El ex director ejecutivo del Pami y especialista en Medicina Interna, Carlos Javier Regazzoni, planteó la necesidad de poner en marcha “sistemas solidarios” para salir de esta zona “muy peligrosa” en materia de salud. Fue muy crítico de las campañas contra el dengue, fundamentalmente la de Santa Fe porque “no se ha explicado la utilidad y seguridad de la vacuna” que es rechazada por la mayoría de los jóvenes. También brindó una serie de acciones a desarrollar para evitar el “éxodo” de médicos, entre ellas, un régimen más “estricto” de ingreso a las carreras de Medicina.
Regazzoni es un reconocido político y sanitarista y condujo el Instituto de los jubilados en la primera parte de la gestión de Cambiemos. Sobre estos y otros temas, habló con el programa La Primera de la Tarde por Radio 2.
–¿Cómo ve los recortes en Salud que el gobierno nacional ha llevado adelante?
–El gobierno está haciendo un trabajo muy importante para resolver cuestiones macroeconómicas y hasta ahora con buenos resultados. Creo que en materia de Salud y con el aumento de la pobreza y un deterioro de tantos años, el país ha entrado en una zona muy peligrosa en materia sanitaria de la población. Más de la mitad no tiene seguro de salud, el 30 por ciento no tiene acceso a tratamientos, hay caída en las tasas de vacunación, el funcionamiento de hospitales, entre otros. La prioridad es resolverla, más allá de los arquetipos de administración que se puedan llevar adelante.
–¿Qué impacto tiene la desregulación de la medicina privada y el aumento de las cuotas que ha provocado que mucha gente ya no pueda pagarlas?
–Para poder tener prestaciones de salud se necesita un sistema de financiamiento y de seguros solidarios donde el que más gana pueda aportar también para los que menos tienen. Está claro que si solo me detengo en las prepagas, éstas son empresas privadas que no van a perseguir un fin solidario. Hoy la prioridad es recrear un seguro solidario para todos porque de lo contrario si el sistema no se financia se deteriora la atención y la gente vive menos años y con mayores padecimientos. Es lo que ocurre: en Argentina llegar a los 61 años es menos probable que en otros países como Dinamarca, la expectativa de vida es de 75 años y en los países desarrollados es de 82, y los chicos crecen menos en estatura que hace 100 años en comparación con otros países. Y esto tiene que ver con el acceso a la salud. Ahí está el desafío real.
–¿Cómo está el Pami teniendo en cuenta su paso por la gestión del Instituto?
–El problema del Pami es que las tres cuartas partes de su financiamiento es con una tasa que paga la población activa y el cuarto restante con lo que aportan los jubilados. Si el ingreso real de los aportantes se deteriora por debajo de la inflación, el Pami va a sufrir en sus finanzas. No obstante, hay otros problemas a resolver como los nichos de corrupción, la calidad de las prestaciones o la situación de los efectores propios. Insisto con que la salida son los seguros solidarios para las familias, a favor de las personas. El Pami es uno de ellos, hoy con problemas reales y financiamiento. De lo contrario tendremos gente de mayores recursos que va a vivir más años y los de menores recursos menos años.
–¿Cuál es el horizonte que ve con el actual gobierno?
–El Presidente de la Nación está haciendo un trabajo muy importante. La crisis no empezó en esta gestión, son problemas de décadas. Es como cuando vas al médico con un problema de larga data, no se puede solucionar de un día para el otro. No vas a tener mejores sistema de salud si no tenés sistemas de financiamiento y los sistemas de financiamiento son solidarios y equitativos para todos.
–¿Qué mirada tiene sobre las campañas contra el dengue?
–El gobierno tiene un desafío porque ya estamos conviviendo con el dengue en todo momento del año. Una publicación internacional ya confirmó que en Córdoba hubo mosquitos todo el año. Hay que prepararse porque tenemos el mosquito que transmite el dengue, el zika, y la chikunguña. Necesitamos un plan unificado porque el mosquito no reconoce fronteras. Una solución es la vacuna, que esté disponible para todos ya que todo el mundo debe vacunarse. La otra es combatir al mosquito con dos estrategias. La primera es focal, con larvicidas donde se generan los mosquitos. Otra es la perifocal, con cobertizos o limpieza donde se refugia el mosquito en techos o maseteros. Y la tercera es el derribo espacial, fumigación como la conocemos, de uso acotado, sólo en lugares donde hay casos de dengue.
–¿Por qué cree usted que en Santa Fe donde se compraron vacunas para inocular primero a los jóvenes, éstos no las aceptan?
–Porque no se ha transmitido la utilidad y seguridad de la vacuna. Se diseñaron poblaciones objetivos, pero la gente no entiende el criterio y son opinables. Esto genera que haya que convencer a los jóvenes que ellos sí deben vacunarse y sus padres no, hasta a mí me cuesta entenderlo. Encima nos faltan vacunas porque el año pasado no se compraron dosis y eso se planifica un año antes. La realidad se va a imponer, hay que combatir los mosquitos con un plan y las vacunas.
–Se están yendo los médicos a trabajar a otros países porque les pagan mejor, ¿qué hay que hacer para revertirlo?
–Es un problema de los países pobres. Es el éxodo o drenaje de cerebros, especialmente de médicos, profesión que escasea en países desarrollados. Hay que ver la experiencia mundial y poner en marcha programas de fortalecimiento profesional. Primero, mejorar los ingresos de los médicos en la esfera pública en destinos desfavorables. Segundo, tener un régimen de residencia obligatorio y rotativo para favorecer el arraigo en el interior. Tercero, recomponer la estructura de los hospitales para que el médico pueda ver allí que podrá desarrollarse y formarse ya que todo ha sido diezmado. Cuarto, modificar el régimen de ingresos a las carreras de Medicina ya que deben ser estrictos donde ingresen sólo los mejores y más capacitados para generar una cultura de excelencia virtuosa.