Cada vez que hay elecciones en Newell’s, se vive como un hecho movilizador y revolucionario. No es extraño que eso suceda en un club tan importante, con tanta tradición y con decenas de miles de socios, pero las llagas que dejaron los 14 años sin democracia en la institución del Parque Independencia configuran un contexto extraordinario. Y si a eso se le suma que hace cuatro años los leprosos tampoco fueron a las urnas porque no hubo contendientes para la fórmula Lorente-Riccobelli (Jorge Griffa se bajó a último momento), hay razones suficientes para asegurar que este domingo 19 de junio fue una fecha histórica en la Lepra.

Un mar sin olas

Desde muy temprano se intuyó que iba a ser un comicio con una altísima participación de socios. Pasadas las 9 de la mañana, cuando se abrieron las vallas frente a la puerta principal del estadio cubierto, ya había una fila de 200 metros de hinchas ansiosos que mostraban sus carnets o que los apretaban en el bolsillo del pantalón o de la campera bajo la sombra impiadosa de los árboles del Parque.

Las inmediaciones del Coloso fueron un hormiguero de gente durante toda la jornada, salvo al mediodía, cuando la mayoría regresó a sus hogares para compartir el almuerzo del Día del Padre. Pero a pesar del gentío, en ningún momento hubo corridas, ni apretujones, ni gritos. Cada escena era una fotografía más que una película; la quietud derrotaba al movimiento.

Cada agrupación armó su búnker para desandar las horas hasta el conteo definitivo. Generación Orgullo Leproso, de Daniel “Pájaro” Giraudo, alquiló el bar de Ovidio Lagos y Pellegrini. Enfrente, en el comienzo de la calle que lleva al estadio rojinegro, instaló su carpa Lepra Unida, que llevaba como candidato a Néstor “Mochila” Álvarez. La carpa del Frente Futuro Leproso, de Luis Facciano, se armó en la esquina oeste de Pellegrini y Pueyrredón. En el local de Pellegrini al 2500 hizo base el Movimiento Rojinegro Querido de Eduardo Bermúdez. Autoconvocados (Roberto Mensi) y el Movimiento 1974 (Ariel Moresco) levantaron sus estructuras en espacios abiertos del Parque.

Una foto con Bielsa

El primer (y único) momento de revuelo fue (otra vez) por la llegada de un Bielsa a la fila de los que esperaban para votar. Sonriente, distendido, con su prolija barba canosa y conjunto deportivo de color negro, Rafael concentró las miradas, los saludos y los flashes desde que apareció en las cercanías del estadio que lleva el nombre de su hermano hasta que se fue.

El 14 de diciembre de 2008, a las nueve y media de la mañana, Marcelo Bielsa rompió la tensa calma de las elecciones más importantes de la historia de Newell’s y comenzó a sentenciar el triunfo de Lorente sobre López. “¡Está votando el Loco!”, fue la exclamación que se propagó por mensajes de texto y las redes sociales (que ni por asomo eran lo que son ahora). La fotografía que publicó antes que todos Rosario3.com fue un temblor que generó miles de réplicas.

Con Rafael fue diferente, porque nadie puede afirmar a quién apoyó el ex canciller con su voto. Todos corrieron a sacarse la foto con él; la lograron Luis Facciano (amigo de Bielsa) y Daniel Ponce, de Futuro Leproso, y el entrenador Claudio Vivas, que militó durante toda la tarde a favor de Daniel Giraudo.

Se fue silbando bajito, lejos de las estridentes denuncias contra Eduardo López que planteó hace 8 años. Un hincha anónimo, entre el racimo de camisetas que lo rodeaban, le gritó: “¡Si te animabas a ser el candidato ganabas por el 80 por ciento, Rafa!”. No fueron pocos los que asintieron con la cabeza.

Juglares del escrutinio

A las seis de la tarde en punto, hicieron pasar a las 200 personas que aun estaban haciendo cola para entrar al estadio cubierto y vallaron el ingreso. En otra fila, algunos socios rezagados pagaban la cuota de junio para poder ingresar al cuarto oscuro. En el recinto, los fiscales apuraban el paso y le sacaban chispas a los teléfonos celulares para pasarles datos a los que estaban afuera.

“La prensa entra por acá, esperan en este corralito y cada 15 minutos los vamos a venir a buscar para que puedan tomar algunas fotos o hacer algunas imágenes”, anunciaron a dúo uno de los encargados de la seguridad y Juan Manuel Scarabaggio, inquieto, respetuoso y eficiente miembro de la Comisión Electoral.

Otra vez no hubo quejas, no hubo gritos, no se escucharon portazos. Apenas hubo un ensayo de protesta del histórico jugador leproso Roque Alfaro, que integraba el proyecto de Lepra Unida y reclamaba ser ubicado en un lugar más cercano al sitio del escrutinio. “Es igual para todos, los presidentes de mesa y los fiscales son los que están autorizados para estar adentro”, le explicaron. Y Roque aceptó.

“Vienen parejo entre Bermúdez, Facciano y el Pájaro (Giraudo)”, fue el primer dato que se filtró y que tuvo correlato con lo que sucedió finalmente. En uno de los ingresos de los medios al microestadio, las cámaras tomaron los movimientos nerviosos de Jorge Riccobelli. Fueron sus últimas imágenes como presidente de Newell´s.

Los cronistas radiales y gráficos, más los canales que estaban en vivo, formaron un pasillo en la puerta por la que debían empezar a salir los fiscales. Una mujer de uno 50 años pasó la línea de los custodios y las preguntas estallaron en su rostro. Tenía la planilla de la mesa 26: “En mi mesa ganó Bermúdez con 53 votos; después se ubicaron Giraudo con 43, Facciano con 25, Moresco 14, Álvarez 13 y Mensi 8”, informó a las apuradas, sin saber del todo si estaba autorizada a hacerlo.

Mientras una periodista de un canal de televisión hacía circular un mate casi frío y lavado, y un voluminoso fotógrafo ofrecía bizcochitos que al mismo tiempo devoraba, los fiscales seguían saliendo y las cuentas seguían favoreciendo al candidato de Rojinegro Querido, seguido de cerca por el de Futuro Leproso. “Lo único que espero que es que no haya que contar todos los votos de nuevo”, rogaba un periodista arrinconado por el cierre de la edición del diario y por una precaria toma de corriente para compartir la carga de la batería del celular.

Los viejos muchachos

Las planillas seguían desfilando por el corredor y ningún número parecía definitivo o irreversible. Ninguno hasta que se anunció la mesa 32, de los socios vitalicios. “221 votos para Bermúdez, 83 para Giraudo, 82 para Facciano, 44 para…”. No hizo falta más. “Los viejos le dieron el triunfo a Bermúdez, esperemos que no se hayan equivocado”, señaló una voz al pasar.

Este es un dato más que descriptivo del horizonte político que se abre en Newell´s. Según los propios protagonistas de la elección, en los próximos cuatro años se podría producir un quiebre generacional entre los hombres de larga experiencia que ya no participarán o que están en retirada (Bermúdez, Facciano, Álvarez, Giraudo y muchos segundas líneas) y los jóvenes que ya acumula años de militancia (Pertenencia Leprosa, Militancia Leprosa, Faustino González, Autoconvocados).

Volviendo al veredicto de los vitalicios, afuera todos recibieron la noticia con la rapidez de un tuit. Las dentaduras dejaron de mutilar las uñas de los candidatos y el bullicio se trasladó de la puerta del Coloso al local de la avenida Pellegrini, donde Eduardo Bermúdez ya festejaba abrazado a su hijo.