Los niños perciben una gran cantidad de la información que se encuentra a su alrededor pero tienen grandes dificultades para organizarla y darle un sentido. Y aquí es donde entra en juego la figura parental y la de los docentes. Eso sí, con los cuentos como vehículo. Las familias y el profesorado son los responsables de intentar ordenar y explicar a los niños lo que está ocurriendo fuera y lo que están sintiendo en su cuerpo.

Las figuras de apego y los cuentos

Las figuras de apego son los “contadores de cuentos” de lo que ocurre alrededor de los niños. Esta función de describir y contar lo que ocurre, tanto en el mundo exterior como en sus propios cuerpos, se hace desde que nacen. Es ahí, si no antes, cuando se comienza a desarrollar la educación emocional: interpretar las señales emocionales y fisiológicas de su cuerpo, así como interpretar correctamente lo que ocurre a su alrededor. Y todo esto es educar en las emociones, ayudarles a comprender lo que les pasa.

Tal como sostiene el portal educacióntrespuntocero.com, desde el momento en que el neonato llora porque tiene hambre o sueño, el adulto es el encargado de traducir y darle una narrativa de lo que está ocurriendo, además de dar respuesta a su necesidad. El neonato no entiende lo que ocurre, solo siente placer o displacer. Es momento de narrar lo que está pasando: “Tranquilo, cariño. Tenés hambre, por eso estás llorando. Ahora te daré de comer”. Esto es fundamental. Es el proceso de mentalización, es decir, de ponerle nombre a los afectos, las sensaciones o los pensamientos, etc. El bebé y el niño necesitan de un adulto responsable y responsivo que le aporte luz y sentido a lo que están experimentando. Alguien que les traduzca lo que sienten en su cuerpo (dolor, hambre, sueño, rabia, etc) o lo que están viendo en el exterior.

Los beneficios emocionales que aporta una narración

El rol como figuras de apego (madres, padres, docentes…) consiste en ayudar al niño a pasar su caos a un estado de tranquilidad y darle un sentido. Para ello, los cuentos son fundamentales en la vida ya que nos ayudan a adaptarnos al ambiente en el que vivimos. Estamos constantemente contando y escuchando historias.

El cuento es un vehículo extraordinario para que los niños, y las personas en definitiva, entendamos el mundo en el que estamos inmersos. Además, las historias nos ayudan a poder identificar las emociones en los demás, así como diferentes estrategias efectivas de regulación emocional.

Fuente: educaciontrespuntocero.com