Después del caso de Norma, una jubilada rosarina a la que Litoral Gas le cortó el suministro por no poder pagar una boleta de 5.600 pesos (su ingreso mensual es de 6.000), la Multisectorial contra los Tarifazos advirtió este viernes que a un hombre de 71 años que cobra la mínima, tiene tarifa social y padece demencia senil le llegó una intimación similar.

Según contó a Radio 2 el abogado de esa organización, Juan Alcaraz, el agravante es que ya le habían presentado a la empresa en septiembre la documentación para certificar la situación de vulnerabilidad social y económica.

Ese requisito es indispensable para impedir el corte del servicio básico, tal cual fijó una medida cautelar de un juez federal de Dolores, que rige para todo el país.

Pese a esa gestión y haber acordado una forma de pago parcial (de entre 250 y 300 pesos por mes), Litoral Gas le dejó al jubilado este jueves una intimación de corte del servicio por falta de pago. Le dio, además, un plazo de 72 horas para resolver su situación.

“La empresa sigue presionando y aparte esa presión pasa lo legal”, dijo Alcaraz y describió que pese a las presentaciones previas ante la empresa “ayer sorpresivamente le tiran una intimación por debajo de la puerta con una letra chiquita por una deuda imposible de pagar”.

Es una advertencia de pago bajo apercibimiento de retirar el medidor y cortarle el servicio; y solicitan de nuevo que acredite su vulnerabilidad. Es absurdo”, añadió.

El abogado de la Multisectorial se refirió también al impacto psicológico que tienen este tipo de reclamos en jubilados, ya castigados de por sí con la crisis económica: “Recibe esto y entra en un estado de crisis emocional terrible porque necesita el gas. Entonces se preguntan «y si me lo cortan y si pagamos, pero si pagamos no comemos»”.

Ese mismo drama asomó este viernes tras conocerse el robo a Edith, quien acababa de cobrar la jubilación mínima en el centro. "Me vino la factura de gas de dos mil pesos, mil cada mes. Carne sólo como los domingos, ya no tomo yogurt. Este mes comeré papa hervida o polenta, no me queda más nada", lamentó la mujer de 80 años.