Después de nueve meses de presentaciones privadas y frente a audiencias pequeñas, el ex presidente Barack Obama volvió este jueves a protagonizar actos de campaña en Estados Unidos y eligió hacerlo en apoyo de los candidatos demócratas en las elecciones a gobernador de Virginia y Nueva Jersey del próximo 7 de noviembre.

Los dos comicios son considerados claves para la oposición demócrata no sólo porque esa fuerza perdió, por muy poco en algunos casos, las cuatro elecciones especiales de escaños legislativos que se realizaron este año, sino también porque servirán de antesala al próximo año, marcado por los comicios de medio término.

Tras su salida de la Casa Blanca, el 20 de enero pasado, Obama nunca llegó a desaparecer completamente de la escena política estadounidense, su sucesor, Donald Trump, no se lo permitió.

Pese a que los ex presidentes suelen mantener un perfil bajo durante los meses posteriores al fin de sus mandatos, los constantes ataques de Trump a sus políticas públicas llevaron a Obama a abandonar el silencio y responder a través de comunicados o tuits.

Así lo hizo cuando Trump comenzó a atacar su reforma de salud y prometió eliminarla por cualquier medio posible -una amenaza que hasta ahora no pudo concretar porque no consiguió apoyo de su propia bancada en el Congreso-, y cuando anunció el fin del programa presidencial Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) que permitió a cientos de miles de jóvenes inmigrantes sin documentos estudiar y trabajar sin problemas.

También rompió el silencio cuando rechazó el primero de los vetos migratorios de Trump, cuyo objetivo era prohibir el ingreso al país de millones de potenciales refugiados e inmigrantes de siete países de mayoría musulmana.

La reaparición de hoy de Obama es distinta; el ex mandatario vuelve a la contienda electoral.

Obama primero visitará un centro de campaña en Newark, en Nueva Jersey, y participará de un acto en favor del candidato demócrata Phil Murphy, el favorito según las encuestas.

Esta elección es crucial porque se trata del fin del mandato del gobernador republicano Chris Christie, un férreo aliado de Trump desde el primer día. El candidato del oficialismo que buscará mantener el estado es su actual número dos, Kim Guadagno.

Después de su paso por Newark, Obama continuará viaje para Richmond, en el estado de Virginia. Allí lo espera una campaña aún más tensa y mucho más pareja.

Obama no sólo quiere garantizar que los demócratas ganen el control de un estado que lo votó en 2008 y 2012 y que apoyó a Hillary Clinton el año pasado, sino que busca dar un espaldarazo a una de las grandes promesas de la oposición, el candidato a gobernador Ralph Northam.

Virginia tiene la atención de la primera plana de la política estadounidense hace tiempo. En las últimas semanas, el vice de Obama, Joe Biden, protagonizó un acto con Northam, mientras que su sucesor, el republicano Mike Pence, hizo lo mismo con el candidato del oficialismo federal, Ed Gillespie.

La aparición de Obama no es un dato menor; el ex presidente sigue siendo una de las figuras políticas más populares del país.

Según una encuesta de la cadena de noticias NBC y del diario Wall Street Journal, hasta agosto pasado el ex mandatario mantenía un apoyo del 51%, frente a un rechazo del 35%. Por el contrario, más de la mitad de la población rechaza las políticas y el gobierno de Trump y apenas un 36% lo apoya.