De acuerdo con las estimaciones de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), el tromboembolismo venoso o trombosis venosa, esto es, la formación de coágulos o trombos sanguíneos en las venas, muy especialmente de las piernas, constituye a día de hoy la tercera causa más común para la presentación de un infarto de miocardio o de un ictus.

Es posible que el riesgo de padecer este tipo de trombosis también se vea influido por un factor congénito e inalterable: la estatura. Y es que como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Lund (Suecia), las personas más altas tienen una probabilidad significativamente superior de desarrollo de tromboembolismo venoso que las "más bajitas", según abc.

Como explica Bengt Zöller, director de esta investigación publicada en la revista "Circulation: Cardiovascular Genetics", "la estatura no es un factor sobre el que podamos llevar a cabo una intervención. Sin embargo, la estatura de la población ha aumentado y sigue creciendo, lo que podría estar contribuyendo al hecho de que la incidencia de trombosis se haya incrementado".

Pero, ¿por qué esta mayor estatura se asocia a una mayor probabilidad de aparición de trombos en las venas y, por tanto, de padecer un infarto o un ictus? Pues según indican los autores, por una mera cuestión de gravedad.

Como refiere Zöller, "la razón podría explicarse por el hecho de que las personas más altas tienen unas venas más largas en sus extremidades inferiores, por lo que la superficie en la que los problemas pueden aparecer es mayor. Pero también hay una presión gravitacional superior en las venas de las piernas de las personas con mayor estatura, lo que podría aumentar el riesgo de que el flujo sanguíneo se ralentice o, incluso, se detenga puntualmente".