Dormir es una parte esencial de nuestro ciclo vital. Y es que los seres humanos, como ocurre con todos los seres vivos, necesitamos descansar. Pero cuidado: si bien resulta obvio que esta necesaria reposición de fuerzas es del todo inadecuada cuando dormimos pocas horas, disfrutar de un sueño excesivo también resulta muy nocivo para la salud.

De hecho, distintos estudios han alertado de las nefastas consecuencias de los sueños escasos y demasiado prolongados. Por ejemplo, ya se sabe que dormir poco aumenta el riesgo de alzhéimer, así como que los ‘dormilones’ tienen una mayor probabilidad de acabar sufriendo un ictus. Y ahora, un estudio llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Seúl (Corea del Sur) concluye que las personas que duermen ‘poco’ o ‘demasiado’ presentan un mayor riesgo de síndrome metabólico, tal como publica abc. Pero, ¿cuál sería la duración ideal del sueño para evitar pecar por defecto o por exceso? Pues entre seis y siete horas.

Como explica Claire E. Kim, directora de este estudio publicado en la revista "BMC Public Health", "el nuestro es el mayor estudio realizado hasta la fecha para analizar la asociación dosis-respuesta entre la duración del sueño y el síndrome metabólico y sus componentes tanto en las mujeres como en los varones. Y como hemos sido capaces de expandir la muestra de nuestro trabajo anterior, hemos detectado asociaciones hasta ahora desconocidas entre el sueño y este síndrome metabólico. Además, también hemos observado una potencial diferencia de género en el caso de la duración del sueño".

En definitiva, y en aras de prevenir el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas, es importante disfrutar de un descanso adecuado. Ni demasiado corto ni demasiado largo. Pero, ¿por qué la duración del sueño eleva el riesgo de síndrome metabólico? Pues la verdad es que los mecanismos biológicos subyacentes a esta asociación permanecen desconocidos. Pero como indican los autores, se han descrito distintos procesos potenciales que podrían explicar esta asociación.

Como concluye Claire Kim, "entre los mismos se incluirían los niveles elevados de hormonas que aumentan el apetito y la ingesta calórica o reducen el gasto energético en las personas que duermen menos de siete horas diarias, lo que podría conllevar a un incremento del perímetro de cintura y al desarrollo de la obesidad".