Luego de que un teléfono móvil se sumerge repentinamente en el agua, todo parece ponerse en cámara rápida, pero casi siempre los bienintencionados usuarios actúan dejándose llevar por la adrenalina del momento y, claro, no es para menos. Al precipitarse al agua, vemos en el trayecto como toda nuestra vida digital se diluye; la catástrofe puede transformarse en cientos de fotografías perdidas o días en la que no podremos estar conectados.

Otro punto importante es la perdida de patrimonio: cualquier teléfono celular de gama media tiene el costo aproximado de una notebook o computadora portátil convertible, por lo que el monto invertido suele ser considerable y observar cómo se diluye en esa sustancia insípida e incolora puede transformar cualquier momento en el peor de la semana.

A sabiendas de los problemas que puede ocasionar el agua en los dispositivos digitales, en DonWeb compartimos una serie de tips para tratar de salir airosos de la situación y darle una segunda oportunidad a nuestro gadget favorito.

Como evitar desastres

Uno de los accidentes más comunes con los líquidos se provoca en la mesa. Apoyar el teléfono celular en la mesa en la que estamos compartiendo un almuerzo o cena no es una buena idea. El simple vuelco de una copa o botella hará que la situación se salga de control… al igual que el dispositivo, claro. Lo mejor en estos casos es acostumbrarse a dejar el teléfono en reposo en la cartera o bolsillo.

Otra situación conocida: dejar el celular al lado de una botella recién sacada de la heladera. En cuestión de minutos la misma comenzará a “transpirar” por el cambio de temperatura y un hilo de agua antes condensada irá a parar directo a las espaldas del móvil.

Otros desastres que a priori parecen lógicos y evidentes son: meterse al mar o piscina con el agua a la cintura con el móvil en la mano o simplemente cargar el celular en el bolsillo trasero del pantalón; en este punto la catástrofe se producirá en algún momento en donde, apurado, el usuario tenga que ir al baño.

Posibles soluciones

Sin embargo hay claras situaciones que no podemos controlar: lluvias torrenciales repentinas, tropiezos y caídas al agua o simplemente un accidente en que demos por muerta la terminal portátil. Lo bueno es saber que no todo está perdido. Lo recomendado es no perder la calma y no apurarse al tomar una decisión dado que la misma puede ser incorrecta.

Ante un accidente doméstico, de esos en los que el celular termina empapado, hay un protocolo de emergencia que debemos poner en práctica antes que entrar en pánico. Desde Cenedi. una plataforma de elearning que brinda cursos de oficios, comparten algunos pasos básicos de reparación:

No trates de encenderlo, porque podrías provocar un cortocircuito y terminar con las posibilidades de sobrevida del teléfono.

- Desarmar con cuidado el celular para poder sacarle toda el agua posible.

- Retirar la batería y la tarjeta SIM.

- Secar el interior del smartphone con una toalla de papel o con lo que se tenga a mano y sea absorbente.

- Sumergilo en un tupper con arroz crudo, de modo que quede bien cubierto por arriba y por abajo.

- Dejarlo ahí toda la noche, ya que el arroz crudo posee partículas higroscópicas que le permite absorber la humedad de su entorno.

- Al otro día, intentar encenderlo.

- Si no funciona, lo mejor es llevarlo a un técnico quien, con las herramientas específicas, podrá darle el calor adecuado para arreglarlo.

Celulares a prueba de agua

La solución definitiva ante los posibles accidentes con agua es adquirir un teléfono que posea protección a líquidos. Si están pensando cambiar la vieja terminal es bueno saber que fijarse que grado de protección IP tiene el celular que estamos por comprar.

Es bueno saber que los grados de protección varían dado que hay protección para salpicaduras y diferentes metros de profundidad. La protección más completa es la IP69K que soporta fuertes chorros de agua a presión además de certificación para altas temperaturas.