Iban 47 minutos de partido, Central ganaba y Maximiliano Lovera esperaba en la mitad de cancha su oportunidad para ingresar. Cuando el cartel electrónico mostró el 9, se disparó la atención de todos por saber cuál sería la reacción de los hinchas. Y una ovación que bajó de los cuatro costados fue la más clara respuesta. El veredicto del Gigante era nítido.

“En la semana hablé un poquito de más. Si herí a algún hincha le pido mil disculpas, por eso hoy intenté dar todo en la cancha”, dijo Marco Ruben apenas un ratito después de su salida, bañada en aplausos desde los cuatro costados. El delantero, símbolo del fútbol canalla de Coudet para acá, sostiene su estatura de ídolo del club de Arroyito.

Edgardo Bauza, con toda su experiencia, sabía que era el marco perfecto para que el capitán se "reconciliara" con aquellos hinchas que se hubieran disgustado con los dichos del atacante: la victoria ante Banfield estaba a punto de concretarse y Ruben había dejado una buena impresión dentro del campo. El gesto de satisfacción del jugador al sentarse en el banco lo decía todo.

Es que los hinchas guardan por Ruben un cariño especial. Porque se forjó en las inferiores, porque volvió al club cuando (por edad) podría haber hecho otro intento en el fútbol del exterior y porque, más allá de algunos tramos de sequía o rendimientos bajos, le da al ataque una jerarquía indisimulable. Su ira con la dirigencia y su frustrado pase a Brasil no mancilló ese vínculo.

Por otro lado, el plantel auriazul ya entrena de cvara al próximo desafío que le plantea la Superliga, que será el próximo viernes a las 19 en Córdoba ante Talleres. Para ese juego, Edgardo Bauza está en condiciones de repetir el equipo.