puesto en el trabajador, en el día a día, en los bordes. En Buenos Aires, sería el conurbano, pero cualquier persona del país que transitaba este estilo de vida se sentía identificado. Algo que hacían Moris, Javier Martínez, Pappo, Memphis La Blusera, Ricardo Iorio. Creo que es parte de la identificación que tuvo la gente con la banda y que eso también generó que Ciro se transforme en la estrella que fue después, y en el líder de la banda que es hoy.

—El título de tu libro dice “Los Piojos son los 90” y tiene un subtítulo que es “del barrio a los estadios”. ¿Qué hechos podés destacar que hicieron que Los Piojos migren del barrio a los grandes escenarios?
—Me parece que, según los testimonios del libro, la incursión de Alfredo Toth en el universo de la banda como productor fue clave para entender cómo construir una canción que escuche todo el mundo. Él empezó siendo productor en el disco Ay Ay Ay y, por ejemplo, esa canción, que duraba como once minutos, él la bajó a tres, cuatro minutos. En “Pistolas”, el riff de la armónica, estaba al final de la canción y él dijo: «Tiene que empezar con esto». Después, por lo que me dicen los músicos, la producción de Tercer Arco, que fue el disco más exitoso, que los llevó a hacer tres Obras Sanitarias, que llevó a que Los Piojos se escuche en un montón de medios donde no sonaba rock, mucho tiene que ver la producción de Toth, y también con lo que los músicos buscaban y querían.

—De los relatos y entrevistas que hiciste para el libro… ¿Qué testimonio te sorprendió de la historia de Los Piojos?
—Bueno, en lo de Alfredo Toth, por ejemplo, tanto Micky (Miguel Ángel Rodríguez) como Danny Buira, me contaron detalles que Alfredo confirmó y recordó. En “El Farolito”, por ejemplo, que es música disco, y en “Verano del 92”, dos hitazos, Alfredo fue el diseñador. También hay detalles de la grabación y la cotidianidad de ellos que no me dejan de sorprender. También el liderazgo de Andrés Ciro su reconocimiento, lo que él que tenía para con la banda, eso está buenísimo. Uno de los músicos, no quiero decir quien, me dijo: «Yo sé que le debo la mitad de las cosas que tengo a Ciro». Hay también detalles que tienen que ver con los entretelones, diseñadores de afiches, de merchandising, de escenario, de todas las tapas. En todo eso tiene que ver Andrés Ciro.

—Hoy, a la distancia, con esta vuelta, ¿cómo ves el grupo?
—Cuando empecé con el libro no había ni cerca rumores de que se podían llegar a juntar, pero noté que tenían un amor tan grande por lo que habían construido como la banda que podía llegar a pasar que se juntaran. Creo genuina la vuelta. Con respecto a que no esté Micky, no tengo ni idea, porque no tengo comunicación al respecto. Mi libro termina en el 99, con la edición de Ritual.