Un cuento para niños pero que educa a los padres, de eso se trata “Yo puedo solo”, el libro álbum escrito por Manuela Garbarini, comunicadora y asistente Montessori, que se lanzó la semana pasada en Plataforma Lavardén y que busca darle un giro de 180 grados al modo en que se piensan y desarrollan los procesos de crianza.

Inspirada en la filosofía Montessori, cuya bandera pedagógica se resume en la frase “ayúdame a hacerlo por mí mismo”, la publicación realizada por la editorial Le Pecore Nere y que cuenta con ilustraciones de Carolina Yuale, es un viaje hacia todos los momentos y situaciones que el niño va atravesando durante su crecimiento, enfatizando en la importancia de empoderarlos y en lo valioso del proceso de construcción del sentido de libertad, autonomía e independencia durante los primeros años de vida.

“Si bien el libro está pensado para que los adultos lo lean a sus hijos, está enmarcado dentro de un tipo de literatura infantil que se llama libro álbum, que la característica es que combina el código de la palabra con el de la imagen, es decir que puede leer la historia a través del dibujo”, cuenta la escritora, quien además es creadora de “De Madres y Leones” , un espacio de intercambio en Facebook sobre miradas alternativas en crianza y educación.

Al final del libro hay una joya imperdible, un epílogo dirigido especialmente a lectores adultos, escrito por Berna Iskandar, reconocida periodista venezolana especializada en derechos de infancia y adolescencia, donde hace una barrida teórica de por qué es importante el proceso de adquisición del sentido de independencia durante la primera infancia y por qué es importante que los adultos podamos habilitar en los niños el desarrollo de estos atributos.

Empoderar a la infancia

Además de la pedagogía Montessori, el libro introduce otras corrientes que siguen la misma concepción respecto a la enseñanza, como el método Pikler, los fundamentos de la educación libre y los principios de la crianza respetuosa: “Me baso en todas las líneas filosófica que ven al niño desde este lugar de respeto. Todas siguen la misma idea: de dejar de ver al niño como una cosa que podés manipular a tu antojo y empezar a verlo como alguien que podés asistir sin subestimarlo, sin considerarlo un ser inferior por ser niño”, explica Garbarini.

Consultada acerca de qué trata el movimiento Pikler, la comunicadora cuenta que surgió por la iniciativa de una pediatra húngara que habla de la importancia del movimiento libre durante la infancia: “Ella dice que a los niños no hay que enseñarles a caminar, los chicos aprenden solos, lo que pasa es que el adulto en su afán de ayudar está constantemente interviniendo en su proceso, lo saca del contacto del suelo”.

Otro ejemplo que menciona Garbarini sobre pedagogías disruptivas es la corriente que se llama BLW (Baby Led Weaning) que cambia la perspectiva respecto a la alimentación de los bebés. “Cuando el niño empieza a comer el padre se preocupa por darle la papilla y aplicar todos los métodos para que abra la boca y coma, porque lo importante es el alimento. Esta línea dice que, por el contrario, hay que introducir al pequeño al mundo del alimento sólido desde la experiencia sensorial. No tiene ningún sentido obligar al chico a comer, ni distraerlo con pantallas o hacerle el avioncito para encajarle la cuchara cuando el nene no se da cuenta”.

La co-creadora de Universum Montessori sostiene que “desconectamos constantemente al niño de sus necesidades, de su registro corporal, de qué es estar en el mundo, de la experiencia de poder agarrar un trozo de comida y no ver que solo me alimenta, sino ver su textura, su sabor, eso le da información sensorial, está haciendo millones de conexiones neuronales con un pedazo de banana. A veces tenemos miedo que el niño no se alimente bien, pero es parte de la desinformación en cuanto a lo que significa criar y acompañar el desarrollo del niño”.

Bajar el ritmo y acompañar

El libro está enfocado en niños de 0 a 4 años y hace un recorrido por los diferentes escenarios cotidianos. “En el momento del baño Galo, el personaje, dice que tampoco lo disfruta porque lo enjabonan, lo enjuagan, lo secan y no tiene tiempo de experimentar, de sentir la espuma, el agua. Por eso, el relato es una invitación a bajar el ritmo en el que vivimos los adultos y al que arrastramos a los niños. A deconstruirnos, a repensarnos para acompañar la infancia desde otro lugar”, cuenta la escritora.

Al respecto, Garbarini menciona que María Montessori fue justamente la precursora de este cambio de paradigma en la enseñanza: “Ella observaba que el niño tenía esa sed de autonomía y que solo era posible si el adulto lo miraba de un lugar de respeto. Ella decía que el niño era el constante ciudadano olvidado, no se lo tenía en cuenta en la planificación de las ciudades, en la planificación de la vida familiar. El niño era una cosa que se movía de acá para allá según los intereses de los adultos”.

"El niño es el padre del hombre", solía afirmar Montessori como una manera de explicar que éste posee dentro de sí el potencial para su propio desarrollo. De eso trata este libro que invita a los padres a leer con sus hijos y aprender con ellos.