La escena es común pero siempre impactante. La gente que duerme en la calle –que vive en la calle–reúne unas pocas cosas, rotas, desgastadas, y las coloca a su alrededor, como un límite de ese pequeño rincón que pueden tomar del espacio público. La invasión, el último recurso para los que menos tienen, genera inconvenientes en la vida cotidiana de los habitantes de las viviendas. La desconexion con la más cruda realidad ya no es una opción. La convivencia queda afectada.

Vecinos y vecinas de los barrios Agote y Pichincha, quienes integran la vecinal Maradona, advirtieron que en este último tiempo, la escena arriba descrita, es cada vez más frecuente. Salir del edificio y esquivar las mínimas pertenencias de familias que, ante la falta de techo propio, se sirven del refugio insuficiente de los porches o pallieres. Tal es así que decidieron publicar la situación en redes sociales: “Vecinos preocupados por el incremento de personas en situación de calle quienes buscan refugio nocturno en los edificios y comercios. Postales que se repiten de cuadra en cuadra. Estamos atravesando una terrible situación social”, escribieron en redes sociales. 

En contacto con Rosario3, Melisa Herrero de la vecinal Maradona, sostuvo: “Lo que vemos y nos está sorprendiendo es la cantidad de familias que hay, antes no se veían niños y niñas en la calle por acá. Tenemos familias enteras que se asientan en los ingresos de los edificios, producto de la extrema pobreza que estamos atravesando”, dijo y a modo de ejemplo, precisó sobre las circunstancias que : “Unas personas con las que hablé me dijeron que se tuvieron que ir de su casilla porque fueron amenazados”.

La dirigente ubicó a adultos y mayores desprotegidos, habitando las veredas, en Riccheri y Salta, Jujuy y Oroño, Crespo al 100, Cafferata y Urquiza, Vera Mujica y Jujuy, y mencionó la presencia de una carpa en la plaza frente a la terminal de colectivos Mariano Moreno, en la que se viven chicos.

Herrero advirtió la complejidad de la problemática: por un lado, personas sumidas en una indigencia atroz y por el otro, personas que habitan los inmuebles y se sienten invadidos. “Nosotros venimos trabajando con Desarrollo Social, le hemos pedido intervención a los gobiernos provincial y municipal, pero no hay respuesta. Y necesitamos una acción urgente porque esta gente no puede estar más en la calle en estas condiciones indignas”, indicó.

Orinar y defecar en la calle. Intentar asearse, comer, dormir a la intemperie. El intento de sobrevivir de muchos provoca la alteración de la rutina de otros. “El reclamo de los vecinos también es válido –observó Melisa– han sido invadidos, deben saltar colchones cada vez que entran y salen, les orinan las puertas”, apuntó y agregó: “Pero lo cierto es que esta gente no debería estar viviendo así, no pueden”.

Muchos vecinos intentan asistir a las familias carentes de todo: frazadas, algo de comer, una prenda. Pero la asistencia no alcanza: “La solución es que esta gente pueda estar en algún lugar, no puede haber infancias viviendo así”, remarcó.

Desde la vecinal también denunciaron que algunas de estas personas ocasionan desmanes y se han registrado hechos de violencia.