Las encuentas sobre las elecciones presidenciales que tendrán lugar este martes en Estados Unidos anticipan una definición reñida y que dependerá del avance en el recuento de votos en los estados pendulares, aquellos en los que se concentró la campaña tanto de la demócrata Kamala Harris como del republicano Donald Trump.
Los sondeos preliminares muestran que ninguno de los candidatos tiene una ventaja suficiente como para hacerse holgadamente con los 270 votos electorales necesarios para proclamarse ganador o ganadora, que se alinearán con lo que decidan los votantes comprendidos entre los 240 millones de estadounidenses habilitados a participar.
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— Nate Silver (@NateSilver538) November 4, 2024
Damián García, presidente del Instituto de Derecho Electoral del Colegio de Abogados de Rosario, dijo que "lo que se espera es un escenario de paridad". Desde Washington D. C., anticipó que el resultado podría no llegar a saberse con precisión el mismo martes.
En diálogo con La Primera de la Tarde (Radio 2), indicó que esto "dependerá de qué tan rápido se resuelva en los estados pendulares, que son los que terminan definiendo las elecciones".
Esta situación se explica por el sistema de democracia indirecta que rige para los comicios presidenciales en Estados Unidos, en el que son los 538 electores del Colegio Electoral quienes determinan al ganador de la contienda. Cabe mencionar que, en cambio, para elegir a senadores y representantes, estos cargos sí se ganan en base al número absoluto de votos.
Cada uno de los 50 estados (mas el Distrito de Columbia) del país norteamericano tiene la misma cantidad de electores que miembros en el Congreso, que se determina en base a su población.
Los estados que mayor cantidad de votos electorales aportan son California (54), Texas (40). Florida (30) y Nueva York (28). Por otro lado, los que menos aportan son Alaska, Montana, Wyoming, Dakota del Norte y Dakota del Sur, Delaware y Vermont, comprendiendo 3 votos cada uno.
Crédito mapa: El Orden Mundial
Salvo Nebraska y Maine, que son los únicos estados en los que la cantidad de electores se reparte proporcionalmente según el sistema D'Hondt (es decir, en base al voto popular), el candidato ganador en los demás estados se lleva todos los votos del Colegio Electoral asignados a ese territorio, independientemente de la diferencia de votos entre el primero y el segundo.
En ese contexto es que cobran una relevencia decisiva los 93 votos repartidos en los siete estados pendulares o "swing states", aquellos en los que las tendencias electorales son inciertas y pueden virar, por poca diferencia, entre uno y otro candidato. La campaña allí se centra en convencer a indecisos y a quienes no están convencidos sobre si ir a votar (dado que no es obligatorio).
De hecho, esto le permitió al actual presidente Joe Biden ganar en las elecciones de 2020, cuando un puñado de estados rojos se convirtieron en azules para derrotar a Trump, que buscaba su reelección.
Los estados decisivos
Esos siete estados clave son: Pensilvania (19 votos), Georgia (16), Carolina del Norte (16), Míchigan (15), Arizona (11), Wisconsin (10) y Nevada (6). Están agrupados en dos zonas geográficas. Por un lado están aquellos del Cinturón de Óxido (Rust Belt), la región del Nordeste y Medio Oeste que supo ser el motor industrial del país y actualmente se encuentra rezagada en la economía moderna. En esos estados con gran presencia de manufactura y sindicatos de Pensilvania, Michigan y Wisconsin focalizó parte de sus esfuerzos de campaña Trump, que promete impulsar una reindustrialización que beneficie a este sector. Luego está el Cinturón del Sol (Sun Belt), la franja que se extiende de costa a costa en la parte sur del país y comprende a los estados de Arizona y Nevada en el Oeste y Carolina del Norte y Georgia en el Este. Aunque Arizona, Georgia y Carolina del Norte solían ser republicanos y Trump ganó Carolina del Norte dos veces, los márgenes fueron estrechos en 2020. El último demócrata en ganar allí fue Barack Obama en 2008, mientras que Biden fue el primero del partido en ganar Georgia desde Bill Clinton en 1992, y Arizona desde Clinton en 1996. Pensilvania, estado considerado como bisagra por la cantidad de votos que aporta al ganador, ya fue conquistado por Trump anteriormente, cuando se convirtió en el primer republicano en ganar allí desde 1980. Pero las encuestas muestran un escenario de paridad para esta contienda en la que juegan un papel importante urbes como Filadelfia y Pittsburgh, más progresistas y con una economía similar a la de las grandes ciudades de la costa Este. García anticipó que, para que los resultados sean claros este martes, es necesario que estén los datos de estos estados. De lo contrario, un resultado cerrado podría implicar que transcurran "6 días o hasta 30 después de las elecciones", como ocurrió en ocasiones pasadas. Los electores del Colegio, que son los que emiten los votos para presidente y vicepresidente en la capital de cada estado, lo harán el 17 de diciembre. Dadas las características del sistema electoral de Estados Unidos, el ganador o ganadora puede llegar a la presidencia aún si no acaparó la mayoría del voto popular. "Es un sistema que, por un lado, tiene de bueno que todos los estados son importantes. Esto lo diferencia del de Argentina, en donde en muchas elecciones se dejan de lado algunas provincias que son menores y las campañas se concentran en las grandes urbes y en provincia de Buenos Aires, que concentra el 40% del electorado", analizó el presidente del Instituto de Derecho Electoral del Colegio de Abogados de Rosario. Lo negativo, apuntó, es que como ya ocurrió cinco veces en la historia de Estados Unidos, "el candidato más votado no es siempre el que después es proclamado presidente". "De hecho, en 2016 Trump accedió a la presidencia habiendo sacado 3 millones de votos menos que Hillary Clinton", recordó. El conteo de votos del Colegio Electoral se realizará en el Congreso el 6 de enero de 2025. En caso de que ningún candidato alcance los 270 electores, la Cámara de Representantes tiene que elegir al presidente y el Senado, al vicepresidente. Finalmente, el candidato que gane asumirá el cargo como presidente de EE.UU. el 20 de enero de ese año.