A una persona de 60 años se le practica una transfusión de sangre de un adolescente con la promesa de que eso retrasará su envejecimiento. Más de cien pacientes se han sometido se han sometido al ensayo clínico de Ambrosia, una “start-up” californiana que cobra 8 mil dólares por inyección.

En el marco del estudio de la empresa, fundada el año pasado por el médico Jesse Karmazin, al paciente se le inyectan dos litros y medio de plasma procedente de los bancos de sangre. Aseguran que esa sangre es una mezcla de varios donantes adolescentes.

Karmazin se ha mostrado satisfecho con los primeros resultados del experimento, señalando a “The Sunday Times” que el tratamiento es "como la cirugía plástica del interior" y afirmando que los pacientes tienen mejor aspecto "después de un solo tratamiento".

Según el médico, el tratamiento podría ayudar a mejorar "cosas como el aspecto o la diabetes o el funcionamiento del corazón o la memoria", que son "aspectos del envejecimiento que tienen una causa común".

“No estoy en posición de decir que nos proporcionará la inmortalidad, pero creo que está muy cerca”, apunta Karmazin.

Sin embargo, el revolucionario método ya ha provocado muchas dudas en la comunidad científica, que advierte de que el procedimiento no está probado y critica el experimento por no incluir un grupo placebo, así como por obligar a los pacientes a pagar por participar en el estudio.

Además, aunque el estudio se apoya en una investigación de 2014 que sugiere que el plasma de ratones jóvenes inyectado en ratones viejos mejora su memoria y la capacidad de aprender, el propio autor de ese estudio, el neurocientífico Tony Wyss-Coray, sostiene que no hay "pruebas clínicas" de que el tratamiento sea beneficioso.

"Básicamente están abusando de la confianza de la gente y de las emociones que suscita este tema", señaló Wyss-Coray a la revista “Science” el año pasado.