Un Tribunal de San Isidro dictó un polémico fallo el pasado martes: consideró que un joven no cometió un femicidio pese a haber asesinado a su ex pareja embarazada. Según indicaron los jueces, el imputado declaró que la víctima le comentó que ella mantenía una relación con otro hombre y eso le provocó un estado de "emoción violenta". El hecho ocurrió en Pilar el año pasado.

Brian Montenegro, de 22 años, fue condenado a 22 años de cárcel por el asesinato de su ex pareja, Débora Díaz (28).

Los magistrados consideraron que no fue un femicidio sino un homicidio productor de "emoción violenta" y no dieron lugar a la reclusión perpetua.

Los jueces remarcaron que el acusado estaba "profundamente enamorado" y valoraron un testimonio en el que se lo calificaba como "un nene de mamá" y a la víctima como "una madre de tres hijos", ocho años mayor que él. Los magistrados entendieron que esto significaba que no existía una relación de poder sobre la mujer.

El hecho ocurrió el 22 de febrero de 2016 , en una casa de Villa Astolfi, en el partido bonaerense de Pilar, donde se encontraba Díaz con sus hijos de 11 y 6 años y un bebé, fruto de su relación con Montenegro.

El joven logró ingresar por la fuerza en la casa, de la cual había sido excluido porque había golpeado a su ex pareja, la encerró en una de las habitaciones y tras discutir con ella porque estaba embarazada de otro hombre (un policía), le asestó seis puñaladas en el tórax y en la espalda delante de los niños.

La fiscal Carolina Carballido Catalayud y la abogada querellante, Lucía Ransenberg, pidieron la pena máxima al dar por acreditada la violencia de género, pero Ecke y Rossi dijeron que no se pudo probar, a diferencia del tercero de los jueces, Hernán San Martín, quien entendió que sí existió y descartó la "emoción violenta".

Respecto de este último punto, el voto de la mayoría remarcó que "el acusado, en su primer acto de defensa, al ser consultado sobre el motivo de su actuar, mencionó que sintió impotencia por lo que le contaba (su ex pareja), que se burlaba" de él.

"Mientras vos estabas llorando como un boludo en la casa de tu mamá, a mí me cogía el policía en tu propia cama", afirmó Montenegro que le dijo Débora mientras estaban discutiendo, lo cual –según los jueces– desencadenó que él la matara a puñaladas sin ser consciente de sus actos.

También valoraron un informe psicológico en el cual el imputado relató lo sucedido en "islotes", es decir, que recuerda parte del hecho y no su totalidad, y entendieron que si bien no es inimputable, su capacidad de culpabilidad se hallaba reducida al momento del hecho.

"Estaba profundamente enamorado de la víctima, a pesar de sus escasos veinte años recientemente le había propuesto unirse en matrimonio. Estaba angustiado por la actitud expulsiva de su amada, intentó dialogar con la misma, pero la afirmación reseñada, en tales términos, mermó su capacidad reflexiva", dijeron los jueces para justificar su estallido.

En cambio, el juez San Martín descartó esa situación e incluso recordó que Montenegro ya sabía que su ex pareja tenía otra relación porque tres días antes Débora se lo había dicho a través de mensajes de texto que intercambiaron y en los que él le dijo que estaba con otra mujer porque ella era "re fea".

A esto se sumó que San Martín valoró los testimonios del juicio que acreditaron la violencia de género: por ejemplo Marisa Díaz, hermana de la víctima, declaró que en una ocasión Montenegro intentó suicidarse y que cuando Débora le pidió que no lo hiciera, él la mojó y le aplicó una "picana".

También dijo que Débora era mayor que Brian y que "él era un nene de mamá y ella una mujer con tres hijos", lo cual fue tomado por los jueces a favor del imputado.

Otra hermana, Edith Díaz, relató que pocas horas antes del femicidio, se cruzó en la vía pública al imputado, quien alcoholizado le dijo que la iba a matar porque ella "no quería retomar la relación de pareja".

Otra testigo aseguró que ese día Montenegro le dijo que sabía que su ex mujer mantenía una relación sentimental con un policía, tras lo cual le manifestó: "Si la quisiera matar, ya la hubiese matado".

También se relataron escenas de celos porque Débora fue a cuidar a un sobrino al hospital, y de golpes y amenazas con un cuchillo cuando ella le exigió hacer algún aporte económico al hogar.

Pese a estos testimonios, los jueces criticaron a la fiscal al señalar que "el contexto de violencia de género en modo alguno ha sido probado por la acusación, ni por prueba indirecta ni indiciaria", y dijeron que las tres denuncias hechas por la víctima no alcanzaban porque no habían sido impulsadas por el Ministerio Público.

También la cuestionaron por no haberle preguntado más datos a uno de los hijos de Débora, que contó en Cámara Gesell que su madre había sido golpeada por su ex pareja y hasta criticaron la aplicación de las restricciones perimetrales.